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2.Oct.2020 / 11:13 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

*El imperialismo y sus mandaderos pretenden generar violencia desde afuera y dentro de nuestro territorio, con el fin de impedir la realización de las elecciones parlamentarias del venidero 6 de diciembre.

Jimmy López Morillo

En distintas oportunidades, el primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello Rondón, ha llamado a todas las instancias de organización popular a mantenerse alertas frente a las inocultables intenciones de los genocidas de Washington y sus lacayos externos e internos, de generar acciones de violencia que obliguen a la suspensión de las elecciones parlamentarias, pautadas para el domingo 6 de diciembre próximo.

Esa es una fecha clave, pero también hay otra más cercana, el 3 de noviembre, que desvela y produce pesadillas al fascismo, dada la enorme posibilidad de que el engendro de la Casa Blanca, Donald Trump, sea derrotado por Joe Biden en los comicios presidenciales.

Esas proximidades mantienen crispados a quienes sueñan con la tan cacareada “sorpresa” de octubre, obviamente con nuestro país como escenario de un conflicto sangriento, para darle un vuelco a los pronósticos en contra en los comicios estadounidenses. Se encuentran en una situación de desespero, la cual los convierte todavía en más peligrosos.

Frente externo

Hace un par de semanas, el esbirro de la CIA devenido en secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, realizó una gira por Surinam, Guyana, Brasil y Colombia, cuyo único fin era intensificar la escalada de agresiones contra nuestra Patria. Pese a la actitud rastrera de pseudogobernantes como Jair Bolsonaro e Iván Duqe frente a los designios de sus amos imperiales, al menos en lo inmediato no se dieron los resultados esperados por el jefe diplomático del gobierno supremacista del energúmeno Trump.

Sin embargo, parafraseando al siempre vigente Ernesto “Che” Guevara, del imperialismo no podemos confiarnos pero “ni tantito así”, por lo cual de ninguna manera podemos descartar ataques terroristas originados en las fronteras de ambos países, incluyendo falsos positivos. De hecho, ya un agente de la CIA fue capturado en Falcón días antes del viaje de Pompeo, en posesión de armas de altísimo poder de destrucción, cuando se aprestaba a ejecutar acciones de sabotaje contra nuestras refinerías, el sistema eléctrico y otros servicios públicos vitales. Es muy probable que no sea el único mercenario infiltrado en nuestro territorio.

Simultáneamente, y no por casualidad, tres tarifados del Cártel de Lima autocalificándose como “misión independiente” de la ONU, extrajeron de alguna cloaca un abominable “informe sobre derechos humanos”, en el cual acusan al presidente legítimo y constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro Moros y a otros integrantes de su gabinete, de cometer crímenes de lesa humanidad. ¿El objetivo? Justificar por vías “legales” una carnicería, una invasión contra nuestra nación.

Por si quedara alguna duda, el contenido de dicho panfleto fue utilizado como argumento por el títere de la Casa Blanca autoproclamado, para solicitar a la “comunidad internacional” la intervención armada contra nuestra Patria, apelando al principio del “derecho a proteger”, en un balbuceante “discurso” –seguramente elaborado en Washington–, ante una ilusoria audiencia que en medio de sus delirios, perdido hace ya mucho tiempo su sentido del ridículo, aseguró era la de la 75° Asamblea Anual de las Naciones Unidas, mostrando su ilimitada capacidad para mentir descaradamente.

Esas acciones dieron pie a una campaña de rumores, falsas noticias y los ya acostumbrados montajes, las operaciones psicológicas destinadas a generar confusión y desmoralización en la gran mayoría del pueblo.

Así, por ejemplo, hicieron circular unos audios en los cuales supuestos militares anunciaban la inminencia de la ansiada invasión y juraban que la mayoría de los integrantes de nuestra gloriosa Fuerza Armada Nacional Bolivariana depondría las armas ante la llegada de quienes mancillarían nuestros sagrados suelos.

Frente interno

En el último quinquenio, desde que Barack Obama firmara el infame decreto mediante el cual se declara a un país de apenas 30 millones de habitantes como “amenaza inusual y extraordinaria” para la nación más genocida en la historia de la humanidad, con cerca de 300 millones de pobladores y un infinito poderío militar, comenzó una interminable cadena de medidas coercitivas ilegales, mal llamadas “sanciones”, pretendiendo torcer por la vía del hambre la voluntad de quienes habitamos esta cuna del Libertador Simón Bolívar y de Hugo Chávez.

