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16.Sep.2015 / 10:41 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

“Cántale Víctor, cántale al pueblo que se lacen las llamaradas”

Alí Primera

Prensa PSUV.- Hoy se cumplen 42 años del brutal asesinato de Víctor Jara, músico, cantautor, profesor, director de teatro, activista político y miembro del Partido Comunista de Chile.

El Gobierno de la Unidad Popular propaga todo un movimiento en las artes, en los hacedores de cultura, es así como surge la figura de Víctor Lidio, quien por su origen campesino, supo de la explotación y del hambre rural desde su infancia. Su conocimiento de música le llega por ver, preguntar, repetir y por instinto de su madre. Quedando huérfano viaja a la capital a estudiar teatro, donde desarrolla importantes conocimientos intelectuales.

Militante comunista, Jara defiende la Unidad Popular con su guitarra y con sus canciones expresa su visión social, pero sus obras mayores, aquellas más sencillas e imperecederas, son las que brotan desde la tierra y de la pobreza de las barriadas periféricas de Santiago.

El asesinato de Víctor Jara es simplemente monstruoso, uno de los más crueles cometidos en los días siguientes al golpe, cuando la represión de las tropas era salvaje y desorganizada. Ya llegaría la DINA (policía política chilena) en 1974 a organizarla y sistematizarla.

En la mañana del 11 de septiembre de 1973, Víctor Lidio Jara Martínez tenía planificado cantar en un acto de Salvador Allende en el campus de la Universidad Técnica del Estado (UTE), donde el Presidente pensaba llamar a un plebiscito para que el pueblo decidiera si seguía o no en el poder. El acto estaba fijado para las 12 horas.

Jara llegó a las 11 con su guitarra y los organizadores del acto de Allende le preguntaron si no sabía lo que estaba pasando. “Claro que sé, pero oí por la radio Magallanes que había que ir a sus puestos de trabajo. Bueno, yo trabajo acá y acá estoy”, respondió el cantautor, que también era director teatral de la UTE. Tenía 40 años.

Tras el toque de queda de las dos de la tarde, cerca de 600 académicos, estudiantes y funcionarios –incluido Jara-decidieron quedarse. En la madrugada del 12, los militares asaltaron a balazos la UTE y a punta de metralletas sacaron del campus a los detenidos. Los subieron a golpes a buses de la locomoción colectiva y los llevaron al Estadio Chile.

De acuerdo a un artículo publicado por el diario chileno La Nación(15/092013), sobre la base de los expedientes del caso, un oficial de lentes oscuros y en tenida de guerra, cara pintada, metralleta terciada, granadas colgando en su pecho, pistola y cuchillo corvo en el cinturón, reconoció al cantante popular y se ensañó con él. Lo llamaban “El Príncipe” por sus ademanes soberbios.

Según el relato del abogado Boris Navia, también detenido, el oficial que lo reconoció “lo golpeaba una y otra vez. En el cuerpo, la cabeza, descargando con furia las patadas. Casi le estalla un ojo. Nunca olvidaré el ruido de esa bota en las costillas. Víctor sonreía. Él siempre sonreía, tenía un rostro sonriente, y eso descomponía al facho. De repente, el ofi¬cial desenfundó la pistola. Pensé que lo iba a matar. Siguió golpeándolo con el cañón del arma. Le rompió la cabeza y el rostro de Víctor quedó cubierto por la sangre que bajaba desde su frente”.

Otro de los detenidos, el periodista Sergio Gutiérrez, contó que el artista “tenía numerosos hematomas en los pómulos, se notaba pálido, muy débil. Su mirada estaba perdida”. Apenas pudo reconocerlo, lo saludó y le preguntó cómo estaba, a lo que Víctor Jara le respondió: “Mira mis manos… mira mis manos… me las machacaron para que nunca volviera a tocar la guitarra…”.

Gutiérrez recordó que “sus manos, esas milagrosas manos cuyos dedos deleitaban a millares de trabajadores e intelectuales al pulsar las cuerdas de la guitarra para acompañar sus canciones de protesta y esperanza, ya no eran tales. Estaban hinchadas y parecían tener un solo dedo, gordo y recubierto de sangre. Las pocas uñas que le quedaban estaban negras en su totalidad. Eran las manos más golpeadas que había visto en mi vida”.

Cuando Víctor Jara se encontraba en una celda recibiendo ánimo de los otros detenidos, repentinamente llegaron dos soldados que lo arrastraron violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde comenzó una nueva golpiza más brutal que las anteriores, a culatazos. El oficial apodado “El Príncipe” había recibido la visita de unos oficiales de la Armada.

El abogado Navia recordó que “desde lejos vemos cómo uno de ellos comienza a insultar a Víctor, le grita histérico y le da golpes de puño. La tranquili¬dad que emana de los ojos de Víctor descompone a sus cancerberos. Los soldados reciben orden de golpearlo y comienzan con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. Dos veces alcanza a levantarse, herido, ensangrentado. Luego no vuelve a levantarse”. Es la última vez que ven con vida al cantante popular.(La Nación 15/092103)

“Estadio Chile, o Somos cinco mil”. Este texto supera las balas, las torturas, las muertes, las requisas y logra salir del recinto para multiplicarse en la clandestinidad, hasta fuera de las fronteras de la Patria de Neruda.

En su fallo de diciembre del año 2012 las autoridades chilenas fijaron el 16 de septiembre de 1973 como la fecha del homicidio de Víctor Jara en el entonces Estadio Chile, pero los detenidos que fueron trasladados al Nacional el 15 reconocieron el cadáver acribillado del artista cuando los sacaban del recinto a punta de culatazos.

Estaba en una pila de entre 30 a 40 víctimas fusiladas, todas cubiertas de polvo blanco, al parecer cal. Lo concreto es que el cuerpo de Jara fue retirado del primer campo de concentración del golpe en la madrugada del 16 y arrojado en un sitio eriazo aledaño al Cementerio Metropolitano, donde unas pobladoras lo encontraron el 18 de septiembre de 1973.

En 1990, la denominada Comisión de la Verdad y Reconciliación determina que el cantante chileno fue víctima de 44 disparos de bala. El 29 de mayo de 2009, la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile ratifica el encarcelamiento de José Paredes Márquez, quien para entonces era soldado conscripto, involucrado en los disparos contra Jara. Este recluta confiesa su participación junto a otros militares en el asesinato y confirma que sí le cortaron las manos antes de matarlo.

En el último poema Jara se pregunta y se responde: “¿Cuántos somos en toda la Patria? La sangre del compañero Presidente golpea más fuerte que bombas y metrallas. Así golpeará nuestro puño nuevamente”.

Se seguirán abriendo las grandes alamedas de la historia

Gloria eterna al cantor del pueblo Chileno.

El fascismo: Nunca más.

Texto: Silvestre Montilla

Fuentes: Hemeroteca virtual chilena www.bibliotecanacional.cl/

Trabajo especial sobre los 40 años del asesinato de Victor Jara publicado en el Diario “La Nación”

 

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