Noticias

31.Ago.2017 / 01:42 pm / Haga un comentario

comandosur

La «opción militar» aludida por el presidente estadounidense contra Venezuela ha estado en marcha desde antes de sus declaraciones. En un escenario de guerra no convencional no son de esperarse acciones militares convencionales. El caldo de cultivo es la «crisis humanitaria» promovida por agentes nacionales e internacionales del antichavismo.

Ejercicios inusuales y extraordinarios
La cantidad de ejercicios militares comandados por EEUU es cada vez más creciente y aborda varios aspectos de la acción bélica, sin embargo llama la atención que el elemento «humanitario» está siempre presente, aún cuando se desconoce el aporte sustantivo de las fuerzas militares estadounidenses ante eventos naturales con consecuencias trágicas. Lo ocurrido en Houston (Texas, EEUU) es una evidencia.

En junio pasado se realizó en Barbados un ejercicio combinado «para mejorar las capacidades colectivas de las fuerzas de defensa y policía, contrarrestar la delincuencia organizada transnacional y llevar a cabo operaciones de ayuda humanitaria / de desastre». El ejercicio multinacional de seguridad marítima y respuesta a desastres en el Caribe Tradewinds 2017 acogió a 20 países, entre ellos México, en Bridgetown, capital de Barbados.

En julio concluía el ejercicio marítimo multinacional anual más largo del mundo, UNITAS 2017, en el que fuerzas navales de 19 países se reunieron en Lima, Perú, entre ellos Brasil, Paraguay, Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, Panama, México, España y Estados Unidos.

Las fuerzas estadounidenses estuvieron bajo el control operacional del Comandante de la Fuerza de Tarea (CTF) 138 / Comando Sur de las Fuerzas Navales de los Estados Unidos / 4ta Flota de los Estados Unidos (USNAVSO / FOURTHFLT), Sean Buck, al mando de 30 buques y 28 aviones, así como varios submarinos y vehículos anfibios para completar seis ejercicios de fuego vivo y 37 eventos marítimos combinados.

Los cuerpos militares actuaron en dos fases: UNITAS Pacific (operaciones de guerra naval) y UNITAS Amphibious (operaciones de asistencia humanitaria y socorro), que ocurren simultáneamente para «mantener el acceso, mejorar la interoperabilidad y construir asociaciones duraderas para mejorar la seguridad regional y promover la paz, la estabilidad y la prosperidad en el Caribe, Centro y Sudamérica».

También en julio pasado, 42 pilotos, tripulantes, paracaidistas y personal de logística de la Fuerza Aérea Colombiana participaron en el Mobility Guardian del Comando de Movilidad Aérea (CMA), primer ejercicio internacional de operaciones humanitarias en la simulación de la guerra y entornos de desastres naturales.

Más de 650 militares de 30 países, incluyendo Brasil, y 3 mil miembros del servicio militar estadounidense se concentraron en las cuatro competencias básicas del CMA: transporte aéreo, reabastecimiento aéreo, evacuación aeromédica y apoyo a la movilidad aérea. Dice la nota del Departamento de Defensa que «Estados Unidos no va a la guerra sin aliados, por lo que es importante que Mobility Guardian desarrolle la capacidad de proyección de poder».

AMAZONLOG17 es el cuarto ejercicio militar que se realiza en el continente, se trata de una operación de logística que está en marcha en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú, específicamente en Tabatinga, estado de Amazonas, Brasil.

En la web del ejército brasilero se informa que estas acciones combinadas de tropas y agencias de los tres países se enfocarán en acciones humanitarias y de preservación ambiental. Asimismo, un componente comercial que consistirá en una exposición tecnológica de empresas del sector de Seguridad y de Defensa y de otros segmentos tanto de la industria brasileña como de otros países. Las fuerzas armadas de 16 países participarán con observadores, así como Estados Unidos con apoyo logístico, aclaran.

Las fases del AMAZONLOG17 inician entre el 28 de agosto y el 1º de septiembre (esta semana) con un ejercicio de planificación en Manaos, del 26 al 28 de septiembre habrá un Simposio de Logística Humanitaria y una Exposición de Material Militar. El ejercicio propiamente dicho será entre el 6 y el 13 de noviembre con la instalación de una Base Logística Multinacional Integrada en Tabatinga, hacia donde han movilizado equipamiento desde Río de Janeiro, a 3 mil 545 kilómetros.

Hacia una diplomacia desde las bases… militares
El eje liderado por Colombia, México, Brasil y Argentina estableció una estrategia no diplomática de agresión contra el Gobierno venezolano que se develó en la llamada Declaración de Lima.

Esa fachada diplomática terminó de tejer un entramado de acciones que se comenzaron a intentar desde la OEA, que al no lograr una mayoría para una intervención mediante la Carta Democrática Interamericana.

Dicho acto de asedio se realizó una semana luego de las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Los cancilleres de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y México suscribieron un documento que afirma que Venezuela «ya no es una democracia» pero declaran un «enérgico rechazo a la violencia y cualquier opción que involucre el uso de la fuerza».

Aún cuando existen mecanismos regionales como la Celac y Unasur, dichos países realizaron un documento informal en el que acordaron medidas como la de no apoyar ninguna candidatura venezolana a mecanismos y organizaciones regionales e internacionales. Además, llamaron a detener la transferencia de armas hacia Venezuela, sobre la base de los artículos 6 y 7 del Tratado sobre el Comercio de Armas, por lo que los ejercicios ya descritos parecieran estar preparando a este grupo de países para una fase no diplomática en la que el supuesto debilitamiento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) es importante.

