Opinión / Noticias / Richard Canan

20.Dic.2017 / 10:50 am / Haga un comentario

palestina

Otra locura más de Trump. Este nefasto personaje pasará a la historia por darle rienda suelta a la insaciable voracidad de los Halcones gringos. Se señala que permanentemente, 450.000 soldados norteamericanos están fuera de Estados Unidos (el 30% de sus tropas), lo que representa una maquinaria asesina, presta para el combate y la aniquilación del adversario (nunca Estados Unidos ha participado en “misiones de paz”), pero cuyo elevado costo de mantenimiento, exige la participación constante en múltiples conflictos y en “causas liberadoras” para poder justificar su existencia. Ninguna es por razones humanitarias o de defensa de los pueblos humildes. Todo se basa en la retorcida visión de superioridad de este peligroso Imperio, cuyo “Destino Manifiesto” le ha impuesto la tarea de controlar al mundo. No le importa a quién tenga que subyugar. Al que no pueda arrodillar por la disuasión ideológica del capital y el mercado, lo subordina por el poder de las armas.

El caso de Jerusalén es el más reciente disparate de Trump. Reconocer unilateralmente este territorio como capital exclusiva de Israel destruye décadas de esfuerzos por lograr la paz de la Organización de las Naciones Unidas; e incluso el papel de mediadores de sus propios antecesores en la Casa Blanca, los cuales auspiciaron múltiples mecanismos de paz, como los Acuerdos de Oslo. De allí surgieron espacios para la búsqueda de una solución pacífica al conflicto, que como contemplaba la propuesta inicial de la ONU, impulsaba “la creación de dos Estados independientes, uno árabe y el otro judío, y una zona internacional en Jerusalén”, territorio donde confluyen espacios sagrados e históricos de las tres religiones monoteístas del planeta: el Islam, el Judaísmo y el Cristianismo. Este sería un espacio para la paz y la convivencia.

Pero la realidad ha sido otra y a pesar de las “intenciones” de la Organización de la Naciones Unidas de crear dos Estados (nunca le preguntaron al pueblo palestino si estaban de acuerdo), han pasado más de 70 años donde el colonizador-opresor jamás se ha detenido en su infame misión de ocupar (comprando, robando o asaltando) todo el territorio originario palestino, implantando además una política de “limpieza” territorial y humana, imponiendo el desplazamiento forzoso de la población palestina, destruyendo sus hogares y sus cultivos, limitando el acceso a servicios públicos básicos como el agua o la luz. Bien conmemora el pueblo palestino cada 15 de mayo, la “Nakba”, la catástrofe, para referirse a la verdadera tragedia de perder todos sus medios de vida. Constituyéndose ésta en la mayor violación sistemática de Derechos Humanos de las últimas décadas.

Así, más de 700.000 colonos (término suavizado para la opinión pública Occidental, que sirve para referirse a los invasores-exterminadores del pueblo palestino), se han instalado por la fuerza en las tierras de este valeroso pueblo. El efecto de esta política es el desplazamiento forzoso de la población palestina, fuera de sus hogares y territorios ancestrales. La Oficina de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados reconoce y tiene bajo su protección a más de 5.000.000 de palestinos (el mayor grupo étnico del planeta en calidad de refugiado), los cuales, en su mayoría viven confinados y hacinados en campamentos, bajo una situación de precariedad absoluta y en pobreza crónica. Igualmente, en los territorios palestinos, el colonizador-opresor mantiene un férreo control militar que limita y obstaculiza el libre desplazamiento, mantiene el bloqueo a las importaciones, exportaciones y a las transacciones financieras, hasta el acceso al mar (para la pesca de subsistencia) tiene severas restricciones. Todo esto con el objetivo de pauperizar las condiciones de existencia y la calidad de vida de la población palestina. Buscando doblegarlo y que abandone para siempre su Patria. Esta es una flagrante violación de sus Derechos Humanos. Casi el 80% de la población palestina depende de la asistencia internacional para poder garantizar servicios mínimos de educación y salud.

Pese a todas las atrocidades cometidas en su contra, el combativo pueblo palestino no huye en masa de su territorio y jamás abandona su digna causa. Ha resistido por décadas, por generaciones, todas las agresiones del colono-opresor. Ha resistido todos los intentos de exterminio y aniquilación de un régimen opresor cuya única premisa es la ocupación del territorio ancestral palestino y el exterminio de este valeroso pueblo. En esta terrible tragedia hay una vergonzosa complicidad de muchos países, instituciones y medios internacionales. El colonizador-opresor disfruta de licencia para matar, secuestrar, destruir, bombardear y aniquilar con absoluta impudicia. Ningún tribunal o instancia internacional se atreve a juzgar o condenar los crímenes del colonizador-opresor.  De la boca del Tío Sam jamás saldrá un reproche para juzgar a sus socios. A fin de cuentas, Estados Unidos ha apoyado por décadas los métodos de exterminio y aniquilación utilizados contra el pueblo palestino.

El repudio a las declaraciones de Trump, fueron inmediatas y contundentes. Ningún país del mundo respaldó las palabras del Imperio Norteamericano. Por el contrario, la Liga Árabe y el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) expresaron su más enérgico rechazo y se manifestaron “por una solución justa y duradera para la causa de Palestina y por trabajar para alcanzar la paz”.

Frente al estado colonizador-opresor, el pueblo palestino nuevamente se levanta, con gritos y piedras frente al ejército mejor armado, más inescrupuloso y más sanguinario del mundo. Nuevamente la juventud palestina está poniendo su sangre para defender su patria.

Nunca entenderá el colonizador-opresor el profundo ímpetu y deseo del que espera con ansías el regreso al hogar. La juventud palestina sólo conoce los límites y los muros impuestos por el colonizador. Sin embargo, en los ojos de cada niño y joven palestino se anida la esperanza y la fuerza para resistir por siempre todas las agresiones e intentos de exterminio del colonizador. Ni una pizca de desesperanza o de desarraigo hay en el heroico pueblo palestino.

Palestina resiste, Palestina vencerá.

Richard Canan

Sociólogo

@richardcanan

 

 

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