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9.Ene.2021 / 11:56 am / Haga un comentario

Foto: Resumen Latinoamericano

Por Geraldina Colotti

 

Proponemos un resumen del programa Brecce, que se puede escuchar en Radio Quarantena (www.spreaker.com)

Para la revolución bolivariana, el año político comenzó con la asunción del nuevo Parlamento, de mayoría chavista, resultado de las elecciones del 6 de diciembre. Un triunfo de la democracia participativa y protagónica, que sigue apostando por la conciencia y la organización popular para enfrentar los desafíos, tanto dentro como fuera del país.

Basta comparar las imágenes convulsivas y grotescas difundidas tras el asalto trumpista al Capitolio en Estados Unidos con las corales, sonrientes y dignas de los 277 diputados y diputadas de la nueva legislatura en Venezuela, para darse cuenta de la diversidad de los dos modelos.

Basta comparar la altura del discurso de Jorge Rodríguez, psiquiatra y poeta, hijo de un revolucionario asesinado por las “democracias” de la Cuarta República, electo jefe de la junta directiva formada también por Iris Varela e Didalco Bolivar, con el lúgubre y amenazador simplismo de Trump y sus acólitos, para entender la «amenaza inusual y extraordinaria» que representa la revolución bolivariana para el imperialismo.

Por un lado, los versos de Pablo Neruda, con los que Rodríguez concluyó su discurso, por otro, los gritos supremacistas de los seguidores del Ku Klux Klan. Por un lado, las propuestas claras y directas, abiertas al diálogo pero con respeto, por parte de los diputados chavistas, por otro un sistema en plena crisis, que confía sus planes a la agresión abierta o enmascarada, pero que sin embargo es perjudicial para su proprio pueblo y para aquellos que le gustaría someter.

La sesión estuvo presidida por Fernando Soto Roja, exguerrillero en la época de la IV República. Para encabezar la mayoría de diputados se eligió a Diosdado Cabello, vicepresidente del PSUV. Otros dirigentes del partido, como Jesús Farías, Julio Chávez o Desirée Santos Amaral, han enunciado los temas que animarán el debate legislativo de 2021: a partir de la recuperación de la economía estrangulada por el bloqueo, de la construcción del Parlamento comunal, y de iniciativas diplomático-legales a perseguir internacionalmente.

La primera señal fuerte que surgió del Parlamento venezolano, que la oposición mayoritaria a las elecciones legislativas de 2015 había transformado en un «Pentágonito», fue de resistencia y esperanza, de diálogo constructivo en las diferencias. Se discutieron los desafíos y perspectivas que se abordarán tanto a nivel nacional como internacional.

Desirée Santos Amaral, periodista y diputada, dejó en claro el rasgo feminista de la Asamblea Nacional, también destacado en los nombramientos de la secretaría, y prometió batalla en caso de regurgitaciones machistas de la oposición.

El Parlamento «debe ser el epicentro político del país», dijo el presidente Maduro, quien también ilustró los principales puntos que se abordarán durante el año en una entrevista con el periodista español Ignacio Ramonet. El desafío que enfrenta Venezuela es pasar de una economía de guerra a la recuperación del poder adquisitivo de trabajadores y trabajadoras, y de la calidad de los servicios públicos a través de la Ley contra el bloqueo.

Será cuestión de desactivar las maniobras golpistas de la derecha que manejan Estados Unidos y Colombia, desde donde ha comenzado un nuevo intento mercenario para bloquear la contratación del nuevo Parlamento, y el constante sabotaje de la red eléctrica.

Se tendrán que recuperar los activos robados ilegalmente a Venezuela en Estados Unidos y Europa. La devolución de casi 30 mil millones de dólares, bloqueados en los bancos estadounidenses y europeos, no sería poca cosa. El problema es que el bloqueo económico-financiero impide el pago de bufetes legales en el exterior, aunque no faltan abogados valientes dispuestos a ponerse del lado de la ley y no del abuso.

Un gran obstáculo es la actitud hostil de la Unión Europea, que ha apoyado todas las políticas de la derecha golpista. Una postura que, aunque resquebrajada por el fracaso de las estrategias mercenarias del autoproclamado y su grupo de ladrones pendencieros, no parece estar cerca de terminar. Ahora, considerando la subordinación de los gobiernos europeos a la OTAN y a los EE. UU., será una cuestión de qué actitud tomará la nueva administración Biden.

Dados los precedentes con Obama y la sustancial coincidencia de visiones entre demócratas y republicanos sobre política exterior, no hay que hacerse ilusiones, y la revolución bolivariana lo sabe. Además, reveló el presidente, el golpista Leopoldo López ya se ha puesto a trabajar para adquirir dos empresas de lobbies cercanas al secretario de Estado de Biden, Anthony Blinken. Dos poderosos instrumentos de presión para incrementar las sanciones contra Venezuela, en un sistema como el estadounidense, basado en el poder de los lobbies.

