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4.Sep.2023 / 08:54 am / Haga un comentario

POR; Alfredo Carquez Saavedra

Los cantantes y actores amañados por organizaciones creadas para beneficio del imperialismo estadounidense y el neocolonialismo europeo sufren de adicción al dólar. No cantan ni actúan por amor al arte, sino por la pasión que sienten ante el fuerte imán de las monedas duras. Siempre hay un recibo de pago tras bastidores.

Eso explica su curioso comportamiento migratorio, físico y, aun más, de ideas. Porque aunque su credibilidad caiga por debajo del subsuelo y se enfrenten al ridículo, recogen con suma facilidad sus palabras y acciones, si es que hay fondos suficientes para facturar en donde minutos, horas, días, meses o años, juraron nunca más montarse en un escenario.

Y este modo de actuar no discrimina extranjeros amantes del pop, hip hop, rap, neovallenato y demás géneros, sino también a criollos, como el maracucho-uruaguayo-colombiano-mayamero, quien, quebrado en La Florida, viene a tratar de hacer la América nuevamente en nuestro país. Todo un Lilo Morillo de la oposición cursi tanto en lo mediático como en lo político.

Esos famosos del mercadeo de los medios masivos adormecedores del pensamiento, nada en común tienen con verdaderas almas trascendentes como, por ejemplo, la encarnada en Victor Jara.

Este septiembre se cumplen 50 años del asesinato a manos de militares anticomunistas formados en la doctrina de la seguridad nacional, pero la de la seguridad de la Casa Blanca. Mártir de la canción popular, víctima como muchos de las atrocidades cometidas en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, convertido en campo de concentración tras el golpe de Estado que llevó el poder al general Augusto Pinochet, con la anuencia del estamento político y empresarial de esa nación y el apoyo financiero y logístico del presidente estadounidense Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger.

En cinco décadas no se han olvidado ni la voz ni los poemas de quien le cantara a Amanda, a los mineros, obreros, artesanos y campesinos. Dudo que pase lo mismo con los payasos que bailan y cantan al son que le tocan desde Washington.

 

 

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