Opinión / Eduardo Piñate

20.Abr.2016 / 12:31 pm / Haga un comentario

Eduardo Piñate

Foto: Archivo

Por Eduardo Piñate R.

1)    Es indiscutible que la contrarrevolución obtuvo importantes victorias el año pasado en nuestro continente. La elección de Mauricio Macri en Argentina, la derrota de Evo Morales en el referéndum de Bolivia y la victoria de la derecha en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre en Venezuela, junto con los golpes parlamentarios que permitieron el derrocamiento de los gobiernos de Manuel Zelaya en Honduras y Fernando Lugo en Paraguay hace varios años; representan un nivel de recomposición de las fuerzas favorables al imperialismo que, junto a los gobiernos de Colombia, México, Perú, Panamá y Costa Rica, hacen pensar a las élites imperialistas que llegó la hora de la restauración conservadora en nuestros países y la recolonización de Nuestra América.

2)    A partir de lo anterior, los apologistas del sistema capitalista (economistas, sociólogos, abogados, filósofos, escritores, periodistas y editores, entre otros), se inventaron un “ciclo progresista” en América Latina que, supuestamente, estaría llegando a su fin. Es la manipulación ideológica (en el sentido marxista de falsa conciencia) que acompaña la guerra total contra nuestros pueblos, dirigida a debilitar la conciencia antiimperialista y anticapitalista que ha crecido y por esa vía desmoralizar y desmovilizar las fuerzas populares que construimos todos los días un modelo de sociedad antagónico a la explotación capitalista y la dominación imperialista.

3)    En la actualidad el imperialismo recurre a la guerra no convencional y dentro de esa concepción al expediente de los golpes suaves, que ya le dieron resultados positivos en países de Europa Oriental, con las llamadas revoluciones de colores. Es esa la guerra que nos están haciendo en la actualidad a los gobiernos revolucionarios y progresistas de América Latina y el Caribe (combinada con otros formatos como el que aplicaron en el Chile de Allende o el que aplicaron en Libia o Siria); la aplicaron y la aplican en Argentina, en Bolivia, en Ecuador, en Venezuela, en Brasil, en Nicaragua y El Salvador, entre otros, que incluyen algunos países del Caribe Oriental y Cuba.

4)    Es una guerra que combina distintas formas de lucha: económica, política, mediática, psicológica, cultural, ideológica y militar (sabotaje, terrorismo y foquismo urbano); que relaciona formas de lucha principales y secundarias de acuerdo a las condiciones concretas de cada país.

5)    Es una guerra de desgaste, cuya finalidad es debilitar/fragmentar la base social de sustentación de los gobiernos progresistas y revolucionarios para luego dar el zarpazo, bien sea por un golpe parlamentario como lo hicieron con Manuel Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay y están haciendo ahora con la presidenta de la República Federativa de Brasil Dilma Rousseff, o por la vía de la violencia golpista y una intervención extranjera como tratan de hacerlo en nuestro país.

6)    Hay que dejar claro que no estamos enfrentando un ataque a dirigentes políticos aislados (aunque los incluye, por ejemplo, los procesos abiertos a Dilma y Lula en Brasil, a Cristina Fernández en Argentina y a dirigentes fundamentales de nuestra revolución como Diosdado Cabello, entre otros), enfrentamos la contraofensiva reaccionaria dirigida por el imperialismo contra el proceso de liberación de nuestro continente. No es contra quienes hemos asumido la construcción del socialismo como proyecto de sociedad como Venezuela, Cuba o Bolivia. No se puede acusar de socialistas a los gobiernos de Lula y Dilma, ni a los de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Es contra todos los gobiernos y los pueblos que sostienen y defienden políticas soberanas y nacionalistas, no importa que no pongan en cuestión al capitalismo si objetivamente chocan con los intereses del capital financiero internacional y los países imperialistas, encabezados por los Estados Unidos de Norteamérica.

7)    El domingo 17 de abril, el presidente de la Asamblea Nacional y dirigente de la contrarrevolución en Venezuela, Henry Ramos Allup, escribió en su cuenta twitter: “Ganó Brasil, poco a poco la democracia latinoamericana va diluyendo sus pesadillas.” Se refería a la votación que en ese momento se celebraba en la Cámara de Diputados del Congreso de Brasil para aprobar la destitución de la presidenta de esa nación Dilma Rousseff. Citamos a este ex dirigente socialdemócrata y hoy plenamente consustanciado con las ideas fascistas que hegemonizan a la oposición venezolana, para evidenciar la particular –y antidemocrática- concepción de la democracia que anima a la contrarrevolución venezolana y continental. Escribir tal cosa en el momento que se consumaba la primera parte del golpe parlamentario contra la presidenta constitucional de Brasil Dilma Rousseff, me hizo recordar los gritos de ¡democracia! ¡democracia! en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores el 12 de abril de 2002, cuando el dictador Pedro Carmona Estanga eliminaba todos los poderes públicos de un plumazo.

