Opinión / Héctor Agüero

19.May.2014 / 09:02 am / Haga un comentario

Evoco el título y vienen a mi mente las películas de Henri Clouzot, un cineasta francés maestro en la descripción del ser humano, de su lado ambicioso y despiadado. Quizás su obra maestra sea “Las diabólicas” una película que narra las maniobras de la esposa del propietario de un colegio para eliminar a su marido. Clouzot recrea de manera admirable la sordidez, la ausencia de moral y la forma despiadada de actuar de esta mujer y de la subdirectora, su cómplice.

Digo todas estas cosas después de oír las últimas andanzas en Brasil de la señora Machado que desoyendo las reglas de la cortesía, dejó colgando una cita que tenía en el Senado ante el temor que los cuarto bate de la izquierda brasileña le cantaran las cuatro verdades. Un papelón pues. Y lo otro es la entrevista papita que le monta un diario capitalino a la señora Antonieta Mendoza. Digamos que estamos ante un verdadero manual de cómo ser ambicioso, no morir en el intento, no temerle al ridículo y de paso estar convencido que te la comiste. Otro papelón.

Después de la desaparición física de Jorge Olavarría de Tezanos Pinto, godo puro, de talento excepcional, dotado de una vasta cultura y de un asombroso olfato para percibir los cambios sociales en la República, podemos decir sin temor a equivocarnos que los cuadros políticos de recambio de la mal llamada derecha venezolana simplemente desaparecieron y de remate los partidos que la representaban entraron en barreno y apenas la escasa militancia que les sobrevivió piadosamente cabía en un autobús. Apurados en 1998 y ante la avalancha del fenómeno Chávez no se les ocurrió mejor idea que recurrir a Donald Trump y su concurso de belleza y exhibieron a una miss Universo como contrincante para frenar el avance irreversible del arañero de Sabaneta. Como a mitad del camino, desesperados y desoyendo el refrán llanero que desaconseja cambiar la carga del burro en medio del río, decidieron reemplazar a la miss por un comerciante a caballo y vecino del burgo de Valencia del Cabriales para mejores señas. Nunca las segundas partes han resplandecido y a las pruebas me remito, el mentado caballero de los dos apellidos se quedó a pie y hoy en día parece que se dedica al noble y piadoso oficio de proveer a los guarimberos de medios administrativos para la producción serializada de armas pacificas como miguelitos, cohetones, bombas molotov, gasolina, guayas y todas las lindezas, que los “estudiantes” usan, también de “manera pacífica”, cada vez que ven un GNB o un PNB.

Otra que no calza el talento de Jorge Olavarría es la señora Machado quien después de una breve pasantía por la AN y para engrosar su currículo internacional decidió de forma espontánea ingresar al staff del Departamento de Estado panameño y hoy gracias a la USAID se ha convertido en una viajera impenitente rodeada de un fasto que le daría envidia al mismísimo Michael Jackson si viviera. Si algún día ella entendiera que la política es paciencia, prudencia y espera, quizás mejorara su portafolio de presentación como dicen los publicistas. No está de más que de vez en cuando recite el verso del bardo adeco: hay dos cosas que hacen mucho ruido, un carro viejo y un diputado nuevo. Le hace falta.

El tema de la señora Mendoza ocupa un tema completo.

 

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