Opinión

11.Jul.2017 / 03:44 pm / Haga un comentario

Por: Carola Martínez

I

Sentada en el asiento detrás del conductor tome con mis frías manos el pesado casco de metal y lo coloque sobre mi largo cabello negro, sentí su peso en el alma de mis sanos huesos, minutos antes también había deslizado sobre mi cuerpo en contacto con mi franela blanca sin mangas adornada con unos pliegues de la misma tela el pesado chaleco antibalas, ante el inminente peligro cerré mis ojos, como siempre el recuerdo de «mis dos pequeños mundos vivientes» antecedieron la aparición de las lágrimas aferradas con timidez al borde de mis dos lagrimales, así se quedaron como testigos de mi íntima y profunda reflexión en honor a los hombres y mujeres de la Guardia Nacional Bolivariana, como defensores de una cruel «guerra de rapiña» que no distingue la razón de cada alma y las devora por su apariencia física con satánica venganza. Continuamos la lenta marcha, pero mi mente siguió otro destino, obsesionada por su mundo, el de la Guardia Nacional Bolivariana, me impuse la necesidad de describirlo.

II
Jóvenes, padres y madres, alejados de sus hogares permanecen atentos al llamado de guerra, a la batalla diaria, saben que su segundo hogar, la calle, esta ruda pues una suerte de excéntricos terroristas criollos toman algunos espacios, poseídos por un enmascarado progreso alcanzado con las dosis diarias de anfetaminas, un ”vale todo” planificado, con la consigna de “prender en candela” todo aquello o aquel que no se someta a su trágica y falsa libertad, volvieron enloquecidos, tienen otras armas que no usaron en las Guarimbas ni en la Salida, «el yesquero», nueva herramienta del terror, con él intentan reducir a cenizas la nueva falsedad de la amenaza mundial, tan necesaria para el Imperio «Made in Usa»: ayer la Guerra Fría contra el Comunismo, después la Guerra Sin Limites contra el Terrorismo, y ahora la Guerra No Convencional contra el Chavismo. Esta lucha es histórica, desde los indígenas hasta nuestros días, pero ahora le corresponde a ellos y a ellas estar en la primera línea de batalla en esta hora de la Patria, donde se derrumban los mitos “uno a uno”, donde la pregunta ¿a qué tú no sabes quién soy yo? no espanta al pueblo uniformado humilde y por el contrario le despierta el coraje y la dignidad por siglos adormecida. Me acerco a ellos, a los guardias nacionales, soldados portadores de las glorias del ejercito Libertador, luchan por la reivindicación histórica de nuestros indígenas masacrados en el genocidio ocultado por la narrativa universal, por los llaneros descuartizados en la lucha por nuestra Independencia, por la inhumana esclavitud, por los federales hechos pueblo al grito de “Tierra y hombres libres”, por la traición de la razón de nuestras luchas, por la persecución y muerte de nuestros luchadores por parte de los políticos que definían con las tres “c” a sus generales. Pero en el tiempo presente, de profundas definiciones, los guardias nacionales se miran a si mismos como nuevos gladiadores por la libertad, miles de Juan Parao, portando una espada simbólica demoledora, la de Hugo Chávez: la Razón Histórica de Libertad y Soberanía.

III
Seguimos nuestro lento avance, con casco y chaleco, pensando en ellos y en ellas, convertidos en murallas humanas para contener el delirio criminal de los zombis de la élite imperial, son los grandes ausentes de sus humildes hogares, permanecen en combate día y noche, así como fueron estigmatizados como brutos e indecentes, relegados a jardineros y carga maletas, hoy los llamen asesinos y represores, gritos insolentes del pasado. Luchas sociales de este tiempo histórico, todos en la calle definiendo la vida en comunidad, pueblo en lucha por sus ideales, en medio del todo, entre muerte y confusión, con terror miramos el terror de los criminales sin rostro de esta hora, la fuerza chavista va desnudando los hechos de los antiguos ropajes que secularmente barnizaban la realidad de un falso progreso y bienestar para todos por igual, ataviados con las verdades mas demoledoras que nos contó Hugo Chávez, esa es la espada Simbólica del Chavismo, quizás su autor la llamaría “con bolica”, ahora sabemos que tenemos Derechos Irrenunciables, Soberanía y Libertad, y conocemos al Imperialismo fuera de las pantallas de Hollywood. Con la canción Constituyente llegamos a nuestro hogar, todos duermen, ahora sin casco y sin chaleco, sintiendo en el aire el gran desafío por venir, sabemos que la lucha es larga, quizás algún día los vericuetos del camino me pongan en el lugar de una sargento de la GNB, entonces la lucha tendrá otro rostro, arroparé a mis «mundos vivientes» con sus gruesas cobijas, un beso con su Dios te bendiga, tomada de la mano de mi compañero partiremos, quizás algún día, quizás. Mis lágrimas nunca salieron, pero en el silencio, en medio de la guerra, pueblos de pueblos en lucha, la guerra nos enfrenta, la sobredosis de odio nos ataca, pero la bandera antiimperialista sigue su sinuoso movimiento al viento, victoriosa. Alguno de ellos, en medio de la neblina de la guerra ha perdido el norte de la vida, pero es la excepción, pues para la gran mayoría el honor es su divisa. En medio del épico paisaje, el verde oscuro con sus chalecos y cascos, en primera línea de combate, defendiendo la Patria con sus únicos haberes, su vida, están los hombres y mujeres valientes , defendiendo como en cualquier lugar del mundo, la paz. Por ellos y ellas siento una profunda admiración.

 

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