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12.Mar.2009 / 03:37 am / Haga un comentario

Por: Antonia Muñoz

Ciertamente, la inseguridad nos aflige a todos por igual, por lo que todos podemos y debemos ayudar en la solución. En esta oportunidad, trataremos de analizar el problema considerando sus orígenes, y en consecuencia, las soluciones, a corto, mediano y largo plazo. La primera ayuda que podemos aportar es comprender y aceptar que la solución no depende sólo de la materia policial. Ciertamente, la policía tiene función preventiva e investigativa que es parte del problema y de la solución. También la ética y la moral de la policía, tiene que ver con el problema de la inseguridad y su solución, porque la pérdida de valores toca a cierto número de nuestros funcionarios.

Para aquellas personas que expresan que la inseguridad no se combate con represión sino con prevención, yo le preguntaría ¿Y que hacemos con el hampa común y organizada que ya existe? Creo firmemente en la prevención como arma para evitar que nuestras niñas y niños caigan en el delito durante su adolescencia o vida adulta. Sin embargo, eso funciona cuando las medidas se toman a tiempo. Después que los delincuentes están formados y criados, no queda otro remedio que tratar de evitar, minimizar o prevenir su actuación a través de la presencia de la policía en las calles. No hay otra salida, y si alguien tiene otras alternativas que por favor la ofrezca a las autoridades competentes. Por supuesto que algunas personas que en cierta oportunidad pudieran cometer delitos menores como hurto y aducir que lo hicieron porque sus hijos o éllos mismos se están muriendo de hambre, probablemente no robarían si tuvieran un empleo. Con esto, no estoy justificando la comisión de ningún delito, sólo planteo hechos que ocurren y de los cuales uno tiene conocimiento.

Las comunidades organizadas y capacitadas pueden y deben ayudar de diferentes maneras, pero sobre todo, agregando a los planes de inteligencia policial, la inteligencia comunal. La ayuda de los ciudadanos resulta invalorable porque en los barrios, urbanizaciones o caseríos todo el mundo sabe quien es quien. Aquí no se trata de denunciar a los delincuentes a todo gañote en una asamblea comunitaria o en los medios de comunicación. Eso puede resultar peligroso. Ni siquiera resulta seguro darle la información a cualquiera, porque nunca se sabe quien te venderá. Los conocedores y responsables de la materia implementarán los mecanismos idóneos para que las comunidades organizadas puedan ayudar en el combate de la inseguridad.

A pesar de la presencia policial siempre se cometerán delitos en mayor o menor medida. Aquí no queda otro remedio que tratar de aprehender al infractor de la ley y someterlo a los procedimientos legales a que haya lugar. A partir de aquí viene el dilema de cómo hacer para que quien cometa un delito pague por ello. A partir de este momento es "cuando comienza Cristo a padecer". Ahora es cuando comenzará a dominar el escenario la realenga impunidad. En varias oportunidades le oí decir a una Fiscal de Portuguesa que una de las razones que explicaban la impunidad era que los policías no sabían redactar las actas. A eso yo siempre respondí con sorna: ¡Entonces la solución del problema es facilita! Sólo sería cuestión de unos meses mientras a los policías y guardias nacionales se les dicta un curso intensivo de redacción y ortografía, además de enseñarles los elementos que debe contener un acta policial. Recomiendo un formato que los contenga todos, tal cual deben aparecer en las actas. Como trabajo final, debe ser obligatorio elaborar un acta policial, donde el más mínimo error sea motivo de reprobación del curso. ¡Ah pues, resulta que la cosa es verdad, y esto lo digo a juzgar por unas declaraciones dadas a Ultimas Noticias por la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz, el 19 de febrero de 2009: " 60 % de los juicios penales en Venezuela no terminan con una sentencia condenatoria o absolutoria, puesto que en la mayoría de los casos las actas policiales no llenan los extremos legales". Insisto en que este problema es de fácil solución.

También se podrían solucionar con relativa facilidad, si se quisiera, algunos detalles que entorpecen la administración de justicia, como: Suspensión de audiencias porque no hay vehículos para trasladar a los internos, posponer juicios porque el juez de la causa o el o la abogada defensora pretextó "un ataque de lombriz" para no asistir a la audiencia. Tomarse más de un año para constituir una Corte de Apelaciones, también representa un acto de denegación de justicia, porque todas esas malas mañoserías tan burdas las hacen para dejar que prescriban los casos, y por lo tanto, los delitos se queden impunes. Pero lo más triste, es que a veces estas proezas se premian con ascensos. ¡Ah malhaya! ¿Cuándo habrá justicia así? NUNCA. Y de nuevo Ghandhi tuvo razón cuando expresó que "lo más atroz de las cosas malas y de la gente mala es el silencio de la gente buena".

Por falta de tiempo y espacio, la próxima semana continuaremos hablando del problema de inseguridad y sus causas. Tocaremos el papel de la familia, de la escuela, del entorno donde se vive, incluido en este último la venta de licor y drogas, la pérdida de valores- Lastimosamente, y la Fiscal General también lo señala, y todo el mundo lo sabe, en todos nuestros cuerpos policiales existe un número indeterminado de funcionarios que se pasaron al bando del enemigo a delinquir. ¡Que Dios nos acompañe a enfrentar esta tarea con todas nuestras fuerzas y con todas las herramientas que tengamos a la mano!

Guanare, 11 de marzo de 2009.

 

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