Opinión / Richard Canan

27.Ago.2014 / 10:42 am / Haga un comentario

Mientras Estados Unidos se desvive por mantener su hegemonía como Sheriff del mundo, involucrándose en cuanto conflicto existe en el planeta o expoliando hasta el último barril de petróleo o materia prima que esté mal parado en cualquier país emergente, en su patio interno se mantienen y reproducen oprobiosas prácticas de discriminación, exclusión e injusticia social, eventos que además son recurrentemente escondidos e invisibilizados bajo la alfombra de los grandes y poderosos medios de comunicación norteamericanos.

No hay límite en el presupuesto ni obstáculos en el Congreso norteamericano cuando se trata de aprobar recursos para invadir, armar, matar o dominar a otras naciones y pueblos del mundo. Lo hemos dicho, la doble moral, el doble rasero norteamericano no tiene vergüenza ni escrúpulo alguno. Sin embargo, la claridad de la calle se convierte en oscuridad para la casa.

El llamado Sueño Americano se desvanece debajo del Drywall (mampostería falsa) y las candilejas (alucinantes luces de neón). Enormes grupos sociales viven excluidos de los “beneficios” de pertenecer al país más poderoso del mundo. Para ellos el Congreso no legisla ni aprueba recursos. Hay acumulada una enorme deuda social.

Estados Unidos es el país con las mayores desigualdades sociales, con enormes brechas entre los ricos y los pobres. La ingente riqueza está distribuida en pocas manos (o corporaciones) y el dominio conservador ha impuesto la lógica de que la gente se debe defender como pueda. Los más aptos y privilegiados arriba (por supuesto), disfrutando del botín y la inmensa riqueza, y los más pobres abajo, totalmente excluidos y en la miseria.

Lo ocurrido en Ferguson (Missouri) es solo un pequeño reflejo del poderoso enraizamiento de la discriminación y la exclusión social. Es la imagen fiel de la injusticia imperante al interior de los Estados Unidos. La enorme movilización exigiendo justicia, no pudo ser ocultada por los grandes medios, saltando a la luz pública un nuevo caso, una nueva manifestación de discriminación racial y social. La desproporción y el uso abusivo de la fuerza policial es algo recurrente y se aplica con mayor dureza contra las comunidades más pobres de Estados Unidos, todas llenas de afrodescendientes y latinos. Es como una película repetida, un policía blanco mata a tiros a un joven afrodescendiente que estaba desarmado y con las manos en alto al momento de recibir “solo” seis (6) disparos.

El propio Fiscal General de Estados Unidos, Eric Holder reconoció que: “La historia hierve debajo de la superficie en otros lugares además de Ferguson”.

La segregación racial y social no es parte de la historia lejana y pasada de Estados Unidos. Está viva y muy presente, a pesar de todas las luchas por los Derechos Civiles y de que por primera vez en su historia, Estados Unidos tiene en la Casa Blanca un presidente afrodescendiente. Las tensiones y diferencias entre los distintos grupos sociales siguen presentes en casi todos lados, observándose claramente la existencia de cientos de barrios separados (para blancos y negros), así como también diferencias significativas en sus ingresos económicos y niveles de vida.

Un rápido vistazo al patio interno del imperio, no deja de sorprendernos e impresionarnos por los temas, algunos casi coloniales, que aún están en boga y a flor de piel en la gente:

1. Discriminación racial. En la Declaración de Independencia de Estados Unidos se señala que “todos los hombres somos creados iguales”. Pero la historia y la realidad ha demostrado que unos son más iguales que otros, y que a pesar de los años aún quedan huellas del odio racial sembrado en el alma y en la lógica de funcionamiento del sistema social norteamericano. Recordemos que hasta recién avanzados los años 60, la discriminación racial en este país, golpeaba dura e inmisericordemente a los afroamericanos, con prácticas de segregación que incluso venían de la época de la esclavitud. No existía hasta los años 60, condiciones de igualdad en el aspecto político, económico, social y hasta cultural. Hablamos de la terrible segregación racial expresada en la separación de servicios y espacios públicos como escuelas y hospitales. Tampoco los afrodescendientes podían votar. Las emblemáticas luchas de Martin Luther King, Malcolm X y Rosa Parks hicieron irreversibles e incontenibles las luchas por los derechos civiles. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. Los vestigios de estas terribles prácticas de exclusión y discriminación racial y social quedan aún presentes hasta nuestros días y están sembradas en la lógica de las clases dominantes norteamericanas. Lo ocurrido en Ferguson es un ejemplo de ello.

2. Millones de desempleados. Piénselo bien antes de dejar la comodidad de su terruño materno y lanzarse a conquistar el Sueño Americano. Puede tropezarse crudamente con la realidad: en Estados Unidos hay casi 10 millones de personas desempleadas (6,2%). En Estados como Nevada, California, Michigan, Carolina del Sur, Florida, Rhode Island, Carolina del Norte, Georgia, las tasas de desempleo superan el 10%. La extrema flexibilización laboral existente en un sistema neoliberal como el de Estados Unidos, hace además que la mayoría de los empleos disponibles sean de baja calidad y poca remuneración, empleos miserables, de subsistencia. Bien lejos del empleo estable y para toda la vida con que millones de inmigrantes soñaban al llegar a este país. Como siempre, los afroamericanos y los hispanos aparecen figurando como los sectores que más sufren el desempleo, con índices de hasta el 16,1%, muy por encima de la tasa nacional y de los trabajadores blancos.

