Opinión

1.Mar.2015 / 12:42 pm / Haga un comentario

Grito Llanero

Por: Pedro Gerardo Nieves

Al momento de escribir estas líneas, termino de presentar el examen “final” del segundo momento de mi participación en la Escuela Nacional de Formación Socialista “Comandante Supremo Hugo Chávez Frías” del Partido Socialista Unido de Venezuela.

Culmina así la segunda etapa de nuestra formación como cuadros revolucionarios en este prodigioso sistema de formación que, haciendo Patria, es decir Revolución, congrega a venezolanos militantes de todo el país para hacernos plenos de valores humanos y conocimientos que nos permitan entender, más allá de la consigna, los distintos porqués de este proceso político que inició con nuestros aborígenes, se hizo luz con Simón Bolívar y esplendor con Hugo Chávez.

Pero esta escuela de cuadros no es una escuela cualquiera. Con la dirección de nuestro Presidente obrero Nicolás Maduro y la férrea, esclarecida y amorosa conducción de María Cristina Iglesias y su equipo de trabajo, se ha creado todo un sistema de formación, científicamente estructurado y pedagógicamente aplicado, que deviene en todo un poderoso dinamo de inteligencia colectiva y compromiso patrio.

Así, se aprende en las plenarias donde hemos tenidos esclarecidas ponencias que nos desvelan muchas veces asombrosamente conocimientos sistematizados que de otra manera nos llevarían años de estudio e investigación; en las mesas de trabajo el diálogo, la pregunta, la respuesta, la crítica, el debate toman la vanguardia para librar un dulce combate por la realidad y la verdad y, sobre todo, al concluir las faenas se aprende también fuera de las aulas de clases.

Desayunamos, almorzamos, merendamos y cenamos política. Las condiciones especiales del curso, inteligentemente diseñadas para que nuestros cerebros se enciendan en inteligencia, logran en nosotros el milagro del despertar de la activación política teórica y práctica.

Además el hecho de mirarnos cara a cara con el prójimo, ese chavista militante distinto e igual a nosotros que viene de otras latitudes a darnos su conocimientos y humanidad; a hacer suyas nuestras visiones y darnos la mano y el corazón para que avancemos, constituye una experiencia humanísticamente enriquecedora.

Nosotros, vegueros del llano adentro, conformamos un heterogéneo equipo de formadores propulsores hombres y mujeres que con camaradería, entusiasmo y mucha chispa vamos “traduciendo” a nuestras metáforas e hipérboles el conocimiento adquirido. Todo con la conducción política del legatario histórico, el Gobernador Adán Chávez y la firmeza revolucionaria del imprescindible camarada Edgardo Ramírez. Por supuesto que el hecho de ser barineses, paisanos territoriales y afectivos del Comandante Supremo, nos compromete especialmente.

Aprendemos con dedicación porque hemos de enseñar también mediante el sistema de “cascada” o de árbol”, como gusta llamarlo a Farruco Sesto. De hecho, cada contenido que adquiramos ha de ser replicado en los siguientes niveles organizativos hasta llegar a toda nuestra militancia y esto entraña una gigantesca responsabilidad. Dicho en cristiano: el lujo de piratear, o echar el carro, o resolver a discursazo panfletario puro está sencillamente vedado a nosotros.

De hecho, vamos viendo en nosotros y en los otros un florecimiento intelectual que nos empodera para la batalla de las ideas y nos dota de más humanidad y compromiso. Aprendemos de la política, de la Revolución, del Socialismo, de Bolívar y Chávez mientras vamos queriendo más a la Patria y a nuestra gente.

También le vemos de frente la cara al monstruo imperialista, lo vamos caracterizando, determinamos sus venenos y tentáculos y dominamos su historia plagada de miseria, muerte y opresión en todo el mundo.

¿Qué partido ahorita en Venezuela, o en su pasado, se ha comprometido en cuerpo y alma con la formación política de sus cuadros mediante un sistema científico, pedagógico y totalizador del conocimiento liberador? Le dejamos, querido lector, la respuesta a su criterio, sabiendo que es indiscutible.

En los pasillos, en los salones de clases, en el comedor, en el paisaje, en la naturaleza, en nuestros profesores y compañeros, vemos también a Bolívar, a Chávez y a los grandes hombres y mujeres que nos antecedieron y nos convocany legan la ciclópea y utópica (pero no quimérica) tarea de salvar a la humanidad.

Somos formadores propulsores de la Patria con humildad y compromiso revolucionario. Colectiva y amorosamente somos Chávez.

 

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