Opinión / Eduardo Piñate

22.Feb.2015 / 08:57 pm / Haga un comentario

Parece que alguna gente en la derecha, la de aquí (autóctona jamás) y la del exterior, no se había enterado que en Venezuela hace ya rato se acabó el tiempo de la impunidad. El año pasado varios dirigentes fascistas convocaron a la llamada “La Salida” y generaron una situación de violencia foquista y terrorista que por varios meses se mantuvo en unos pocos municipios del país; no obstante causaron 43 muertos, centenares de heridos y miles de millones de bolívares en pérdidas materiales.

Varios de los principales participantes e instigadores de tal violencia, incluyendo uno de sus principales promotores, el Monstruo de Ramo Verde (Leopoldo López) y algunos ex alcaldes de ultraderecha, permanecen desde entonces en prisión y están sometidos a juicio por tales delitos.

La detención de Antonio Ledezma realizada la semana pasada, la disposición de la mayoría de la Asamblea Nacional para allanar la inmunidad parlamentaria de Julio Borges por la participación de ambos en los planes de acciones golpistas recientemente denunciados por el presidente de la República, más la prisión y sometimiento a juicio de Leopoldo López, todos ellos jefes de las bandas fascistas que han pretendido llenar de violencia y sangre a Venezuela, ratifican lo que afirmamos en el primer párrafo: se acabó el tiempo de la impunidad de estos sectores violentos que se han planteado acabar con la paz de la Patria para destruir la Revolución Bolivariana.

El gobierno revolucionario tomó nota de la crítica del Libertador Simón Bolívar, cuando en el Manifiesto de Cartagena (1813) enjuicia las causas de la pérdida de la Primera República y sentencia que a cada conspiración contra la naciente República le sucedía un perdón, que era seguido por otra conspiración que se volvía a perdonar. Esa imposición de la impunidad fue una de las causas de la pérdida de aquella primera República, de manera que evitar que se imponga en nuestros tiempos es una tarea revolucionaria de carácter estratégico y así ha sido asumida por nuestro gobierno.

También revelan tales acontecimientos, junto con otras medidas económicas y políticas anunciadas por el Presidente Obrero Nicolás Maduro, que el gobierno Bolivariano y las fuerzas revolucionarias hemos pasado de la denuncia del golpe continuado, al contragolpe para derrotar a la ultraderecha fascista que, subordinada al imperialismo, se propuso destruir el proyecto revolucionario, Socialista Bolivariano y Chavista, que construye y empuja la mayoría de nuestro pueblo.

La guerra total que el imperialismo ha desatado contra la Revolución Bolivariana tiene que ser enfrentada con la mayor firmeza por parte de todo nuestro pueblo. Así lo ha entendido la dirección revolucionaria encabezada por el presidente Nicolás Maduro. En la lucha contra la guerra económica hemos actuado con mucha fuerza contra especuladores y acaparadores en el marco de lo que establecen la Constitución y la Ley Orgánica de Precios Justos. Esta línea de combate debe mantenerse y profundizarse –como hemos dicho en otras oportunidades-, porque no es una responsabilidad solo del gobierno, es una tarea de todo el pueblo.

Se trata de no transigir con la burguesía y el imperialismo, en estos momentos se trata de destruir todo su plan conspirativo y de violencia, golpear con el concurso de todo el pueblo, fuertemente a las mafias que desarrollan todas las dimensiones de la guerra económica (especulación financiera, especulación con los precios de los productos, acaparamiento, bachaqueo y contrabando), combatir en el plano de las ideas la manipulación perversa que busca atribuir al gobierno y al socialismo Bolivariano una crisis económica cuyos responsables son la burguesía parasitaria y el modelo económico rentista que es una supervivencia del capitalismo subdesarrollado y dependiente que se nos impuso durante la IV República.

Se trata de sostener la ofensiva para avanzar en la construcción del modelo económico productivo socialista, de nuestro Socialismo Bolivariano y Chavista, con la clase obrera al frente gestionando directa y democráticamente el proceso social del trabajo, acompañada de todo el pueblo consciente y organizado para la construcción y para la defensa integral de la Patria.

Son estas algunas de nuestras tareas tácticas y estratégicas como pueblo combatiente por la libertad y la justicia. Cumplirlas tiene muchas acciones concatenadas e interrelacionadas, una de ellas ya la comenzamos a ver realizada: Se acabó la impunidad.

Caracas, 22 de febrero de 2015

Eduardo Piñate

 

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