Para fomentar la subversión en Venezuela y Cuba, de manera suave o más ruda, el Pentágono seguirá destinando ríos de dinero, a través de sus agencias y bajo el pretexto de nuevos «planes de desarrollo» para enfrentar la crisis pandémica. El secretario de Estado Mike Pompeo publicó un informe sobre los «éxitos» en política exterior en los cuatro años de gestión de Donald Trump. Uno de ellos fue el apoyo a la «lucha democrática» en Venezuela, por lo que el gobierno de Estados Unidos se ha mostrado como «el principal aliado» del autoproclamado Guaidó. Para ello, entre 2017 y 2020 -escribió Pompeo- se desembolsaron 1.200 millones de dólares.

Cifras que se suman a las que pasaron directa o indirectamente a la banda de estafadores que siguen pidiendo una invasión armada a su país, y a las que se utilizan para engrasar los mecanismos de los medios hegemónicos. Las emanaciones de la CIA, como la NED, financian generosamente medios de comunicación y centros de estudio «independientes» para fomentar el «cambio de régimen» en países que, como Venezuela y Cuba, no son bienvenidos por Washington.

El resultado de una investigación, retomada en Francia por el sitio Les 2rives, muestra cómo, bajo el mismo modelo, Gran Bretaña financia algunas plataformas de información de la oposición en Venezuela, las únicas fuentes a las que recurren las agencias de prensa internacionales.

La Cancillería británica admitió que, entre 2016 y 2018, financió la Fundación Efecto Cocuyo en Venezuela, así como el Instituto Radiofónico Fe y Alegría y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa. Con otro programa, la Fundación Westminster para la Democracia (WFD), una organización financiada mayoritariamente por el gobierno británico, ha donado el equivalente a más de 830.000 euros desde 2016 para «fortalecer la democracia» en Venezuela.

Gran Bretaña organiza varios programas antigubernamentales en Venezuela utilizando el Fondo de Conflicto, Estabilidad y Seguridad (CSSF), diseñado para «luchar contra la inestabilidad y prevenir conflictos que amenazan los intereses británicos». «. Entre sus objetivos está la formación de una «nueva plataforma que fortalezca la organización de los medios de comunicación en toda la región», que tiene a Colombia como una de sus bases.

La guerra mediática y las contramedidas necesarias para difundir la verdad de Venezuela es un tema que convergerá tanto en el próximo congreso del PSUV como en el planeado segundo congreso de Comunicación, que correrá a cargo de la vicepresidenta de Agitación Propaganda Comunicación del partido, Tania Díaz.

La batalla legal en torno al Esequibo, una zona muy rica en petróleo y por tanto en el centro de los apetitos imperialistas, es otro tema importante a abordar en este 2021. La AN rechazó la decisión de la Corte Internacional de Justicia, que se declaró competente para decidir sobre la base del laudo arbitral de 1899, cuando no estuvo presente ningún representante de Venezuela, y no del Acuerdo de Ginebra de 1966, según lo solicitado por el gobierno bolivariano para reanudar una conversación amistosa con Guyana con la mediación de la Onu.

El Parlamento ha designado una comisión especial. Maduro aprobó luego un decreto que establece la creación de un área estratégica de desarrollo nacional denominada Territorio para el Desarrollo de la Fachada Atlántica.

El tema adquiere un peso aún mayor en la preparación de las actividades del 200 aniversario de la Batalla de Carabobo, que sancionó la independencia de España. No una batalla, sino una campaña, liderada por el Libertador Simón Bolívar, que influyó mucho en los demás movimientos independentistas de la región.

Un hecho histórico particularmente rico en significado en esta fase del proceso bolivariano y de la Patria Grande soñada por Bolívar, comprometido a retomar el camino de una segunda independencia. Un camino frenado por el duro ataque imperialista que resquebrajó las alianzas solidarias iniciadas a principios de siglo por el eje Cuba-Venezuela.

Pero, en la nueva ola de protestas que ha dado nueva voz a los movimientos populares en varios países del continente, y con el regreso a la izquierda de México y Argentina y del Mas en Bolivia, el ALBA ha retomado su protagonismo.

Desde la sede de Unasur en Cochabamba, Bolivia, Morales trabaja para poner de nuevo en pie al organismo, del que también nacerá Runasur, la organización de los pueblos indígenas Un organismo que permitirá tener aún más peso en la denuncia de la represión de los pueblos originarios, como está sucediendo en Chile contra los mapuche donde, ayer, los carabineros incluso golpearon a una niña de 7 años, despertando una ola de indignación. La reunión de Unasur está programada para marzo.

