Opinión

13.Jul.2014 / 04:15 pm / Haga un comentario

1

Cuenta la leyenda urbana, que queremos creer así sea incierta, que a la joven caraqueña Susana Duijm le preguntaron cuál era su plato preferido. La respuesta dejó patitiesos a los atildados animadores del Miss Venezuela y causó patatús a muchas damas encopetadas de la alta sociedad mantuana. La muchacha, como buena venezolana habitante de los barrios caraqueños, dijo a todo gañote que le encantaba el espaguetis con caraotas y queso rallao.

Rápidamente la bella muchacha fue escarnecida por la alta sociedad de entonces quien señaló su poco refinamiento e incultura. En el mundo sofisticado y frívolo de la época, y de ésta también, confesar predilección por tan sabrosa elaboración criolla constituía una apostasía.

Lo más bueno de la leyenda es que la hermosa mujer, alimentada con viandas de la venezolanidad y que aún hoy pasadas las décadas sigue siendo bella, fue al Miss Mundo y consiguió el primer cetro de belleza mundial para Venezuela. A caraotazo limpio.

2

En algún lugar, el entrañable Farruco Sesto cuenta que cuando el Comandante Hugo Chávez fue inquirido por algún chivo grande extranjero acerca de cuál era el plato llanero por excelencia, este no mencionó a la carne en vara, ni al picadillo, ni el pisillo de chigüire, ni alguna otra sabrosura del llano. Puso el dedo en la llaga y, como antropólogo popular y veguero de las sabanas, exclamó con un gesto de victoria y cara de jodedor: ¡La pasta con sardinas!

¿Pasta con sardinas plato principal de los llaneros a tantos kilómetros de la costa? Pues sí camarita. Y ah vaina pa´buena cuando está calientica. De hecho, algunos gourmets consumados como yo, le ponemos una cucharadita de mayonesa, acompañamos con tajadas de topocho tierno y ¡voilá!

3

Unos sifrinos merideños recibieron en su posada paramera a una comitiva de operadores turísticos franceses. La gestión aseguraba la llegada de turistas a montón, fuera y dentro de temporada. Sofisticados y “snobs”, los chamos trajeados con camisas Columbia y pantalones Tommy Hilfiger luego de una reunión de “brainstorming” decidieron que el menú sería “Gordon Blu de Pollo y papas a la francesa” (sic). Los carajos huyeron despavoridos y la última vez que se les vio, se atapuzaban con una sopa de arvejas con marrano ejideño acompañada de unas arepas de harina y aguaémula para tomar.

4

El propietario del restaurant celebraba festivo la bonanza económica provista por la Feria Internacional de San Sebastián en San Cristóbal, capital tachirense. Sus eventos con cantantes vallenateros había resultado un éxito y la noche anterior había tenido una “Gran Fiesta Colombiana”. Ese día era especial porque recibiría después de la corrida principal al diestro matador Tomás Campuzano, españolete hasta la médula.

Con todo dispuesto para recibir a la hispana comitiva, asesorado por algunos locutores tachirenses que simulan ser españoles cuando narran las corridas y argentinos cuando narran el fútbol, contrató a un grupo de peruanos para agasajar al invitado con “pasodobles españoles”.

Tomás Campuzano entró al restaurant y vociferó con castizas palabras: ¡Coooooooño! ¿Pasodobles otra vez? ¡Quítenlo! Quiero escuchar esa bella música de arpa que cantan los llaneros. Sí, a ese que llaman Reinaldo Armas.

***

Dos ejemplos reivindicatorios y dos ejemplos de autodesprecio. Ambas fuerzas operan y se enfrentan en nuestra sociedad. A luchar todos por lo nuestro.

Por: Pedro Gerardo Nieves

 

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