Alberto Lovera

Correo del Orinoco.- Alberto Lovera legó su vida y su muerte como ejemplo máximo de entrega por y para la humanidad, de ahí que sea modelo de Revolución.

Así lo expresó el sociólogo Alberto Lovera Alvarez, hijo del hombre que soportó la tortura hasta morir, luego de ser secuestrado en Caracas por los cuerpos represivos de la Cuarta República, y cuyo cuerpo apareció cerca de la playa de Lechería, Barcelona, estado Anzoátegui, donde fue avistado por un pescador el 27 de octubre de 1965.

En referencia a su padre, Lovera instó a “no olvidar que Venezuela vivió una época en que apareció en una playa un cuerpo humano semicomido por los peces, atado con una gruesa cadena y con un pico clavado en el pecho”.

Hace varias décadas “vivíamos una época en que el estado torturaba y mataba, mientras que en la Revolución Bolivariana no existe represión y se respeta la vida en el más amplio sentido, mejorando constantemente las condiciones generales en que transcurre la existencia de millones de niñas, niños, mujeres, hombres, jóvenes, adultas y adultos mayores”.

El horror de la Cuarta

Lovera sostiene que su padre “fue la expresión más clara del horror que significó la política de terrorismo de Estado aplicada por todos los gobiernos de la Cuarta República, que instituyeron la figura de la desaparición forzada de personas como práctica sistemática aplicada por instituciones policiales oficiales” que fueron “asesoradas y apoyadas por la CIA, en abierta violación de todas las leyes venezolanas”.

Agregó el sociólogo que este modelo de represión contra el pueblo fue aplicado posteriormente en muchos países de América Latina, para sembrar terror todo el continente.

Construyendo el recuerdo

Lovera recordó que su padre fue Secretario Militar del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y miembro de Buro Político de la tolda del gallo rojo. Explicó que el Partido Comunista acababa de asumir la lucha armada como opción para la toma del poder, en un momento histórico de violentos atropellos contra las trabajadoras, los trabajadores y el pueblo. Lovera acató tal decisión y la responsabilidad que le fue asignada.

“Crecí construyendo y reconstruyendo el recuerdo de mi padre, pues en los días en que fue secuestrado yo tenía solo 6 años de edad. Mi madre, María del Mar, nos rodeó con su amor a mí y a mi hermana Yanira, y nos mantuvo ajenos a la tragedia que nos afectaba”, dijo.

“Pero todo el país lo supo; nosotros también llegamos a saberlo y sufrimos lo que le había pasado a mi papá y la lucha que libraba mi mamá, María del Mar Álvarez de Lovera, para que se hiciera justicia, junto con muchas otras personas que en los años 60 también vivían el horror de tener familiares víctimas del asesinato y la desaparición forzada”, indicó.

Lovera Álvarez apuntó que ha recibido, de distintas fuentes, mucha información sobre su padre.

“Supe que mi papá comenzó su militancia en la Juventud del PCV a los 17 años de edad”, con “una entrega total y un profundo compromiso con todas las causas por las que luchaba el PCV”.

El inicio de su activismo político fue en la ciudad de Cabimas, ubicada en el estado Zulia. Esto, “luego de que mi abuela, Santa Lovera, y él migraron de su Margarita natal hacia este nuevo destino, el cual era referencia de mejores condiciones y oportunidades de trabajo para muchas y muchos paisanos de mi papá”.

Ya en Cabimas, Lovera se convirtió en marino mercante, “lo que lo llevó a conocer directamente las necesidades, carencias y explotación a la que eran sometidos los trabajadores petroleros”. Eso lo llevó a asumir “con la responsabilidad y ética que caracterizaba y caracteriza a los militantes del PCV”.

Así empezó “a organizar a las masas trabajadoras para que defendieran sus derechos frente a los patronos representados por las trasnacionales petroleras, ya que los contratos para los obreros eran de explotación y maximización de las ganancias, en desmedro inclusive de la vida de esos trabajadores”.

Después de ese ciclo de luchas en Zulia, su padre se trasladó a Caracas, donde se integró “a las luchas contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y fue electo coordinador del Comité Regional del Partido en Caracas”.

Quiso citar las palabras pronunciadas por el presidente del PCV, Gerónimo Carrera durante el bautizo del libro “Alberto Lovera Hermano”, “cuando comentó que mi papá era un camarada en todo el sentido de la palabra; era un hombre solidario, honesto; un luchador contra las injusticias, con un compromiso y ética de trabajo indoblegables, además de un gran creyente y practicante del internacionalismo, lo cual quedó plasmado durante su militancia en el PCV”.

Homenaje a María del Mar

El sociólogo Alberto Lovera Álvarez hizo mención especial de María del Mar Álvarez de Lovera. Destacó que, en 1955, Alberto Lovera se casó con ella, quien también era militante de la Juventud Comunista y el PCV y gran activista “de la causa de las mujeres y su situación de indefensión en una sociedad netamente machista”.

“Debo recordar que mi madre se enfrentó al gobierno adeco de Raúl Leoni con altísimo valor y entereza para acusarlos por el asesinato de mi padre: como bien la llamó el Dr. José Vicente Rangel: La indoblegable María del Mar, quien luego con su trabajo y lucha llegaría a ser la primera Defensora Nacional de la Mujer”, destacó.