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23.Feb.2018 / 11:41 am / Haga un comentario

Foto: Ciudad CCS

Foto: Ciudad CCS

Febrero de 1989 languidecía, y Carlos Andrés Pérez –conocido como “El Gocho”– cumplía 25 días de haber tomado posesión de la Presidencia de la República de Venezuela por segunda ocasión –la primera fue entre 1974 y 1979–, cuando los caraqueños y guareneros iniciaron uno de los acontecimientos que marcarían la historia contemporánea de esta tierra que ha parido a grandes e ilustres hombres como Miranda, Bolívar, Zamora y Chávez; un hecho que es conocido como el “Caracazo”, aunque su epicentro fue la población de Guarenas.

Aquel día, exactamente 27 de febrero, la agitada pero apacible ciudad de Caracas vivió un revuelo a partir de aquel instante; sus habitantes, cansados de los abusos de los gobiernos cuarto republicanos y de las medidas neoliberales aplicadas por la naciente segunda gestión de “El Gocho” –medidas que fueron ejecutadas a petición del Fondo Monetario Internacional (FMI)– salieron a las calles del centro de Caracas y de inmediato comenzaron a tomar por asalto los negocios y comercios de El Silencio, Quinta Crespo, las avenidas Baralt, Lecuna, Urdaneta, entre otras calles y esquinas de los bulliciosos y concurridos sectores de la Sultana del Ávila.

Las santamarías de los locales comerciales parecían un endeble papel ante la arremetida feroz de un pueblo molesto y hastiado de un Estado que nada le daba u ofrecía, pero le pedía y rogaba que era necesario hacer sacrificios para salir de una crisis que emergió de aquel famoso 18 de febrero, también conocido como “Viernes Negro”, cuando nuestra querida y apreciada moneda, el bolívar, sufrió su primera devaluación desde 1961, y se inició el declive de la economía rentista petrolera y del “¡ta’ barato, dame dos!” –se acuerdan de aquellos viajes a Miami o por lo mínimo a la isla de Margarita, donde adquiríamos de todo por módicos precios– que más nunca regresó y en la “Barca del olvidó” quedó.

Pero, como ya la gente parecía no estar dispuesta a seguir calándose vainas de quienes llevaban los destinos del país por el despeñadero capitalista, se suscitaron estos terribles sucesos del 27 de febrero y los días subsiguientes, que sumieron a Caracas y principales ciudades del país en el baño de sangre más terrible que haya vivido esta “Tierra de Gracia” desde la Guerra Federal en el siglo XIX, porque aunque cifras oficiales del gobierno de entonces hablaba de 300 muertos, los números y estadísticas recogidas por organizaciones no gubernamentales aseguraba que el número de víctimas fatales estaba alrededor de 3 mil muertos.

“Plan Ávila” al ataque

A finales de la tarde del 27 de febrero, cuando el Sol se despedía de los caraqueños, ya las imágenes de los saqueos y de algunos autobuses quemados habían sido transmitidas por los medios de comunicación y los saqueos se extendían a las principales ciudades del país como La Guaira, Maracay, Valencia, Barquisimeto, Mérida, Maracaibo, San Cristóbal, Puerto La Cruz,Cumaná y Ciudad Guayana.

Los cuerpos de seguridad del Estado, como las extintas Policía Metropolitana (PM) y Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), tenían órdenes de reprimir a los manifestantes; sin embargo no lograron controlar la ira de un “pueblo arrecho”, y cerca de la medianoche los saqueos se hacían más intensos, especialmente en los sectores más comerciales.

Ante unos acontecimientos que parecían imparables y fuera del control gubernamental, el presidente Carlos Andrés Pérez –rememorando su época de ministro del Interior de Rómulo Betancourt– ordenó al para entonces ministro de la Defensa, Ítalo del Valle Alliegro, ejecutar el Plan Ávila.

Alliegro anunció la suspensión de las garantías constitucionales por 10 días, por lo cual el derecho a la libertad y seguridad personal, la inviolabilidad al hogar doméstico, el libre tránsito, la libertad de expresión, las reuniones en público y el derecho a manifestar pacíficamente se suprimían de manera momentánea.

La Guardia Nacional y el Ejército salieron a la calle con el objetivo de acabar con la revuelta y con licencia para hacer uso de sus armas de fuego para apaciguar a la turba enardecida, lo que trajo como consecuencia una brutal represión que generó incuantificables muertes y desapariciones forzosas.

A lo largo de una semana los efectivos de los órganos militares y policiales se ubicaron en las faldas de los cerros para evitar que la gente continuará bajando, y comenzaron haciendo disparos de advertencia, pero después las víctimas fatales comenzaron a multiplicarse ante los disparos a discreción de fusiles y ametralladoras.

Los disparos y tiroteos se escucharon por un buen tiempo en las zonas populares, y aunque la voz del pueblo parecía acallarse, un proceso se asomaba en el horizonte y la esperanza de un mejor país se hacía presente.

27 de febrero

27 de febrero

27 de febrero

Voces del pueblo

Olga Araujo
51 años
Comerciante

Para la época yo vivía en Margarita. Recuerdo hubo toque de queda, y mi esposo para el momento salió a buscar un medicamento para nuestro hijo y lo metieron preso. Tuve que ir a buscarlo y explicar que estaba haciendo en la calle porque no lo querían soltar

Olga Araujo

Gustavo Monagas
64 años
Pensionado

Recuerdo que fueron días de saqueo. Aquí en El Cementerio saquearon todos los negocios, no se salvó ni uno. Luego vinieron los tiroteos durante varios días, el ejército tomo las calles y por el toque de queda uno debía permanecer en sus casas ante esa grave situación.

Gustavo Monagas

Ciudad CCS

 

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