Opinión / Noticias
Por: Erick Lozano
Los años 80 y 90 se caracterizaron por la lucha constante de la juventud por la toma de espacios, por el reconocimiento entre igual, una generación que batalló sin cansancio para arrebatar los espacios de poder y transformarlos.
Una juventud indomable rebelde que luchaba por sus derechos, por una educación gratuita y de calidad, por tener acceso a la educación de tercer nivel, un cupo en la universidad, que defendían con su vida propia el subsidio del pasaje estudiantil, donde sus luchas en las calles fue por una beca, por comedores para los más necesitados, por sistemas sociales que protegieran a los estudiantes, esa fueron las banderas de luchas de hombres y mujeres que hoy son parte de la historia de la Revolución Bolivariana, que junto al pueblo vieron la luz y esperanza en el Comandante Chávez.
Una historia que para muchos le traen dolorosos recuerdos como también grandes experiencias de lucha, una etapa donde se perdían a los compañeros de estudios por exigir el derecho constitucional de tener acceso a la educación, donde las armas que utilizaban para defenderse eran los libros, era su consciencia inquebrantable, vivieron en carne propia los métodos de represión policial más anárquicos y con desenfreno sádico por las fuerzas de seguridad del estado, la llamada recluta, la ley de vagos y maleante, leyes que solo buscaban amilanar el fervor , la fuerza de los estudiantes y quebrar sus ideales, pero que aún así no pudieron lograrlo, porque una juventud organizada y consiente se levantó con la misma fuerza que corre por nuestras sangres de libertadores.
Si revisamos los rostros de quienes hoy ocupan los cargos en el alto Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, son los rostros de esos estudiantes de la época quienes fueron el factor unificador de la juventud para avanzar y consolidar los espacios de poder.
¿Pero ahora que estamos en el poder, qué papel juega la juventud en esta coyuntura actual?
En una reciente reunión con nuestro hermano y Gobernador Héctor Rodríguez, nos hizo llegar unas sentidas palabras que me dieron luces para escribir este artículo, y es que ésta Generación debe ser la Generación de la Solidaridad y Amor.
Ya consolidamos los espacios para la gobernanza, espacios burocráticos que son necesarios para avanzar, pero que esta generación de relevo no solo puede apalancarse en esos espacios, nuestra tarea y deberes deben ser con nuestro pueblo y para el pueblo.
Decía el Che Guevara Ser revolucionario es sentir la injusticia; «Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario».
Y estos tiempo de dificultades, los tiempos más difíciles en los 20 años de revolución la generación de los finales de los 90 no tiene un punto de comparación, nacieron y viven en revolución, no tienen un punto de referencia para hacer contrates con otros gobiernos, su única referencia es el Comandante Chávez y la bonanza petrolera.
Es por ello que nosotros debemos convertirnos en la Generación de la Solidaridad, esa generación a la que le duela en lo más profundo la necesidad del prójimo, y que no solo nos duela, si no que busquemos la solución, la alternativa para salir de este atolladero.
Cuando la patria nos necesita, es donde debemos unificarnos, las miserias que se arrastran en la política debemos dejarla a un lado, nosotros como jóvenes debemos alzar siempre nuestra bandera del amor, la paz y la unión.
Y solo juntos lo podemos lograr, hagamos de los proyectos de Bolívar y Chávez una realidad, a veces nosotros los de izquierda romantizamos los procesos, idealizamos las luchas, pero como no hacerlo si día a día trabajamos por un mundo de igualdad, un mundo que sobre todo reine la felicidad suprema.