No es casualidad que dentro de cada ejercicio militar comandado por EEUU estén los mismos países que impulsaron la Declaración de Lima; la presencia militar de EEUU en México, Colombia, Perú, Honduras y Brasil es de larga data. En el caso de México, se habla de una escalada de la intervención militar de EEUU desde la firma de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte y de la Iniciativa Mérida, con el pretexto de la colaboración en la «guerra contra el crimen». Su subordinación e integración a los planes militares de EEUU está combinado con el tráfico de armas que fluyen hacia el narcotráfico y generan ganancias en el Complejo Industrial-Militar estadounidense.

En Perú el Comando Sur de EEUU (U.S. Southern Command) y la empresa Partenon Contratistas E.I.R.L. firmaron en 2016 el proyecto de instalación del Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER) de Amazonas.

El COER es un caso que analistas califican de intervención disfrazada de ayuda humanitaria. También se conoce que fuerzas peruanas aumentan la cantidad de ejercicios militares conjuntos con EEUU para «fortalecer sus estrategias de defensa frente a agresiones externas». Uno de ellos es el Ejercicio de Fuerzas Silentes (Siforex, por sus siglas en inglés), que se realiza cada dos años en el Mar de Grau.

Por su parte las bases militares estadounidenses en Colombia son parte de la estrategia de «aseguramiento estratégico» de esa potencia en el hemisferio suramericano. También en 2015 amplió su presencia militar en la base aérea de Soto Cano en Honduras donde ya organizaba ejercicios multilaterales y otras operaciones junto a la Joint Task Force Guantánamo, con sede en la base estadounidense de Guantánamo (Cuba), a cargo de «operaciones de detención e interrogatorios en el marco de la guerra contra el terrorismo»; y la Joint Interagency Task Force South, con sede en Key West (Florida, EEUU), para coordinar las «operaciones antidrogas» en toda la región.

El riesgo que significa ese modo de intervención para la existencia de los Estados-nación, así como para la soberanía y la estabilidad latinoamericana es evidente.

En el caso de Colombia, los escritores Diane Lefer y Héctor Aristizábal analizaron que las intervenciones militares están enfocadas en desestabilizar la región. «Sí, países sudamericanos han tenido sus escaramuzas en la frontera y breves conflictos armados, pero una presencia importante de los EEUU en las bases colombianas crea un escenario para lo que potencialmente podría ser una guerra de importancia en el continente», opinaron.

La excusa humanitaria como combustible
Mientras autoridades y medios colombianos fabrican incursiones por parte de cuerpos de seguridad venezolanos en territorio vecino, el pasado 27 de agosto hubo un enfrentamiento en el fronterizo estado Táchira con paramilitares del grupo Los Rastrojos, dejando un saldo de seis irregulares muertos y una detenida con municiones y uniformes del ejército colombiano con grado y jerarquía. Este y otros grupos ejercen concomitantemente el control político y económico en la zona fronteriza. Misión Verdad ha descrito cómo se enmarcan dentro de la intensificación de provocaciones dirigidas por EEUU.

Los medios internacionales junto a los gobiernos que se han declarado contra Venezuela retoman el relato de «crisis humanitaria» en Venezuela para profundizar la intervención como ejercicio de salvación más que como agresión. Está claro que detrás de cada «ayuda humanitaria» de las potencias occidentales está una toma y ordenamiento del territorio para sus intereses geopolíticos: así pasó en la cercana Haití tras el terremoto de principios de 2010.

La fachada del «campo de refugiados» es conveniente para el establecimiento de «zonas seguras» con protección y apoyo militar extranjero que «resguarde a la población asediada por la dictadura de Maduro», como ocurrió en las lejanas Libia y Siria. Analistas como Manlio Dinucci afirman que la amenaza de Trump sobre la «opción militar» pudiera concretarse mediante la infiltración de «fuerzas especiales y de mercenarios que echan leña al fuego de las tensiones internas provocando enfrentamientos armados; acusaciones de que el gobierno está masacrando a su propio pueblo y una ‘intervención humanitaria’ que lleve a la creación de una coalición armada liderada por Estados Unidos».

El escenario que permitiría reoxigenar a la MUD es el colapso socioeconómico total que apuntale la crisis humanitaria, es uno de los ejes del plan de intervención del Comando Sur: así lo expresó el almirante Kurt Tidd, comandante del Comando Sur el pasado 6 de abril durante una audiencia en el Senado. «La creciente crisis humanitaria en Venezuela podría hacer necesaria una respuesta regional», dijo.

La nueva ronda de sanciones financieras de la administración Trump contra Venezuela y el reconocimiento de su liderazgo por parte de la MUD ofrecen elementos reales y concretos para entender la estrategia real. Las medidas contra Pdvsa son la continuación al asedio económico que se dirige desde Panamá, Bogotá, Madrid y Miami a traves de las mafias cambiarias fronterizas, calificadoras y oligopolios que financian el caos social.

 

Hacer un comentario.




Los comentarios expresados en esta página sólo representan la opinión de las personas que los emiten. Este sitio no se hace responsable por los mismos y se reserva el derecho de publicación. Aquellos comentarios que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto y/o que atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, este sitio se reservará el derecho de su publicación. Recuerde ser breve y conciso en sus planteamientos. Si quiere expresar alguna queja, denuncia, solicitud de ayuda u otro tema de índole general por favor envíe un correo a contacto@psuv.org.ve