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28.Nov.2023 / 02:19 pm / Haga un comentario

Jesús Faría

Nos encontramos en los actuales momentos en medio de un gigantesco despliegue popular, propulsado por la potente unión cívico-militar-policial y en torno al cual se ha unido todo el país, todo ello en función de la defensa de la Guayana Esequiba.

Imperialismo y la explotación de los pueblos

En relación a la controversia con Guyana, podemos afirmar que son múltiples sus raíces históricas y causas recientes, pero, sin duda, la actual agudización (así como el trasfondo histórico) de la controversia con ese vecino país radica en la economía política del expansionismo imperialista.

Los colonialistas españoles, británico y holandeses luchaban ya en los tempranos siglos XVII y XVIII por el dominio de esos territorios en razón de su estratégica posición geográfica y la posibilidad de controlar numerosos afluentes de importantes ríos de la región.

Más tarde aparecieron las minas auríferas y su explotación a creciente escala. El imperio británico lanzó reiterados ataques por la conquista de esos territorios bajo dominio colonial español e, igualmente, una vez liberadas esas tierras en la guerra de independencia de Sudamérica encabezada por nuestro Libertador Simón Bolívar.

El saqueo de los recursos naturales movía a viejos poderes coloniales como a nuevos imperios. Ese es el origen de las guerras por las posesiones coloniales del pasado, así como las conflagraciones bélicas de carácter mundial y regional de nuestra historia moderna.

Ya Lenin definía a comienzos del s. XX el expansionismo en función de la expoliación de los recursos naturales, del dominio territorial, del control de los mercados y de la explotación de las riquezas y pueblos, como una de las características esenciales del imperialismo.

Imperialismo, intervencionismo, guerras y petróleo

De tal manera que el arreglo fraudulento entre las potencias estadounidense y británica a finales del s. XIX en el marco del Laudo Arbitral de Paris se basa precisamente en el afán expansionista de las grandes potencias, más allá de otros acuerdos interimperialistas entre las naciones anglosajonas.

Como se ha dicho en reiteradas oportunidades -y ocurrió dramáticamente en nuestro caso-, las potencias extranjeras se aprovechan de la debilidad de las naciones afectadas seriamente por siglos de expolio, así como guerras intestinas ocasionadas por intereses grupales y conflictos entre caudillos, las cuales no eran, de ninguna manera, ajenas al accionar de los factores imperiales.

En este contexto, se entiende perfectamente que el abandono de lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966 por parte de Guyana se produzca en coincidencia con el hallazgo de importantes reservas petroleras en la zona en reclamación.

Desde II Guerra Mundial, los conflictos bélicos en el planeta tienen un carácter energético cada vez más arraigado. La voracidad de las compañías transnacionales se fusiona con sus respectivos Estados terroristas para emprender campañas de conquista de territorios con sus riquezas. Las criminales guerras de rapiña en Irak, Siria, Libia, etc. son ejemplos más que elocuentes. Para ello, además de desplegar guerras e intervenciones militares, agreden a países, amenazan naciones y compran a gobiernos corrompidos.

Eso último es precisamente lo que ha ocurrido con el gobierno guyanés. Han comprado a cada uno de sus funcionarios para convertirse en una marioneta de intereses trasnacionales. No es la primera vez que esto ocurre y tampoco será la última. Lo que llama la atención es que esto ocurra con un partido en el gobierno que nació como una fuerza marxista-leninista y se proclama progresista, socialista. Entonces, más que identidad ideológica, que existe en muchos casos de grosera sumisión al imperialismo, acá prevaleció la miseria humana y el cálculo crematístico.

Con ese gobierno títere se pretende tener una fachada para la explotación inescrupulosa e ilegal de importantes recursos naturales. El imperialismo y la ExxonMobil entienden perfectamente que eso no sería posible bajo un gobierno bolivariano.

El gobierno de los EEUU vs. Venezuela Bolivariana

Tanto el gobierno yanqui como la ExxonMobil han salido derrotadas en diversas oportunidades en nuestro país en sus pretensiones imperiales y ahora utilizan al gobierno guyanés como un trapo para su revancha histórica.

