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25.Nov.2020 / 11:57 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

“¡Me sacan esa vaina de aquí, échenlas a la basura!”. Despectivo, arrogante, en esos términos se refirió a los retratos de nuestro padre El Libertador Simón Bolívar y de nuestro comandante eterno, Hugo Chávez Frías, el dinosaurio adeco Henry Ramos Allup, tan pronto tomó posesión de la presidencia de la Asamblea Nacional el 5 de enero de 2016, cuando se inició la etapa más oscura en toda la historia del parlamento venezolano, lo cual es mucho decir, si tomamos en cuenta los tiempos de la dictadura punto fijista.

Días antes, luego de concretarse la mayoría opositora para el quinquenio legislativo que ahora está por fenecer, el personaje de marras, eterno secretario general de la tolda blanca, subió a una tarima colocada en las afueras del palacio legislativo y sin ningún tipo de pudor señaló hacia sus genitales con sus dos pulgares, mientras una jauría sedienta de venganza aullaba desaforadamente.

Así mostraba lo que estaba por venir, esa mayoría circunstancial lograda por la oposición en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, cabalgando a lomos de la promesa de “la última cola”, luego de propiciar el total desabastecimiento de alimentos, medicinas, bienes de primera necesidad y desatar una hiperinflación inducida, casi simultáneamente con el infame decreto del 9 de marzo de ese año, con el cual Barack Obama declaró a Venezuela “amenaza inusual y extraordinaria” para la nación más genocida en la historia de la humanidad.

Apenas escalar a las alturas del Hemiciclo, Ramos Allup oficializó el cambio de roles de la AN, que desde entonces, en lugar de las funciones legislativas establecidas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, pasó a cumplir misiones conspirativas, siendo puesta al servicio de los intereses colonialistas del imperio estadounidense- Todo quedó al desnudo cuando prometió que en seis meses desalojarían del Palacio de Miraflores al presidente legítimo y constitucional, Nicolás Maduro Moros.

Eso, debemos tenerlo en cuenta durante lo que resta de campaña electoral y recordarlo cuando nos coloquemos frente a la máquina de votación, pues fue el comienzo de un período en el cual al exponente de lo más perverso de la IV República lo sucedió uno de los sujetos más inescrupulosos de nuestra historia reciente, el criminal Julio Borges, hoy prófugo de la justicia recorriendo el mundo clamando por sanciones, masacres e invasiones contra nuestro pueblo, mientras vive como un jeque gracias al dinero malhabido; más tarde presidiría la AN otro fósil del puntofijismo, Omar Barboza.

En el 2019, sin embargo, botaron la casa por la ventana, asumieron la conspiración por la calle del medio, sin disimulos y cumpliendo instrucciones de los genocidas de Washington: un gris sujeto a quien el país conocía más por sus peladas posaderas que por su rostro, se fue hasta una plaza pública y se autojuramentó como “presidente” de un país de las fantasías, intentando crear un gobierno paralelo con la nada oculta pretensión de replicar escenarios como los de Libia, desatando una guerra civil de dimensiones impredecibles.

Este “gusano despreciable”, como acertadamente lo definiría meses más tarde el presidente Nicolás Maduro Moros, como marioneta manejada impúdicamente desde la Casa Blanca, se convirtió en la cara más visible de un proceso de despojo de importantísimos activos en el exterior del Estado venezolano, léase de todo el pueblo, y de la intensificación de un bestial cerco en el cual el objetivo siempre ha sido doblegar a venezolanas y venezolanos sometiéndolos al hambre y buscando  provocar el caos de una explosión social.

Eso debemos recordarlo durante todos estos días, hasta el momento en el cual apretemos el botón de la tarjeta con la cual oficializaremos nuestro sufragio el 6-D.

Hijos de la oscuridad

En nuestra memoria debe estar durante lo que resta de campaña y al expresar nuestra opinión por la vía del voto, que de la mano de esta sabandija con cuyo nombre nos negamos a ensuciar nuestros textos, intentaron una invasión desde suelos colombiano y brasileño, disfrazada de “ayuda humanitaria”, proclamando con macabra desfachatez que los muertos producto de una potencial guerra civil solo serían “una inversión”, es decir, daños colaterales en función de los intereses del imperio estadounidense y sus mandaderos, entre quienes obviamente él se cuenta como uno de los más rastreros.

De nuestras mentes no debe borrarse que fueron estos mismos fascistas quienes celebraron el ataque terrorista perpetrado contra el Sistema Eléctrico Nacional el 7 de marzo de ese 2019, que pretendió dejar a nuestra población durante días, semanas, tal vez meses, sin energía eléctrica, con todas las terribles consecuencias que ello pudiera implicar, en la que ha sido una de las acciones criminales más abominables cometidas contra nuestra Patria en toda su historia.

Es todo eso y mucho más, lo que debe hacernos hervir la sangre y la conciencia durante el resto de la campaña electoral y el propio domingo 6-D, así como la Operación Gedeón, los cientos de miles de millones de dólares expoliados a nuestra nación, comenzando por la joya de la corona, la refinería Citgo, Monómeros, las cuentas congeladas en distintos bancos extranjeros, las reservas de oro en el limbo de Inglaterra.

Son esas hijas y esos hijos de la oscuridad, los que han urgido sanciones y más sanciones contra nuestro país, que en realidad son contra todo nuestro pueblo sin distinciones de ningún tipo, ni siquiera ideológicas; son quienes festejan el incremento del número de contagios y decesos como producto del coronavirus, haciendo llamados a la Casa Blanca y sus gobernantes títeres para que aprieten todavía más el cerco e impidan la llegada de las medicinas necesarias para combatir esa pandemia. Son quienes rumian ahora amarguras porque estamos conteniendo al Covid-19.

Cuando vayamos a depositar nuestro voto el próximo 6-D, es imperativo recordar que todo eso y mucho más tuvo como punto de origen esas elecciones parlamentarias del 2015, en la cual una mayoría circunstancial asumió las riendas de la Asamblea Nacional solo para colocarla al servicio de los más pérfidos intereses, al tiempo que se enriquecían, mientras hicieron lo indecible para tenderle la alfombra al imperio estadounidense y devolvernos a tiempos coloniales.

Todo eso debemos recordarlo cuando acudamos a votar, respetando las normas de bioseguridad pero masivamente, el próximo 6-D.

Jimmy López Morillo

 

 

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