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Por: Jesús Faría
1. La transformación revolucionaria de la sociedad es un proceso tremendamente complejo, en el cual se transitan periodos tortuosos llenos de contradicciones y terribles complicaciones.
2. La revolución bolivariana ha sido un escenario de apertura al debate y la crítica, también ha sido profundamente autocrítica, a partir de lo cual se han producido importantes correctivos y reimpulsos de nuestra revolución. Entendemos que el tránsito por este camino tan complejo no está exento de equivocaciones y errores, por lo que el debate franco y la crítica constructiva son absolutamente necesarios.
3. Sin embargo, en muchas ocasiones detrás de la fachada de la crítica y el debate fuerzas políticas e individualidades en el campo bolivariano emplean un discurso de izquierda para desatar virulentos ataques contra el PSUV, para arremeter contra la unidad revolucionaria. Esto ha ocurrido en el pasado y sucede de manera dramática en el presente.
4. A la revolución bolivariana y al PSUV se le ataca desde el pedestal de la pureza de las ideas socialistas. Se le acusa de “pacto con la burguesía”, “políticas antiobreras”, “entrega de la soberanía”, entre otras extravagancias. Asimismo, al gobierno se le exige un cambio de rumbo especialmente en materia económica.
5. Los partidos y personas que “critican” al gobierno con fogosa fraseología no presentan argumentos serios, propuestas sustentables en relación a los problemas nacionales. La “crítica” no pasa de consignas vacías o expresiones genérica. No tienen bases para sus ataques, pero pareciera que necesitaran una justificación para el rompimiento de la unidad bolivariana.
6. Esto constituye un infantilismo político inaudito a la luz del terrible bloqueo y la agresión (intentos de golpe de Estado, magnicidios, incursión mercenaria, sabotajes…) que ha desatado el gobierno de los EEUU contra la patria.
7. Es algo realmente insólito que partidos políticos autodefinidos de izquierda, no tome en consideración esas cruciales circunstancias en la elaboración de su línea política. ¿Acaso no pueden ver que la división por esos desenfrenos revolucionarios conduce inexorablemente a fracasos y derrotas?
8. Si hay coincidencia en el hecho de que la patria está sufriendo una agresión despiadada, es inexplicable que se ignore la necesidad de la unidad más amplia de las fuerzas progresistas en contra del imperialismo estadounidense.
9. Si realmente estamos consciente de lo que está en juego, cómo no vamos a abordar de forma unitaria las luchas populares, económicas, internacionales y la crucial batalla en el frente electoral.
10. Ningún interés partidista o apetencia particular, ningún prejuicio, ninguna reivindicación, ninguna decisión gubernamental -por muy polémica que sea-, puede justificar una división que ponga en peligro la soberanía de la patria.
11. ¿A quién le conviene la división de las fuerzas revolucionarias? Es demasiado evidente que eso solo le genera dividendos al gobierno yanqui y a las fuerzas contrarrevolucionarios. ¿Es muy difícil entender esto?
12. ¿Cuál es el propósito de partidos y personas que se autocalifican de revolucionarios para atacar al PSUV, vanguardia indiscutible de la revolución bolivariana? ¿Qué ganan con eso? ¿No es dramáticamente evidente que eso fortalece al imperialismo?
13. El comandante Chávez manifestó claramente su testamento político en histórica alocución el 8 de diciembre del 2012 con un llamado apasionado a la unidad de los patriotas. A los que aspiran ser reconocidos como fuerza revolucionaria no se les va a evaluar por sus consignas o declaraciones, por muy estridentes que sean, sino por sus acciones. Para ser revolucionarios en estos momentos, hay que militar en la unidad por la defensa de la patria. En esta coyuntura está muy claro que eso significa la unidad en las elecciones parlamentarias.
14. Así como ha ocurrido en el pasado, el pueblo chavista castigará duramente las posiciones divisionistas de los partidos políticos que desprecian la unidad en el actual escenario electoral tan crucial para la patria.