En cuanto al gobierno de los EEUU, fracasaron rotunamente en sus planes de derrocar a un gobierno socialista, que se ha convertido en un dolor de cabeza para su estrategia hegemónica en la región. Aplicaron todos los expedientes conocidos para tumbar gobiernos democráticos y ahora se ven obligados a flexibilizar sanciones para proveerse de nuestro petróleo ante una situación geopolítica y energética de creciente complejidad, surgida de su arrogancia y de la desesperación típica de un sistema imperialista en profunda crisis.

La derrota en Venezuela los ha conducido a una encrucijada. La continuidad de la estrategia de máxima presión, incluyendo el criminal bloqueo económico, los va a conducir inexorablemente a nuevas derrotas. Ante ello, no tiene otra opción razonable que la flexibilización de las brutales sanciones. Esto, muy a pasar de las pretensiones yanquis, aliviará la situación económica y, por lo tanto, permitirá elevar los niveles de bienestar social, así como fortalecer al gobierno bolivariano. De esa penosa situación quieren salir con un frente belicista desde su nueva colonia y con la masiva presencia militar del Comando Sur.

Contar con la base militar guyanesa es de fundamental importancia para la estrategia intervencionista de los EEUU en el hemisferio, a la luz de las pérdidas sufridas en Colombia y Brasil con el triunfo en años recientes de fuerzas progresistas amigas de nuestro país.

La ExxonMobil y su revancha contra Venezuela Bolivariana

En cuanto a la ExxonMobil, hay dos hechos que atestiguan el profundo desprecio y odio que siente esta gigante transnacional del petróleo hacia nuestro país. Por una parte, desde los años 30 del siglo pasado, en pleno régimen gomecista, paraíso de las trasnacionales, la Lago Petroleum Company (LPC), propiedad de la Standard Oil Company de Rockefeller y actual ExxonMobil, llevó a cabo la explotación más inescrupulosa de nuestro petróleo en el Lago de Maracaibo. El pueblo trabajador la apodó La Peor Compañía (LPC). Esta compañía no solo expolió nuestras riquezas y generó gravísimos daños ambientales, sino que mantuvo a los trabajadores en la mayor precariedad social, además de sostener todo tipo de alimañas en los gobiernos del pasado, tanto en dictaduras, como en las “dictablandas” puntofijistas.

Posteriormente, en el año 2007 el comandante Chávez concreta su política energética patriótica y nacionaliza la industria petrolera, controlada en el pasado por las trasnacionales con la complicidad de los gobiernos de turno. Recuperamos los ingresos por concepto de regalías y los tributarios en general, además del control de la industria en general. Golpeamos con contundencia intereses medulares de factores de poder global. Esa fue una afrenta inaceptable para la prepotente ExxonMobil.

Por cierto, ya esas compañías habían mostrado los colmillos con el golpe de Estado fascista contra el comandante en el 2002, una acción llevada a cabo con claros propósitos petroleros de las transnacionales.

Luego de la nacionalización del año 2007, la ExxonMobil, con la arrogancia que les caracteriza a los factores de poder imperial, demandaron al país por 20 mil millones de dólares en los tribunales internacionales. La querella era tan desproporcionada que ni siquiera en las instancias internacionales tuvieron éxito, a pesar de la presión que está acostumbrado a ejercer en esas esferas del poder.

A diferencia del pasado, Venezuela vine de atravesar una feroz agresión, se ha visto debilitada y los millones invertidos en la Corte Internacional de Justicia sí han hecho mella en ese mamotreto del injerencismo yanqui.

Ante estos desafíos de enorme dimensión, la nación apela a nuestra fuerza fundamental, las fuerzas del pueblo, para que se pronuncie en Referéndum, se organice, ejerza sus derechos y cumpla con sus deberes políticos en los asuntos más relevantes de patria. En un sistema democrático y una revolución socialista, nada tan poderoso como la unidad y el poderoso despliegue de las fuerzas populares en función de la defensa de la patria..

 

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