Este será el año de las elecciones en Ecuador, que puede volver a la izquierda, de las de Chile y Perú, donde la demanda de una Asamblea Nacional Constituyente emerge con fuerza de las protestas populares. Y el pueblo colombiano, donde fue asesinado otro exguerrillero (han sido 152 desde la firma de los acuerdos de paz de 2016) ha demostrado repetidamente que está cansado de la miseria y las masacres.

En julio tendrá lugar en Estados Unidos la IX Cumbre de las Américas, la reunión de los 35 jefes de estado de los países americanos que, desde 1994, se han reunido para tratar temas diplomáticos y comerciales a nivel continental. En 2018, Perú, que ostentaba la presidencia, retiró la invitación a Maduro, dejando la palabra a la oposición golpista y a las ONG impulsada por Washington.

Trump, notoriamente poco favorable al multilateralismo, no participó, como tampoco lo hizo durante el virtual traspaso de presidencia entre Perú y Estados Unidos en julio pasado. Washington, declararon los representantes de Trump, trabajará con sus socios en el hemisferio para «promover la prosperidad y la democracia de los pueblos del hemisferio occidental».

El estilo de Biden, que cree en el multilateralismo «democrático», es decir, en asegurar que la agresión y la interferencia se coordinen con otros países, no cambiará el fondo. Probablemente sacará de la Organización de Estados Americanos a Luis Almagro, también denunciado ante la Corte Penal Internacional por su intervención en el golpe de 2019 en Bolivia.

La crisis de su gestión es manifiesta. Pese a la versión de los medios hegemónicos, que la vendieron como una gran victoria de la democracia, sobre la resolución aprobada por la OEA el 8 de diciembre de 2020 para desautorizar el resultado de las parlamentarias en Venezuela, presentada por Estados Unidos, Brasil y Colombia, se abstuvo más de un tercio de los países. Almagro es el hombre menos apto para contener los conflictos que se desatan en la región, también tras la crisis del coronavirus, un capítulo dramático en la crisis sistémica del capitalismo a nivel mundial.

De hecho, le esperan lágrimas y sangre a las clases populares de los países que más se han beneficiado de su explotación en estas décadas de gobiernos neoliberales. Según Cepal, el PIB de América Latina -un continente de grandes desigualdades sociales no compensado por países que, como Cuba y Venezuela, se enfocan en los intereses de los seres humanos y no en los del mercado- caerá casi un 10%. La pobreza extrema podría afectar hasta a 45 millones de personas.

La lista de los hombres más ricos del planeta, que publica como todos los años la revista Forbes, indica quién también se ha beneficiado de la pandemia (los grandes grupos que controlan la web y las ventas por internet, y que no pagan impuestos en los países donde obtienen beneficios), y por qué, en los países capitalistas, no es posible aprobar una ley para gravar las grandes fortunas, como acaba de hacer el gobierno boliviano.

Un estudio realizado por Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latindadd) en 20 países de la región muestra cómo, durante el período de cuarentena más estricta, en 2020 los ultrarricos incrementaron su fortuna en 48.200 millones de dólares. Latindadd lamenta la ausencia de una reforma fiscal en el continente durante treinta años, que no solo debería gravar las grandes fortunas, sino también aumentar los impuestos sobre todas las rentas de capital, como los dividendos de los accionistas. Gravando las grandes fortunas se obtendrían al menos 26.504 millones de dólares que -dice el estudio- cubrirían tanto el coste del tratamiento anticovidos como la vacuna, salvando hasta 2,5 millones de vidas.

Pero el rumbo elegido por Estados Unidos, Europa y los países capitalistas que, como Colombia, encomiendan el desarrollo del complejo militar-industrial con la ficción de aplicar así una economía expansiva, es incrementar el gasto militar y actividades afines que les acompaña. El camino de Biden para la OEA podría ser el propuesto por el «socialdemócrata» Ricardo Lagos, el ex presidente chileno que fue el primer presidente del mundo en apoyar el golpe de Estado contra Chávez en 2002.

Para Lagos, el organismo tiene una arquitectura algo anticuada y tendría que convertirse en una especie de OTAN para aplicar el extinto Tratado Interamericano de Asistencia Mutua, revivido por el antiguo parlamento gobernado por la derecha en Venezuela.

En cualquier caso, a Biden no le interesan los organismos latinoamericanos y caribeños en los que no puede intervenir directamente ni utilizar lo que su nuevo secretario de Estado ha llamado «diplomacia coercitiva». Una política que, sin embargo, tiene que lidiar con una América Latina que ya despierta de nuevo.

Resumen Latinoamericano

 

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