Opinión / Stella Lugo

15.May.2017 / 06:46 pm / Haga un comentario

18 de Mayo de 1791, nace en Curaidebo, Península de Paraguaná, Josefa Venancia de la Encarnación Camejo Talavera. Teniendo apenas 4 años, se entera que en la Hacienda Macanillas de la Sierra de Coro, se alzó un zambo, José Leonardo Chirino, que luchaba contra la injusticia y desigualdad y gritaba libertad para los negros esclavos.  Orientada por su tío, Monseñor Mariano de Talavera y Garcés – quien trabajó fuertemente por la gesta independentista de Venezuela y fue catalogado por el Libertador Simón Bolívar como el primer orador de la Gran Colombia- ya tenía la joven Josefa Camejo formación patriota, cuando a los 15 años, estudiando en el Convento de Las Salcedas en Coro, se entera de la llegada a costas de  La Vela de Coro, de Francisco de Miranda, de su proyecto emancipador, de sus ideas y también de sus adversarios. Continúa Josefa sus estudios, esta vez con las hermanas de La Concepción en Caracas y conoce de reuniones de jóvenes en la Plaza Mayor que están a favor de la Independencia, es allí, a los 19 años, cuando Josefa Camejo abrazó la causa de la República.

Fue en Barinas, con tan solo 20 años, con el ímpetu y la fuerza de la juventud rebelde, que ante la ofensiva de los realistas, reunió un numeroso grupo de mujeres para participar en la lucha armada y se presentó ante el Gobernador de la Provincia asegurándole que: “… el sexo femenino, Señor Gobernador, no teme los horrores de la guerra, antes bien, el estallido del cañón no hará más que alentar, su fuego encenderá el deseo de libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del suelo patrio… “

En el año 1821, por sugerencia del General Rafael Urdaneta, regresa Josefa a su casa natal en el Hato Aguaque, donde aprovechando los preparativos de su cumpleaños número 30, organiza clandestinamente a los pobladores para promover el alzamiento contra las autoridades españolas. Delatan a la heroína y adelanta la batalla, 3 de mayo en la madrugada, es Josefa quien comanda y toma Pueblo Nuevo de Paraguaná, proclamando la liberación de la Península, izando con orgullo el tricolor mirandino en un frondoso cují.

A raíz de estas acciones, se integró una junta de Gobierno conformada por algunos notables de la época. Josefa se dirige a Coro al frente de su ejército para liberar la provincia. Logrado el objetivo, se incorpora con su gente al lado de los ejércitos que sellaron la libertad de Venezuela en la llanura de Carabobo.

Tenemos un ejemplo maravilloso en Falcón que enorgullece a las mujeres de esta tierra: Josefa Camejo, quien la historia venezolana escrita por machistas trato de invisibilizar y fue Hugo Chávez quien la llevó al Panteón Nacional dignificando a la mujer en sus debidas circunstancias de lucha por la Patria y quien también delegó en el género las más importantes decisiones que, en la actualidad, valoran a la mujer como nunca antes había tenido lugar en la historia republicana de Venezuela.

Al igual que Juana La Avanzadora, Luisa Cáceres de Arismendi y tantas mujeres que en el proceso independentista dieron el mejor de los aportes para la conquista de la libertad y soberanía del país, hoy Josefa Camejo sigue, al igual que José Leonardo Chirino, presente en las luchas por las reivindicaciones populares y en los logros colectivos de esas luchas. Hoy, en nuestro país hay muchas Josefa alzando su voz, Josefa en la plaza, Josefa en la escuela, Josefa en la industria, Josefa surcando el mar en un tanquero, Josefa en nuestro pecho defendiendo las nobles causas a favor de la humanidad. La Camejo, quién lo diría, 226 años después de nacer en Paraguaná, nos mantiene firmes en el recuerdo de un aniversario, cuya fecha del natalicio recordamos con alegría y amor a perpetuidad.

Josefa Camejo, rica de cuna, pudo haber llevado una vida tranquila, dedicaba al hogar, procrear hijos, asistir a la misa, bordar durante el día y atender a su esposo. Pero no: Josefa Camejo desde muy joven mostraría su inclinación a defender con hidalguía los mejores propósitos para tener libertad y soberanía.

Josefa Camejo con tan solo 30 años fue, entonces, una mujer que avizoró la conveniencia de sumar la Provincia de Coro a la Independencia de Venezuela y tomó partido para cincelar su nombre en la historia, sin proponérselo y sin buscar, a posteriori, beneficio particular sobre tal desempeño.

Es importante destacar esto último: Josefa Camejo una vez consolidada la Independencia, se mantuvo al margen de la política rayando casi en el anonimato. De acuerdo con algunas investigaciones, hubo un tiempo que se trasladó y vivió en lo que hoy es Ciudad Bolívar y no se supo realmente dónde murió ni en qué condiciones. El por qué esto sucedió no se sabe a ciencia cierta; pero debemos suponer que por la misma subestimación a la que siempre estuvo sometida la mujer, es probable que haya sido desplazada e ignorada por quienes en su ego y ambición negaron la oportunidad a Josefa de continuar con sus aportes a la independencia. Si fue invisibilizada, con mucha más razón, su valía como mujer combativa se reivindica en estos tiempos de Revolución.

La actuación de la mujer venezolana, la que está clara en sus ideas y en su visión de país, está muy lejos de quienes quieren venderse como ejemplo ante el mundo cuando muestran su torso desnudo ante la cámara para una marcha publicitada por los medios internacionales. Muy lejana y distante del show procaz y escatológico al defecar y orinar en la calle para hacerse notar. Y menos de mentirle al mundo con poses y ensayos de tonos y lamentos, la caprichosa y banal solicitud a un gobierno que cataloga de dictadura, para que libere a los políticos presos que han incitado al odio y devastación de Venezuela.

Con orgullo podemos decir que cada mayo es para la mujer falconiana el mes de las madres, de las flores, de la lluvia, de la virgen, de la fiesta de la Cruz, de José Leonardo, de Olga Camacho, de Magoya, de la diversidad cultural y de Josefa Camejo, y de ella por partida doble, cuando lanzó su grito guerrero y cuando lanzó su grito de vida para la inmortalidad.

En definitiva, Josefa Camejo es un referente que cada día se internaliza en lo emotivo y en lo justo. Ella es el espejo de la mujer que sin aspavientos apuesta su vida al futuro.

¡Que viva nuestra Josefa inmortal!

 

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