Opinión

15.May.2014 / 02:09 pm / Haga un comentario

Probablemente para mañana (hoy), cuando se quejen con la delegación de Unasur de que el Gobierno no quiere cambiar el modelo (que terminó siendo el principal tema en cuestión). Pero estos pasos ya estaban cantados, se los mandaron a cantar. Ramón Guillermo Aveledo hasta que el colesterol se lo permita, no pasará de ser un gestor, un intermediario, un aguantador cualquiera. Pero su vacilar lo rodea la mediocracia que siempre estuvo contra el diálogo. Ahora lanza una colosal operación psicológica que le lave el rostro a la agenda golpista, y a su propio mierdal acumulado.

El mismo fondo

Recordar el cuento una vez más: avanza la ofensiva económica, la implementación de la Ley de Precios Justos, año no electoral, existían las condiciones para una estabilización política, económica y social; sólo mediaba la voluntad política seria, había que implementar esa pataleta mortal planificada y diseñada por los patrocinantes reales: «La Salida». 42 muertos después, Las causas (esgrimidas según el momento y la convención) una vez borradas siguen volviéndose ellas fuentes de sentido, autorreferenciadas. Se mantiene el discurso de la «crisis», pero su condición a la vez gaseosa y monolítica venía adaptándose a lo que dijera el rating, la tarea fundamental era instaurar de una buena vez por todas una narrativa totalizante, que transmita la impresión de estar sin fisuras y que facilite la lógica maniquera del bien contra el mal.

Lectura clasista: para el lavado cerebral, parte del trabajoya estaba hecho, es innecesario estupidizar aún más a la clase más estúpida de nuestra historia. El principio de «vulgarización» de los 11 principios de propaganda de Goebbels describe el procedimiento fundamental desde la plataforma fachomediática: «Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar». Violencia delegada y espectáculo farandulero: fascismo criollo.

A contrapelo del análisis convencional, el golpe de Estado o la imposición de la guerra civil como vía expedita, no es un asunto político (así el acontecimiento, el resultado y los intereses lo sean) sino un asunto técnico. La opinión que más se moviliza con el espich de «La Salida» no es una movilización política: ellos son y serán mientras sigan bajo esa dirigencia un problema técnico, sin rostro humano. No es un asunto de apoyo popular, de exclusivas condiciones políticas sobre el terreno: es un asunto de recursos.

(…)

Volviendo al principio

Era cantado que los chicuacos de la MUD se retiraran. Las múltiples presiones, el saboteo directo de «La Salida» representado particularmente por el Foro Penal Venezolano y Alfredo Romero, el Guillermo Dávila de los derechos humanos. Las presiones sordas también hacían lo propio. Pero que esto ocurriera, lo sabían ellos, lo saben los promotores de la intervención vía mercenarios y sanciones, lo sabíamos nosotros y es muy difícil de imaginar que el Gobierno no se lo esperara. Pero tenía que hacerlo, en primer lugar porque este es un asunto político, en segundo, por ser el único actor con capacidad real de hacerlo además de estar obligado a neutralizar aislando la violencia política. Y es el gobierno el que se mantiene en pie.

Y, también, fue el gobierno el que trató de que una MUD (esta sí) humillada y en retirada tuviera al menos un último salvavidas que evitara su «autosuicidio» político. La agenda de la MUD para el diálogo era de por sí concebida para ser irrealizable, mucho menos resuelta en tres sesiones. Las reivindicaciones incumplibles es un recurso permanente en la estrategia de tensión contra el gobierno constituido.

Así, con la Ley de Amnistía se pretendía un blanqueo general de paracos, hampones y Leopoldo López; con la elección de los poderes públicos prerrogativas desajustadas constitucionalmente; con la conformación «imparcial» de la Comisión de la Verdad mediación extranjera favorable o en sintonía con los «valores» de la MUD; y el «desarme, comprobado internacionalmente» de los «colectivos» parten de una generalización deliberarda e intoxicante que busca transferir la violencia que sus propios paracos han venido generando.

Algunos suponen que tienen mucho que celebrar:

Ravell, entre sus furores andropáusicos, camina de puntillas con el teléfono inteligente en la mano tuiteando pendejadas como esta. Quien sabe en realidad hasta dónde ignora que él y otros tienen tanto prurito anal para transitar el camino que conduce a Siria o, modélicamente, a Yugoslavia, Bosnia será una especie de cuento de hadas en el que participó Diego Arria.

Que hayan cruzado la «segunda etapa» o el punto de no-retorno empujando centralmente la voluntad de muerte con la guerra narrativa, se soporta insoportablemente en el plan, bordadito, del que los mismos promotores no tendrán los cojones para asumir las consecuencias.

La guerra siempre comienza por el lenguaje, y quienes la promueven, siempre pretenderán no estar ahí si eso llega a suceder, para aparecer después, sin un rasguño, y pretendidamente sobre las ruinas de lo que antes estaba ahí.

Otra vez, fingirán sordera y demencia: nunca serán ellos los responsables.

misionverdad.com

 

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