Opinión / Antonia Muñoz

16.Jun.2010 / 06:06 am / Haga un comentario

Por Antonia Muñoz

Mientras existió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS), el país más grande del mundo se constituyó en el contrapeso del imperio norteamericano. Sin embargo; después de 73 años se desmembró en 1990, proceso que comenzó a partir de la asunción al poder de Mijail Gorbachov en 1985. Las razones para la desintegración de la URSS pueden ser muchas, probablemente algunas atribuíbles a los mismos jerarcas rusos, no obstante, casi nadie duda que hubo «ayuda de vecinos».

Hoy quiero compartir con mis lectores un breve extracto de un libro titulado «El arte de la inteligencia», que escribió un conspirador llamado Allen W. Dulles quien fue ideólogo de la CIA en la década de los años 50. Este resumen fue publicado en Aporrea el 02 de diciembre del 2009. Hoy quiero compartirlo con mis lectores, sólo como una pequeña muestra de cómo conspira el imperio contra los gobiernos comunistas, socialistas o simplemente progresistas. Si esta reflexión es comprendida e internalizada, también pudiera servir para «poner nuestras bardas (cercas) en remojo. A continuación el extracto del libro» El arte de la inteligencia», que realmente debería llamarse El arte de la manipulación y la perversidad.

«Sembrando el caos en la Unión Soviética sin que esto sea percibido, sustituiremos sus valores por otros falsos, y les obligaremos a creer en ellos. Encontraremos a nuestros aliados y correligionarios en la propia Rusia. Episodio tras episodio se va a representar por sus proporciones una grandiosa tragedia, la de la muerte del más irreductible en la tierra, la tragedia de la definitiva e irreversible extinción de su autoconciencia. Por ejemplo, haremos desaparecer la carga social de la literatura y el arte. Deshabituaremos a los artistas, les quitaremos las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan en el interior de la sociedad. Literatura, cine, teatro deberán reflejar y enaltecer los más bajos sentimientos humanos. Apoyaremos y encumbraremos por todos los medios a los denominados artistas, que comenzarán a sembrar e inculcar en la conciencia el culto del sexo, de la violencia, el sadismo, la traición: en una palabra: cualquier tipo de inmoralidad».

«En la Dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principio. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas, consideradas innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo, la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos, y ante todo, el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor».

«Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarles, desacreditarles y señalarles como desechos de la sociedad. Destruyendo los fundamentos de la moralidad los haremos parecer chabacanos. Nuestra principal apuesta será la juventud: la corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos…»

Amigos, compatriotas, camaradas, he aquí una pequeña muestra de una de las tantas tácticas del imperio norteamericano, para mantener subyugado a los pueblos. Sólo me resta concluir esta reflexión con un refrán barloventeño: «Donde compró la URSS, todavía queda». La única manera de no comprar veneno como ese es con conciencia política, amor a la Patria , eficacia y eficiencia revolucionaria y horror a los infiltrados.

 

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