Opinión / Noticias / Roy Daza
El expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos, dio una declaración poco usual, repitió lo que todo el mundo sabe: que el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro Moros está más sólido que nunca, y advirtió que: “una intervención militar en Venezuela desataría un segundo Vietnam, ahí hay más de cien mil milicianos armados con AK-47…”
Llama la atención que un exmandatario hable abiertamente de este tema, lo que indica que tal asunto está siendo tratado en los cenáculos imperiales y con actores políticos del continente, y ello permite decir que tiene toda la razón el Jefe del Estado venezolano, cuando convoca al pueblo y a la FANB a estar alerta.
No obstante, quien gobernó al vecino país desde 2010 a 2018 se equivoca en sus apreciaciones, como suele suceder con la élite oligárquica de esa nación en lo que respecta a nuestro país, y es que Santos no puede entender que en Venezuela hay un pueblo dispuesto a luchar, y que no sólo resistirá con heroísmo, sino que tiene la certeza de la victoria sobre los invasores, porque lo que defiende es su derecho irrenunciable a la independencia.
La férrea unidad de la Dirección Política de la Revolución no surgió de la nada, no es una operación mediática ni una casualidad, tiene raíces profundas en el pensamiento humanista de Hugo Chávez y en la dilatada experiencia de combate de nuestro pueblo.
Santos se equivoca también cuando afirma que son cien mil, los milicianos armados con AK-47, no señor Santos, son cuatro millones, y ese es uno de los componentes de nuestra poderosa Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
De producirse una invasión militar a Venezuela emergería una nueva realidad política en el continente: la unidad y la solidaridad de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Se cumpliría, entonces, la profecía de Alí Primera: “El Orinoco y el Magdalena se abrazarán entre canciones de selva, y tus niños y mis niños le cantarán a la paz”.
Los invasores serían expulsados de nuestra tierra fecunda y libre.