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24.Oct.2020 / 09:27 pm / Haga un comentario

Foto: Cortesía

Por Eduardo Piñate R.

Desde hace tiempo América latina y el Caribe –Nuestra América- es un continente en disputa, es un espacio del planeta donde se concreta con mayor fuerza el combate geopolítico por la hegemonía mundial entre el imperialismo estadounidense y sus aliados, por una parte, y las potencias emergentes con China y Rusia a la cabeza, por la otra.

En lo que va del siglo XXI la lucha entre las fuerzas al servicio de la opresión imperialista estadounidense y la fuerza emancipadora de los pueblos ha sido permanente y dura. En la primera década de este siglo, con Chávez y el pueblo venezolano en vanguardia, logramos cambiar la correlación de fuerzas en el continente, con el establecimiento de gobiernos revolucionarios, progresistas y nacionalistas en Argentina, Brasil, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Honduras, en varias naciones del Caribe Oriental y la presencia siempre consecuente de Cuba socialista. Con esa fuerza derrotamos el principal proyecto de subordinación de nuestros países que tenían las élites imperialistas estadounidenses: el ALCA; además, avanzamos en la integración regional creando instrumentos funcionales a nuestra independencia, soberanía y unidad, como la UNASUR, la CELAC y la ALBA-TCP, entre otros. Todo ello, por la vía de la democracia y la participación de los pueblos y sin discriminar ningún país en razón de la adscripción ideológica de sus gobernantes.

La contraofensiva imperialista que comenzó en 2002 en Venezuela con el golpe de Estado de abril de ese año contra el Comandante Chávez, logró revertir algunos de estos procesos, instaurando gobiernos de derecha -neoliberales en la economía y la ideología, pro imperialistas, autoritarios y represivos en lo político- en varios países y con ello afectaron el proceso de integración regional, se subordinaron más a los intereses yanquis, eliminaron conquistas sociales de los pueblos y avances democráticos. Fue un momento de euforia reaccionaria. Hablaron del fin de un supuesto “ciclo progresista” en el continente.

Los últimos eventos electorales en Méjico, Argentina y Bolivia, más el crecimiento de la movilización popular en Chile, Colombia, Brasil y Paraguay, entre otros, parecen desmentir esa especie contrarrevolucionaria, nuestros pueblos, con su conciencia antimperialista, combaten en las calles y obtienen victorias para el proyecto de soberanía, independencia y unión nuestra americana. Se sienten pasos en Nuestra América. Seguimos venciendo.

Caracas, 24 de octubre de 2020

 

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