Esas “sanciones” han derivado en un despiadado bloqueo económico, financiero, comercial, naval en los años más recientes, tratando de que en medio de las terribles privaciones a las cuales nos han sometido, venezolanas y venezolanos se lancen a las calles en una incontrolable ola de violencia.

Como el arribo de octubre los hunde en desvaríos y la cercanía del 3 de noviembre los enloquece peligrosamente, se desviven por incendiar el país, pretendiendo sacar provecho a los comprensibles malestares producto de la hiperinflación inducida, la especulación desbordada con el criminal dólar paralelo como puntal, las carencias en servicios públicos esenciales propiciadas por sus medidas coercitivas y la escasez de combustible debido al bestial bloqueo.

Buscan crear las condiciones para la tan añorada explosión social abriendo puertas a la “sorpresa de octubre” y para ello, han comenzado a desatar algunos focos de violencia, como los protagonizados por integrantes del grupo terrorista Voluntad Popular en Yaracuy, hechos que han intentado replicar en otras entidades. Además, simularon recientemente una “manifestación” ante el CNE, solo para la foto y convocaron por milmillonésima ocasión a una “Hora 0”, cuyo fracaso fue estruendoso.

En la misma dirección, tal y como es su costumbre, utilizan a delincuentes en los sectores populares, a quienes entregan importantes sumas en divisas a repartir entre jóvenes para desatar actos vandálicos, generar terror y sabotear los servicios públicos en sus respectivas comunidades.

No tienen paz con la miseria: procuran capitalizar el lógico descontento por las deficiencias en servicios claves y no dudan en emplear figuras con cierta respetabilidad en sus sectores, como la de un sacerdote de la parroquia La Vega, en Caracas, muy vinculado a los operadores políticos de la extrema derecha que han viajado por el mudo exigiendo sanciones contra el país –léase el pueblo-, quien encabezó una protesta debido a las falencias en el suministro de agua, paradójicamente como consecuencia en buena parte de las medidas coercitivas urgidas por aquellos con quienes anda muy bien relacionado.

Todo ello sin olvidar a los que, tarifados por la derecha fascista, han intentado soliviantar con no poca frecuencia a quienes hacen interminables colas en las estaciones de servicio, a la espera de surtir sus vehículos de combustible, escaso también como producto del despiadado bloqueo impuesto por el imperio estadounidense, solicitado y festejado por quienes tratan de retomar los caminos de la violencia.

Por añadidura, para dar una idea de la calaña de quienes están al frente de perenne conjura, todo se da en medio de una terrorífica pandemia que azota al mundo entero, acentuada en el caso de Venezuela por las acciones ilegales e inhumanas del imperio para impedir la llegada de medicamentos e insumos indispensables para combatir la covid-19.

Entre amenazas

El último trimestre de este 2020 transcurrirá, en ese contexto, bajo la permanente amenaza del imperio y sus mandaderos externos e internos, capaces de cualquier cosa con tal de cumplir con su objetivo, el mismo desde hace 21 años: devolver a nuestra Patria a tiempos de vasallaje, aniquilando la Revolución Bolivariana.

No será solamente octubre el mes del peligro, con los fascistas desvelados a la espera de la cacareada “sorpresa” –léase invasión-. Tampoco desaparecerá con las elecciones presidenciales estadounidenses el 3 de noviembre.

En algo coincidimos tanto los enemigos de la Patria, los de afuera y los de adentro, como quienes estamos dispuestos a dar la vida para impedir que sea convertida en una colonia imperial: los comicios parlamentarios del 6 de diciembre son claves para determinar el futuro de Venezuela.

Por eso, para el imperio y sus lacayos es fundamental evitar esas elecciones; para nosotros, no solamente es vital que se celebren, sino también obtener una victoria abrumadora, para devolverle a la Asamblea Nacional su rol legislativo consagrado en la Constitución Nacional, sacándola de las oscuridades en las cuales fue hundida por quienes la secuestraron, convirtiéndola en centro conspirativo.

 

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