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Foto: Referencial
Irán Aguilera
La arrogante expresión de Julie Chung, subsecretaria de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, con la cual hizo público –sin maquillaje, como pocas veces lo hace un funcionario del gobierno de los Estados Unidos- las causas reales por las cuales ese gobierno ha impuesto las llamadas sanciones criminales contra el pueblo venezolano.
La Mrs. Chung usó el eufemismo “sugerimos” para exigirle al gobierno venezolano el cumplimiento de cinco condiciones para que EE.UU. elimine tales sanciones. Claro, son condiciones expuestas desde una perspectiva unilateral, de cómo el imperio norteamericano concibe al mundo sometido a sus designios: “1) realizar elecciones libres y justas, 2) respetar los DDHH y la libertad de prensa, 3) liberar TODOS los 323 presos políticos, 4) deja de perseguir a la oposición, 5) dejar de acosar a las ONG”(sic). Con mucha razón el canciller Jorge Arreaza, a quien fue dirigido el tuit, señaló que era “¡Todo una confesión!… de cómo a partir de argumentos falsos ideologizados e irrespetando el derecho internacional, EE.UU. aplica medidas arbitrarias e ilegales que generan sufrimiento en todo un pueblo”.
Cuando Julie Chug “sugiere” realizar elecciones libres y justas, no es otra cosa que un chantaje, para que los venezolanos le aceptemos a EE.UU. su arbitrario desconocimiento de las legítimas elecciones del 20 de mayo de 2018, donde resultó electo, por la voluntad del pueblo venezolano, el Presidente Nicolás Maduro, pero, al mismo tiempo, al exigir unas nuevas elecciones, exige que se le asegure un triunfo a sus peleles de la oposición, y, por supuesto, que se elimine cualquier posibilidad de sobrevivencia del chavismo; en ese mismo tenor son las demás “sugerencias” de la señora Chung, que prácticamente exige la rendición del chavismo.
El singular tuit de Mrs. Chug no es más que otra manifestación –esta vez sin guardar las formas– que hace el injusto orden internacional que EE.UU. quiere seguirle imponiendo al mundo de manera tiránica, pisoteando el derecho internacional y destruyendo lo poco que queda de la institucionalidad internacional donde debe practicarse el multilateralismo. Es la política guerrerista y fascista que pretende instaurar para prolongar su agonía de imperio en decadencia. Es la desbordada política de sanciones unilaterales y arbitrarias con la cual se pretende castigar a todo país que no se someta, sumisamente, a los intereses imperiales. Vemos sanciones yankis por doquier y a granel, contra Irán, Rusia, China, Corea, Siria, Nicaragua, Cuba (ya son sesenta años del bloqueo criminal), etc., e, incluso, hasta contra algunos gobiernos de Europa que pudieran haber hecho algo que haya irritado a los gobernantes de EE.UU.
Esas sanciones ilegales –en verdad son medidas coercitivas unilaterales- han sido una política de cruel castigo contra el pueblo venezolano. Solo una de ellas nos permite ver su monstruoso contenido: EE.UU tiene más de cinco mil millones de dólares bloqueados en la banca internacional, cantidad más que suficiente para comprar todas las vacunas e insumos para atender la pandemia del COVID-19. Los comentarios sobran.
Nuestra resistencia heroica como pueblo, en defensa de nuestra dignidad e independencia como Patria Bolivariana, está enmarcada en la lucha que libran los pueblos del mundo por un nuevo orden internacional más justo y democrático, es la lucha por la paz y la justicia que se hace impostergable.