Opinión / Antonia Muñoz

22.Abr.2015 / 11:17 am / Haga un comentario

La noche del 14 de abril de 2015, en el marco de la celebración del segundo aniversario del gobierno, observé por televisión al Presidente Maduro preguntándole al Diputado Vera dónde estaban los trabajadores que no salían a la calle a defender la revolución de los especuladores, usureros, revendedores y bichos afines. También se dirigió a sus ministros más o menos en los mismos términos. Me puse en su lugar y lo comprendí, y por eso me atrevo a decirle al Presidente que muchos sentimos esa misma angustia e impotencia cuando comprobamos que no podemos ayudar en un problema tan acuciante, como es la situación económica que se está viviendo en la calle con esas benditas colas que no disminuyen; aunque se suministren productos de consumo masivo por encima de la necesidad de la población. Es así porque toda esta guerra económica ha devenido en un fenómeno social hasta ahora desconocido en Venezuela, donde alguna gente parece insaciable y siempre están belicosos y de primeros en cualquier cola, generalmente en grupos organizados y muchas veces ayudados por motorizados que caletean fuera del área donde se está vendiendo el producto que sea. Ciertamente el problema es agobiante. Hay que revisar de parte y parte. Paso a señalar algunas situaciones que de atenderse objetiva y diligentemente tendrían un efecto favorable.

Nos preguntamos ¿Por qué no se les exige colocar en red el sistema con capta huellas, a ciertos negocios de víveres que son tan numerosos y existen en todos los municipios del país? Adicionalmente, muchos venezolanos presencian con impotencia cómo ese mismo grupo de comerciantes muchas veces no factura, lo que implica evasión de impuestos. Así mismo, en muchas oportunidades venden al por mayor sin estar autorizados para ello; lo cual favorece la reventa y la escasez, ya que la mercancía fluye muy rápidamente. Aparentemente, la venta al por mayor es para quitarse de encima el problema de las colas. La permisividad con el grupo de comerciantes aludidos profundiza la escasez inducida, y por ende, incrementa las odiosas colas. En relación a los 20 o 30 mil capta huellas que fueron colocados hace como un mes, ya va siendo tiempo que se comience el análisis de la data para ir detectando a los “coleros profesionales”. De lo contrario, los capta huellas no sirven absolutamente para nada, y no cumplirán su cometido como una medida coyuntural contra los irresponsables que con tal de hacer dinero fácil, bien poco les importa desquiciar la economía de su país. Al fin y al cabo, con culpar al gobierno tienen.

En otro orden de ideas, hay algunas medidas tomadas bajo premisas falsas o equivocadas que contribuyen a la escasez de algunos productos. La verdad que no hay forma de entender que se pretenda que en enero del 2015, una torrefactora pueda entregar café molido para su distribución al público a Bs. 47 el kilo. Esto no es posible, porque en diciembre de 2014 se fijó a través de una providencia administrativa el quintal (46 kg) de café verde a un promedio de Bs. 4.200 (Bs. 5040 a Bs. 1447, de mayor a menor calidad del café en grano). Las torrefactoras compran el café verde a los productores al precio oficial establecido en Gaceta o en providencia administrativa. Su trabajo agroindustrial consiste en tostarlo, molerlo y empacarlo. Para obtener 1 kg. de café molido se necesita tostar 1, 25 kg ( un kilo y cuarto) de café verde que le cuesta a la torrefactora aproximadamente Bs. 114. Si al costo de la materia prima (1, 25 kg de café verde) le sumamos el costo de los servicios, pago de personal y la ganancia que se espera de cualquier trabajo, es fácil darse cuenta que la torrefactora no puede entregar para su distribución al consumidor 1 kg. de café en Bs. 47. ¿Ayudará al abastecimiento, la indolencia o arrogancia de funcionarios que se niegan a oír cualquier tipo de razonamiento? La pequeña torrefactora de esta historia real, desde el 26 de enero está sancionada con un cierre y un comiso temporal.

Continuando con el café: me refirió un amigo que el martes 21/04/2015, compró en una bodega de Guanare ¼ de kg de café en Bs. 130, lo cual significa Bs. 520 el kg de café molido. Este es el otro extremo de la situación. A cualquiera le recomiendo que por muchas ganas que tenga de beber café, no le compre a ningún “asaltante sin pistola” un producto tan excesivamente caro como ese. Lo único que debería hacerse en este caso es reportar este delito a las autoridades que tienen entre sus funciones aplicar la Ley de precios justos como lo establece el artículo 114 de la Constitución de la República. Presidente Maduro, los ciudadanos comunes y corrientes que somos chavistas y nos duele la Patria, también podemos ayudarlo sin necesidad de un cargo, pero a veces nos topamos con la sordera y la indiferencia de algunos funcionarios públicos. ¡CHÁVEZ VIVE. LA LUCHA POR LA PATRIA SIGUE!

Guanare, martes 21 de abril de 2015.

 

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