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29.May.2018 / 11:59 am / Haga un comentario

Foto: Resumen Latinoamericano

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El 20 de mayo, el pueblo venezolano nuevamente ha elegido como presidente a Nicolás Maduro. Un voto por la paz con justicia social, por la democracia participativa e inclusiva, por el rechazo a las injerencias extranjeras y la defensa de la propia independencia nacional. Una perspectiva opuesta a la burda cantaleta de los políticos italianos, en el enfrentamiento entre dos derechas por el gobierno, contrastado por un presidente que vulnera la democracia en nombre de la Troika.

Troika, término acuñado por los periodistas en el 2010 para indicar la acción conjunta de los representantes de la Comisión Europea, del Banco Central y del Fondo Monetario Internacional en la “resolución” de la crísis económica de Grecia. Los rostros de la Troika son hoy aquellos de Claude Juncker y Olli Rehn (el presidente de la Comisión y el comisario para los Asuntos económicos y monetarios); el de Mario Draghi (presidente del BCE), y el de Christine Lagarde, directora operativa del FMI. Conceden préstamos en cambio de austeridad y recortes al gasto público, a cambio de reformas estructurales que hambrean siempre más al pueblo y alimentan la caja de los banqueros y la de los armadores. De hecho, un neocolonialismo para países vasallos, con soberanía limitada como es en Italia.

La misma receta que ha devastado a Latinoamérica en los años de las décadas perdidas, los años del neoliberalismo desenfrenado, nuevamente reforzados luego del nuevo Renacimiento inaugurado por los gobiernos progresistas al inicio del siglo XXI. Una receta que toma ventaja de los miedos de la pequeña burguesía y sobre aquellos de los sectores populares, distraídos de sus propios verdaderos objetivos. En la estrategia de distracción de masa, la retórica de los poderes fuertes nos hablan de paz y preparan la guerra, nos hablan de crecimiento y bienestar y por el contrario preparan sacrificios y miseria.

Una imágen bien sintetizada de las políticas de México de Peña Nieto y del presidente colombiano Manuel Santos, que ha recibido el Nobel por la Paz y ha llevado a la OTAN a su país de mafia, narcotráfico y desaparecidos.

En la arena política italiana, reducida a porras de aficionados al futbol, amenazas machistas y chismes de bar, se volverá nuevamente a las urnas. Un pueblo sin conciencia será empujado a votar por la falsa soberanía de la derecha xenófoba, mientras lo que un tiempo ha sido la “centro-izquierda” se alza en defensa de los intereses de la Troika, dando al traste a los jóvenes, a las trabajadoras y trabajadores y a los jubilados.

Un pueblo sin conciencia es carne de cañón y masa de maniobra y vota por los propios verdugos. Un pueblo conciente y organizado, por el contrario, sabe reconocer el campo donde debe ubicarse, contra todas las trampas y la adversidad. Así ha sucedido en Venezuela, donde más de seis millones de personas han votado por Nicolás Maduro, y meno de dos millones por su principal adversario, Henry Falcon, político de centro-derecha.

El voto por Maduro ha sido un voto contra el regreso del Fondo Monetario Internacional y de sus recetas de lágrimas y sangre para las clases populares. Un voto por la independencia nacional y por mantener las políticas públicas, a las cuales el gobierno destina más del 70% de las entradas anuales.

La propaganda, ciertamente, ha pesado también en Venezuela. Ha pesado la guerra económica, han pesado las sanciones y las sirenas de los poderes fuertes que presentan al socialismo como un sistema de opresión, hambre y dictadura. Han pesado los errores internos, burocratismos y corrupción, pero pesa más la determinación de cuantas y cuantos se miran al espejo de Grecia o Brasil y no quieren retroceder.

Pero un pueblo conciente y organizado no hace del propio voto un cheque en blanco. Por esto, Maduro – el presidente que ocupa las fábricas junto a los obreros – ha propuesto seis líneas estratégicas para la planificiación socialista: el diálogo y la pacificación; poner en marcha un acuerdo económico productivo con todos los sectores; la lucha frontal a la corrupción para consolidar una nueva ética socialista; un nuevo impulso a los programas sociales a tutela del pueblo; la defensa integral de la nación frente a los ataques del imperialismo; ratificar el socialismo como dirección estratégica.

Se ha abierto una gran discusión en el país y en las instituciones bolivarianas: para reconsiderar lo que se ha hecho, elaborar un balance de los progresos y de los errores; para Rectificar; para Restaurar el impulso a una nueva fase de la Revolución. La tres R de las que ha hablado Chávez antes de morir, ahora retomadas por la dirección del PSUV. El chavismo se mantiene como la única fuerza social, política y simbólica del país. En su interior, el debate es áspero. Cómo conjugar “eficiencia política y cualidad revolucionaria?” Se concluye un ciclo, y se pone más arriba la barrera. Se decide lanzar al corazón más allá del obstáculo y no se pueden hacer más descuentos.

POR GERALDINA COLOTTI, corresponsal de Resumen Latinoamericano en Europa

Traducción Gabriela Pereira

 

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