3. La drogadicción. Este es un tema interesante y que forma parte de la doble moral norteamericana. Estados Unidos es el mayor consumidor de drogas del mundo. Según cálculos de la oficina norteamericana de Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental (SAMHSA), en el año 2011, unos 22,5 millones de personas en Estados Unidos consumieron algún tipo de droga ilícita o abusaron de medicamentos psicoterapéuticos. Esto equivale al 8.7% de su población. Entre sus drogas preferidas están la marihuana, cocaína, crack, heroína, alucinógenos e inhalantes. Este es un tremendo negocio, ya que se estima que mueve alrededor de 100.000 millones de dólares anuales, ayudando a mover el sistema económico y financiero de Estados Unidos. Las “eficientes” incautaciones y decomisos apenas llegan al 1%, cosa extraña, siendo Estados Unidos el país Sheriff del mundo, con toda la tecnología y recursos a su disposición. La drogadicción alcanza principalmente a la población joven y es causante directa de más de 20.000 muertes al año. Mantener el vicio de millones de “clientes” es, como dijimos, un negocio de millones de dólares, estos flujos transaccionales pasan íntegramente por el sistema financiero norteamericano, pero hasta ahora no les había sido posible “controlar el negocio”. Esta realidad está cambiando y ahora en 15 estados norteamericanos, está permitida la producción industrial de la marihuana, para el uso “terapéutico y recreacional” de sus ciudadanos.

El tema de las drogas es un negocio meramente capitalista. Por un lado están los consumidores norteamericanos, ávidos de satisfacer sus necesidades de consumo, creando una enorme demanda. Por el otro, están los países productores que utilizan una vasta red de distribución y tráfico, para que la droga llegue de manera segura y constante a las narices de los consumidores norteamericanos. En el medio, docenas de países son víctimas del rentable negocio. En este tema, la doble moral y tozudez norteamericana hace que, en vez de atender y rehabilitar a su población consumidora, a sus drogodependientes, Estados Unidos se empeña en descertificar y agredir a sus países vecinos. Los pueblos del mundo podemos certificar a Estados Unidos como el país de las narices frías.

4. Los créditos tóxicos. Otro fraude en el espejismo del Sueño Americano, es el de la vivienda propia, el hogar de la familia americana. La clase media y las familias pobres norteamericanas han visto en la última década el derrumbe del sueño más fuerte y arraigado: la posibilidad de poseer un hogar. La enorme voracidad del sistema financiero norteamericano generó el mayor desastre hipotecario en la historia de los Estados Unidos. Los fondos de inversión y docenas de bancos empezaron a estimular la adquisición masiva de viviendas, obviando las capacidades de pago de las familias generando el incremento especulativo del valor real de las viviendas, y elevando así el monto final de los créditos. Los impagos empezaron a multiplicarse y al explotar la burbuja hipotecaria, solo en el año 2006, se ejecutaron más de 1.200.000 hipotecas y quebraron más de 100 bancos. La tremenda huella social de esta tragedia, la pagaron de lleno las millones de familias norteamericanas que quedaron sin hogar. Sin embargo, los bolsillos de los grandes banqueros continuaron intactos y repletos de dinero, ya que el gobierno norteamericano, sin temblarle el pulso y de manera eficiente, les otorgó todo el rescate financiero requerido para subsanar el desastre que ellos mismos habían causado. En el mundo al revés, más importantes son los banqueros y las corporaciones que las familias norteamericanas.

5. Change We Can Believe In. El presidente Obama se ha transformado en otro sueño roto para el pueblo norteamericano. Hasta un premio Nobel le dieron (nadie sabe aún porqué méritos). La sensación de defraudación es evidente. Ha estado entrampado año tras año en superar el déficit fiscal (los republicanos le han dado varios “default” parando todo el Gobierno Federal). Sus ofertas electorales se han ido alejado de la realidad, de lo posible, de la gente. Sus promesas de cambio (We Change) se han diluido. Las dificultades y obstáculos para cambiar el sistema de Seguridad Social y ampliar la cobertura médica para los más pobres ha sido vergonzoso. La larga postergación de la reforma migratoria ha afectado a más de 11 millones de indocumentados. En paralelo, los ricos son ahora más ricos y los pobres norteamericanos no tienen a donde más bajar.

Obama ostenta el título de Presidente y duerme en la Casa Blanca, pero eso no significa que sea el que tenga el poder. No ha cumplido su promesa de cerrar el ilegal centro de detención en Guantanamo y ya le agarró el gusto a invadir y bombardear a otros países. Esta es la lógica guerrerista imperial norteamericana que se somatiza en la mente y conciencia de sus líderes. Se pueden gastar millones de dólares en misiles, pero ni un solo centavo para que una familia norteamericana tenga su hogar.

Ya a nadie encandila el sueño americano.

 

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