Noticias / Memorias

15.Ene.2014 / 01:33 pm / 1 Comentario

Foto: Karl Liebknett y Rosa Luxemburgo

Prensa PSUV- El 15 de enero de 1919, con sólo 48 años, el gobierno contrarrevolucionario de la socialdemocracia alemana decidió que aquel cerebro teórico del marxismo tenía que dejar de pensar: Rosa Luxemburgo fue apresada durante de la frustrada revolución de 1919, en Berlín, junto a otros compañeros, entre ellos Karl Liebknett.

Unos sicarios, oficiales del ejército, le hundieron el cráneo a golpes, que remataron con un tiro en la cabeza. Su cadáver mutilado fue tirado a un canal del que no sería rescatado meses después.

Un compañero de lucha, Leo Jogiches -asesinado en las jornadas de marzo-, comunicó a Vladimier Lenin, máximo dirigente del partido bolchevique y de la Gran Revolución Rusa de Octubre, la muerte de Rosa Luxemburgo y de Karl Liebknett, en términos lapidarios: “Rosa y Karl han llevado a su extremo el deber revolucionario”.

Tanto Rosa como Karl pudieron haber huido cuando la socialdemocracia gubernamental decidió ser “el perro sangrador” de la revolución alemana, incitando a matar a los dirigentes espartaquistas y recientes fundadores del Partido Comunista Alemán (KPD).

Las paredes de las calles de Berlín aparecieron con carteles que decían: “Si quieres tener pan, trabajo y paz, mata a Liebknett y Rosa Luxemburg”. El mismo diario socialdemócrata Vorwärts, en el que otrora escribiera Rosa, incitaba a que la asesinaran impunemente.

Rosa Luxemburgo había nacido el 5 de marzo de 1871 en Zamosc, cerca de Lublin, en la Polonia controlada por Rusia, en el seno de una familia de origen judío. Su padre fue Eliasz Luxemburgo III, un comerciante de maderas, y su madre Line Löwenstein. Tuvieron cuatro hijos antes de Rosa, la cual nació con un defecto en el crecimiento que la discapacitó físicamente toda su vida. Después de estar postrada en cama por una dolencia en la cadera a la edad de cinco años, quedó con una cojera permanente.

Al mudarse a Varsovia, Rosa asistió a un instituto femenino (Gymnasium) desde 1880. Incluso a esa edad tan temprana Rosa aparece como miembro del partido polaco izquierdista “Proletariat” desde 1886. Este partido se fundó en 1882, 20 años después de la aparición de los partidos obreros en Rusia, e inició su andadura política con la organización de una huelga general, tras la cual el partido fue desbaratado y cuatro de sus líderes condenados a pena de muerte. Algunos de sus miembros consiguieron reagruparse en secreto, uniéndose Rosa a uno de estos grupos.

Militó activamente en el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), hasta que en 1914 se opuso radicalmente a la participación sus militantes en la I Guerra Mundial, por considerarla un “enfrentamiento entre imperialistas”. Integró entonces el grupo internacional que en 1916 se convirtió en Liga Espartaquista, grupo marxista que sería el origen del Partido Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja, junto con el alemán Karl Liebknecht. Sus libros más conocidos, publicados en castellano, son Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del Capital (1913) y La Revolución Rusa (1918), en el cual critica constructivamente a la misma y sostiene que la forma soviética de hacer la revolución no puede ser universalizada para todas las latitudes.

Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín, aun cuando este levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la intervención del ejército y la actuación de los freikorps o ‘cuerpos libres’ (grupos de excombatientes nacionalistas). A su término, cientos de personas, entre ellas Rosa Luxemburgo, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas.

Las últimas palabras conocidas de Rosa Luxemburgo, escritas la noche de su muerte, fueron sobre su confianza en las masas, y en la inevitabilidad de la revolución:

“El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución. Las masas estuvieron a la altura; ellas han convertido esta derrota en una de las derrotas históricas que serán el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y esto es por lo que la victoria futura surgirá de esta derrota”.

Rosa Luxemburgo vivió y murió en un tiempo de transición, como el nuestro, en el que un mundo viejo se hundía y otro surgía de los escombros de la guerra. Sus compañeros intentaron construir el socialismo; sus asesinos y enemigos ayudaron a Adolf Hitler a subir al poder.

Hoy, cuando el capitalismo demuestra una vez más que la guerra no es un accidente, sino una parte irrenunciable de su estrategia; cuando los partidos y organizaciones “tradicionales” se ven en la obligación de cuestionar sus formas de actuar ante el abandono de las masas; cuando nos encontramos ante una enorme crisis mundial del modelo de democracia representativa y como en Latinoamérica se lucha por construir democracias verdaderamente participativas, decimos que Rosa Luxemburgo se convierte en referente y ejemplo indispensable en las luchas y debates de la izquierda. No es sino su voz la que se escucha bajo el lema de urgencia: “Socialismo o barbarie”.

Su pensamiento, su compromiso y su desbordante humanidad nos sirven de referencia en nuestra lucha para que este nuevo tiempo no sea también el de la barbarie.

 

Comentarios

16.Ene.2014 09:48 am
Ramón Álvarez (Miranda) dijo:

Excelente resumen de la historia de este personaje es un grano mas para nuestra revolucion, soy de los que leen poco este tipo de articulos que a veces se hacen largos,ayer el presidente la nombro y me interezo leer un poco mas sobre ella, por eso me gusto y definitivamente el presidente es un hijo de Chavez, quien se referia en sus dicursos a personajes de la historia que han contribuido a aprender sobre el socialismo necesario. Viva chavez por siempre donde quiera que se encuentre.

 

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