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3.Ago.2016 / 10:37 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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El ALCA en sí mismo representaba lo que tantas veces think-thanks orgánicos de Wall Street y pensadores geopolíticos como Henry Kissinger han calificado como la evolución necesaria del capitalismo y Andréi Fursov descrito como el paso del sistema de Estados-nación a corporaciones-Estados. Es decir: una completa desregulación y «libre competencia» como evolución necesaria para que las corporaciones proyectasen un futuro de recursos naturales, mano de obra y comercio baratos para sus alicaídas y desvencijadas estructuras de costos, cada vez más saturadas de sobreproducción y reventa financiera.

Así que Chávez, Lula y Kirchner no sólo abofetearon a Bush sino que retrasaron casi diez años un plan global, que iniciaba su recorrido desde América Latina para terminar en Asia y Europa.

Tuvieron un atrevimiento que difícilmente iba a ser olvidado cuando tres años después iniciara el previsible colapso financiero en 2008 y se acelerara el deterioro entorno geopolítico mundial como consecuencia de una agudización mayor de la disputa por el control de recursos naturales, rutas de suministro, infraestructura y mano de obra.

Consecuencias y reflujos

Vista la trayectoria geopolítica de estos últimos seis meses, y años anteriores, casos como el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, los diálogos de paz en Colombia, el golpe en Brasil, el innegable paso a toda velocidad de Macri por todo lo humano que se le ponga delante, son en sí consecuencia de una necesidad existencial de las corporaciones financieras e industriales de Estados Unidos para los fines antes descritos y posicionarse para la explotación de los recursos naturales y las potencialidad que la región aún no ha explotado.

El Acuífero Guaraní en Argentina, la principal fuente de agua de la región, la Cumbre Pre-sal en Brasil, minerales del departamento de El Choco en Colombia, y el petróleo aguas adentro de Cuba son algunos de los tantos motivos que hacen que las corporaciones tengan un detallado plan para generar tanto cambio de gobiernos, como nuevos regímenes que hagan menos permeables a la región a su gravitación soberana y el ejercicio del poder blando de China y Rusia.

En ese plano, como hemos señalado, los mecanismos de post-golpe en Argentina y Brasil, como Paraguay y Honduras, son sólo consecuencias de una estrategia aún más grande por hacer converger los países del Mercosur, destruyéndolo por la vía de los hechos, con la plataforma de la Alianza del Pacífico con el claro fin de que en un futuro terminen siendo parte del Tratado Transatlántico (Europa) y Transpacífico (Asia) para cerrar de una vez por todas el frente latinoamericano y crecerse frente a China, hoy una amenaza existencial que hace de Wall Street un revolver dando vueltas en una mesa.

Rearmar la estrategia

Once años después del No al ALCA, Venezuela y los países del ALBA son los territorios que quedan como reserva moral frente al avance de las corporaciones y el letargo de años de décadas anteriores parece volver con los últimos estertores de la democracia representativa y las modalidades del poder duro, bajo nuevos modelos de gobierno que en 2016 representan una evolución de aquellas dictaduras de los 70 y democracias de mercado de los 90.

Son lo que ha quedado de más de 15 años de procesos políticos, de arriba hacia abajo y abajo hacia arriba, sin haber podido terminar de cuajar y continuar el plano político existencial que en 2005 se veía como indispensable para evitar que la región se viniese encima de las poblaciones por consecuencia de las fisiológicas necesidades del sistema-mundo del capitalismo.

Hoy ni Chávez ni Kirchner ni Lula son presidentes y el entorno geopolítico regional obliga a mezclar una negociación con fines de mantener la retaguardia estratégica ideada por Chávez, ganar estabilidad para pensar con audacia, y replegarse no al confort de lo existente y el bienestar, eso que le hizo irse del poder al kirchnerismo y el PT, sino al rearmado de la estrategia de región y planeta que permita aprovechar los boquetes que aún hay abiertos en la decadencia y voracidad de las corporaciones, hoy también divididas en los pasos sobre lo que deben hacer.

Seguramente esto pasa menos por fosilizar e idealizar legados y medidas que fueron efectivas, en otros contextos políticos, y más por lanzarse por la calle del medio a regenerar y renovar, con audacia y creación colectiva, las nuevas formas políticas que sorteen por arriba los desastres de la democracia representativa y los quehaceres burocráticos del Estado como único centro de la discusión política.

En un mundo en el que poder político se subordina a las corporaciones y se autoconsume, sin capacidad de respuesta a la población, las claves propias del chavismo aún siguen siendo el camino para rearmar la estrategia de los pobres del continente frente al irremediable colapso de los países del norte.

Por: Bruno Sgarzini

Misión Verdad

 

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