Opinión / Adán Chávez Frías

18.Mar.2018 / 04:02 pm / Haga un comentario

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Por: Adán Chávez Frías

Durante casi dos siglos, el sueño integracionista de Simón Bolívar fue sepultado por los intereses de las oligarquías proimperialistas de nuestro continente.

La Revolución Bolivariana retomó las ideas del padre Libertador para avanzar en la construcción de un mundo multipolar y multicéntrico e impulsar la unión latinoamericana y caribeña sustentada en relaciones de solidaridad, cooperación, complementariedad e igualdad, a fin de proporcionar la mayor suma de felicidad a nuestros pueblos.

Por ello, desde sus orígenes, la Revolución Bolivariana es víctima de una agresión de amplio espectro que incluye diferentes vectores en el plano político, diplomático, financiero, comunicacional y psicológico, para intentar poner freno al proceso de liberación nacional que reinició Hugo Chávez en 1998 y que ha sido respaldado por la gran mayoría de nuestro pueblo.

Hoy en día esa agresión tiene carácter interimperialista y alcance mundial. Sin embargo, ha sido derrotada por la toma de conciencia de un pueblo que reconoce la pretensión de EEUU y sus aliados de derrocar a un gobierno soberano, con el propósito fundamental de repartirse las grandes riquezas del país e intentar frenar la «amenaza» que representa esta revolución, por ser ejemplo de libertad y soberanía para todos los pueblos del mundo.

Tras la partida física del comandante Chávez, la guerra no convencional contra la patria ha tomado dimensiones dignas de estudios serios y análisis profundos. Venezuela es un laboratorio donde se han ensayado todas las fórmulas imaginables, aplicadas con éxito en otras latitudes, para echar por tierra una democracia legítima y buscar la desintegración del Estado-Nación.

El decreto Obama, renovado una tercera vez por la administración Trump, ha permitido a EEUU, Canadá y la UE la imposición de ilegales sanciones financieras al Estado venezolano, que constituyen en sí un crimen penado por el Derecho Internacional, porque atentan no contra el Gobierno sino contra toda la sociedad, tratando de doblegar a un pueblo para que renuncie a su soberanía.

Hemos resistido y estamos resistiendo con heroísmo y dignidad, bajo la conducción y liderazgo del presidente Nicolás Maduro. Venezuela está preparada para sortear estas dificultades, sobre todo porque no estamos solos y, además, el mundo ya no es unipolar. Nuestra nación en la actualidad juega un destacado rol dentro del concierto de naciones con un liderazgo propio en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), el Movimiento de los No Alineados (MNOAL), Unasur, Celac y, como lo hemos visto esta semana, en la Asociación de Estados del Caribe (AEC).

Las dificultades económicas que hoy tenemos son potenciadas por el bloqueo financiero y las sanciones impuestas. Pero allí están los gobiernos de México, Perú, Argentina, Panamá, Colombia, los mismos Estados Unidos, con crisis sociales y políticas profundas generadas por la corrupción, la desigualdad, la pobreza, para las que no han podido encontrar soluciones pese a no estar bloqueados, porque el modelo capitalista que defienden no se los permite.

La campaña de fake news tergiversa nuestra realidad para proyectarnos al mundo como un Estado fallido. Pero tampoco han podido, por ejemplo, imponer su falso escenario de crisis humanitaria. Los organismos multilaterales como Acnur han rechazado la existencia de una crisis migratoria en nuestro país.

Y es que no tiene moral Colombia para hablar de crisis migratoria cuando aquí hemos recibido cerca de cinco millones de colombianos desplazados por su conflicto interno. Existe, sí, una pequeña migración económica, gente que se va del país en búsqueda de supuestamente mejores condiciones, muchas engañadas por la gran campaña de difamación y distorsión existente.

La designación del exdirector de la CIA Mike Pompeo como nuevo secretario de Estado nos augura que la política de agresión hacia Venezuela y América Latina se incrementará. Esta semana, el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, acudirá a la OEA a solicitar más sanciones contra el Gobierno Bolivariano.

La nueva Doctrina Monroe, versionada por Trump, implica abiertamente la inducción de un golpe de Estado que les ahorraría, según ellos, una invasión militar de la cual no están seguros que puedan salir victoriosos.

Pero seguirán siendo derrotados. Las masivas manifestaciones populares en apoyo al gobierno que dirige el hijo de Chávez y las actuaciones decididas y constitucionales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb), como un todo, han reafirmado la solidez de la unión cívico militar que nos legó el comandante eterno.

Desde la embajada de EEUU en Caracas hay una fuerte campaña psicológica contra el pueblo uniformado, contra la Fanb, argumentado la vigencia de la Constitución de 1999, la Constitución de Chávez. Quieren deslegitimar a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y a las actuales instituciones democráticas para justificar un golpe de Estado, apelando a una burda manipulación utilizando la actual Constitución. ¿Podría verse mayor descaro?

Es imposible usar a Chávez y a la Constitución contra el pueblo, porque el mismo pueblo ha entendido que, tal y como él lo señaló, el poder constituyente es permanente y dialéctico. El pueblo votó conscientemente por la nueva Constituyente como garante de la paz, en peligro por una arremetida fascista que se logró derrotar gracias a la elección de la ANC, y para reafirmar que somos los venezolanos, sin injerencia de ningún tipo, los que resolveremos nuestros problemas a través de elecciones; es decir, por medio de la vía constitucional y democrática.

Ante esta nueva arremetida contrarrevolucionaria, el gran movimiento cívico- militar avanza a paso redoblado a una nueva victoria. Sepan los conspiradores y traidores, los enemigos de la patria, que continuaremos derrotando permanentemente cada intento de hacernos retroceder. La revolución marchará indetenible al punto de no retorno para lograr la consolidación del socialismo bolivariano en la próxima década.

¡Con Chávez siempre!
¡Viva la patria!

Caracas, 18 de Marzo de 2018

 

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