Opinión
Foto: Referencial
Por: Hernán Mena Cifuentes
A principios del siglo XIX, en Kingston, Bolívar escribió el 6 de septiembre una carta, y el 15 de febrero de 1819 pronunció un discurso a orillas del Orinoco y a comienzos del siglo XXI, en Caracas, Maduro escribió otra misiva y en Washington, Moncada un alegato; cuatro documentos que, aunque separados por el tiempo y la distancia, expresan la firme e indoblegable voluntad del pueblo venezolano de ser libre y luchar contra cualquier imperio que pretenda esclavizarlo.
La primera misiva fue la Carta de Jamaica, documento fundamental en el que El Libertador vislumbra el futuro de América del Sur y su independencia, y 4 años después, en el Congreso de Angostura del que el viernes se conmemoró el Bicentenario, dio un memorable discurso en el que presentó por primera vez en la historia el concepto del Poder Moral, dirigido a impedir el acceso a cargos públicos a individuos como el auto proclamado, carentes de moral y ética.
Dos siglos después, Maduro dirigió otra carta al pueblo de EEUU denunciando invasión a Venezuela que su presidente intenta bajo fachada de ayuda humanitaria, que Moncada desde la OEA desnudó con un alegato el cinismo e hipocresía que encierra ya que no la presta a los hambrientos de su país ni a otros pueblos, ayuda que Venezuela no necesita y solo exige le devuelvan los 30 mil millones de dólares que le ha robado para acabar con la inducida escasez de medicinas y alimentos.
Mientras tanto, el Fiscal General y el Contralor General, depositarios del Poder Moral, que el pueblo y Chávez rescataron incorporándolo a la Carta Magna en Asamblea Constituyente han llevado ante la Justicia a Guaidó, quien junto con los miembros de su fantasmal gobierno y gobernantes que lo apoyan, más temprano que tarde serán arrojados al basurero de la historia.
«…Se nos quiere volver a las tinieblas, se han roto las cadenas, ya hemos sido libres y nuestros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos».
Simón Bolívar