8)    Los partidos políticos, los líderes de derecha y las fracciones burguesas más asociadas al imperialismo en nuestros países, carecen de proyecto nacional, su proyecto es el de los grandes centros imperialistas, la restauración conservadora que pretenden es la vuelta a la expresión más salvaje del capitalismo que es el neoliberalismo, con un modelo político profundamente dictatorial, basado en la represión y el autoritarismo. Eso es independiente del ropaje con que se cubran para disimular su esencia; ¿qué otra cosa significan los más de 100 mil despedidos por el gobierno de Mauricio Macri en dos meses de gestión y los ataques contra la libertad de prensa?, ¿qué significan los cientos de líderes de izquierda asesinados en Honduras después del golpe de Estado contra Zelaya?

9)    Una enseñanza fundamental a aplicar en este tiempo de contraofensiva reaccionaria, la aprendimos de nuestra historia; la aprendimos de Bolívar, de Fidel, del Che Guevara, la aprendimos de Chávez. Es lo importante de no ceder en nuestros principios revolucionarios, de no abrir ninguna fisura por donde se pueda colar la contrarrevolución, de no dar ninguna concesión que ponga en riesgo la revolución ennombre de la “gobernabilidad” y/o la “estabilidad”, como pretenden los reformistas de todo tipo.

10) Una virtud de todo revolucionario consecuente, que el Comandante Supremo Hugo Chávez desarrolló de manera brillante, fue la combinación de una gran flexibilidad táctica, derivada de un pensamiento profundamente antidogmático, con una gran firmeza de principios. Como buen hijo de Chávez, el presidente Nicolás Maduro está demostrando en la práctica esa misma capacidad que es esencial para derrotar hoy los planes de restauración y recolonización del imperialismo.

11) En Venezuela vivimos una emergencia económica derivada de la guerra total que nos hace el imperialismo y sus aliados locales para derrocar al gobierno del presidente Maduro y destruir la Revolución Bolivariana. La ultraderecha nos propone rendición o violencia y muerte, los socialdemócratas reformistas nos proponen que dialoguemos con la ultraderecha y compartamos el poder en un “gobierno de unión” como lo llama alguno o un “gobierno de coalición” como lo llaman otros. Ese es el camino más rápido y seguro al infierno, es decir, a la destrucción de nuestra revolución; la experiencia del gobierno de Fernando Lugo y de alguna manera del de Dilma Rousseff lo confirma; fue precisamente el intento de ganar “gobernabilidad” nombrando ministros o vicepresidentes de esa derecha conservadora, lo que abrió el camino para los golpes parlamentarios en ambos casos.

12) La naturaleza antiimperialista de nuestra lucha, obliga a entender que el imperialismo no tiene escrúpulos ni límites, que es una fuerza extraparlamentaria e inconstitucional por excelencia. Para ellos las constituciones y los parlamentos son buenos mientras sirven a sus intereses, cuando dejan de servirles los desechan como lo demuestra la historia, desde Hitler hasta Pinochet y lo vivimos en Venezuela en el cortísimo período de mandato del dictador Pedro Carmona Estanga.

13) En las presentas condiciones de profundización de la embestida de la contrarrevolución en el continente, al lado de la firmeza de principios y la flexibilidad táctica, es fundamental que sostengamos la unidad de los revolucionarios y la unidad del pueblo. La guerra económica que asalta el salario de los trabajadores y el ingreso de la familia, las campañas mediáticas y de guerra psicológica, junto a la manipulación ideológica, persiguen romper la unidad, fragmentarnos, dividirnos. Es una tarea estratégica de los partidos y fuerzas de vanguardia de nuestro continente, cuidar y fortalecer cada vez más nuestra unidad como pueblos.

14)  Unidad y movilización permanente del pueblo; de la clase obrera, de los campesinos, de la juventud, de las mujeres, de los militares patriotas, de los habitantes de nuestros barrios; son tareas esenciales para derrotar la contraofensiva imperialista.

15) Nuestros partidos y organizaciones de vanguardia del continente tenemos el desafío de la confrontación con el imperio y con sus fuerzas al interior de nuestros países. Hoy tenemos fuerzas acumuladas como nunca las habíamos tenido en nuestra historia republicana, es decir, estamos en condiciones de vencer al imperialismo y seguir construyendo el camino revolucionario, antiimperialista y socialista, que comenzamos con el Comandante Chávez desde 1999 y que tantos frutos nos ha dado a los latinoamericanos y caribeños a lo largo de estos 17 años.

16) Venceremos!!!

Caracas, 19 de abril de 2016

 

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