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25.May.2018 / 01:49 pm / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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Tan importante como lo que dijo el Presidente son la tonalidad y el contexto en el que lo expresó. Esta vez no vimos a un Maduro celebrando una victoria electoral. «No es tiempo de aplausos», señaló. Vimos a un Maduro que fustigó insistentemente el rol del tren ministerial y demás miembros del gabinete, y, más allá de él, a los sectores con relevancia en los grandes asuntos nacionales, pasando por la oposición y el sector privado.

¿Se podría considerar este discurso un equivalente al «Golpe de Timón» de Hugo Chávez pero en la voz de Nicolás Maduro? Es difícil determinarlo. No obstante, los elementos comunes entre aquel memorable discurso del Comandante Chávez y el discurso del Presidente ante la ANC son: la apertura de una nueva etapa en la gestión revolucionaria, la ratificación de la orientación socialista de la revolución, la necesidad de un viraje político y táctico en los asuntos operativos y la proximidad de enormes tempestades.

Maduro se presentó luego de un duro y conflictuado periplo electoral que venía precedido por circunstancias inéditas: «He recibido los ataques que ningún presidente ha llevado en la historia de este país».

Durante los días de campaña, Maduro resolvió no apelar a frases manidas, promesas tradicionales o discursos edulcorados. Por primera vez vimos una campaña electoral con una alta carga autocrítica, anclada en la compleja crisis y asumiendo errores de su gobierno. Con esos atributos a cuestas y en una línea narrativa de sinceridad, su discurso presentó su apreciación sobre los desafíos del país de cara a las circunstancias que abordan la realidad nacional. Resolvió no irse por el camino de los cálculos políticos, a cuenta y riesgo de afectar su figura como jefe de gobierno recién reelecto.

En esa dirección, presentó seis líneas esenciales que, aclamó, serán las líneas puntuales de acción en este primer momento de su gestión:

1. La promoción de la paz política y social mediante un proceso de reconciliación nacional, diálogo y acercamiento con sus adversarios políticos. Liberación de políticos presos que no hubieran cometido delitos graves, perdón y reparación a las víctimas de las conmociones violentas de años recientes. Subrayó su rol y el del chavismo en lograr una paz política contra muchos pronósticos. No obstante, infirió sobre la fragilidad de ese objetivo de cara a las duras arremetidas del proceso destituyente que es impulsado por factores antagonistas internos y externos.

2. Concertar grandes acuerdos nacionales con los principales sectores del país para construir un modelo de gestión económica sostenible para la estabilización y la superación de las grandes turbulencias que han degradado el devenir económico. Se refirió a la tarea de «avanzar en un acuerdo económico productivo para lograr la estabilidad y prosperidad económica». Reconociendo la cuestión económica como principal deuda del chavismo, Maduro abogó por la restitución de una gobernanza económica efectiva, ofreciendo su «mano dura» y su mano dialogante.

3. Resaltó y relanzó una de las principales líneas de acción de lo que fue su gobierno anterior: la lucha renovada y frontal contra todas las formas de corrupción. Habló sobre la construcción de una nueva ética patriota y ciudadana. Enfatizó los flagelos internos del Estado, como el clientelismo y el burocratismo.

4. Ordenó el fortalecimiento y amplificación de todos los sistemas y subsistemas de protección social. «Lo nuevo, en materia de salud, vivienda, bonificaciones, servicios y demás mecanismos de protección del pueblo», dijo. Destacando el sentido de una política social de la coyuntura, pero subrayando el espíritu original de la política social del chavismo, llamó a redoblar esfuerzos para plantar cara a las adversidades que recaen sobre los sectores populares.

5. Llamó a fortalecer los mecanismos de defensa integral de la nación. Haciendo alusión a la crudeza de las amenazas externas y a la sinergia imperialista que aborda al país, instó a «defender las instituciones, confrontar las conspiraciones y a construir nuestro derecho a la paz». Una línea de acción que no es nada inocente, sino que es sumamente pertinente ante las posibilidades de escalamiento y ampliación de los mecanismos operativos de asedio externo sobre el país.

6. Finalmente, Maduro ratificó el sentido y propósito socialista de la revolución bolivariana, «sin consignas, ni dogmas, ni gamelote». Aunque signado por un evidente pragmatismo, destacó la necesidad de retomar las consideraciones dimensionales del socialismo según la visión del Comandante Hugo Chávez: la ética, la política, la economía, lo social y lo territorial. La presentación y énfasis del socialismo fue instrumentada por el Presidente, en su alocución, como única alternativa política para salvaguardar los destinos nacionales.

Sobre el ámbito interno

El factor transversal y la tonalidad del discurso se centró en la presentación de la tragedia intestina del Estado. Claramente en tono de inconformidad, Maduro se refirió a las insuficiencias significativas en la gestión de gobierno acorde a la magnitud de las circunstancias económicas, políticas y sociales del actual momento nacional.

Sobre este punto, resaltó la necesidad de relanzar al Estado. «Ya ganamos gobernaciones, alcaldías, la ANC y la presidencia. No es tiempo de gamelote, ni de perder tiempo». Se refirió a los dispositivos operativos y funcionales del Estado para abordar la gestión, sobre la que reconoció «serias fallas» en el desarrollo de la política de gobierno. Señaló que en reunión del pasado martes con gobernadores, instruyó a los funcionarios a que presentaran propuestas para resolver «inmediatamente» puntuales necesidades poblacionales.

Asimismo se refirió a la gestión de PDVSA, increpando a Wills Rangel y llamando al presidente de la estatal Manuel Quevedo, aludiendo al papel de la clase obrera y a la conducción de la industria para remontar en 1 millón de barriles la producción de crudo: un elemento crítico para el desenvolvimiento de la actividad económica del país.

El crudo, justo ahora, remonta su precio internacional rozando los 80 dólares/barril en varios marcadores, ciclo que Venezuela no está aprovechando a plenitud dada la decaída producción interna. Sobre ese punto, Maduro instruyó a Manuel Quevedo: «Está autorizado a hacer todo lo que tenga que hacer», instándole a solicitar apoyo a la OPEP, a China y a Rusia, para alcanzar las metas en producción de crudo.

Maduro se refirió al daño generado sobre importantes sectores socioeconómicamente vulnerables, consecuencia de las conmociones económicas y políticas internas, cuestionando los esfuerzos pero sin desconocer los arduos trabajos del directorio del gobierno para resistir y contener. Hizo una alusión indirecta a la clara relación de los procesos pseudo-políticos destituyentes que ha conocido el país al unísono de la guerra económica y la violencia, aupadas por el antichavismo mediante la beligerancia y la promoción de la injerencia.

Las referencias al reconocimiento del adversario fueron sumamente frecuentes en este discurso. La insistencia en el llamado a diálogo, a contener la fragmentación del Estado y la sociedad y el cese de los enfrentamientos, se presentaron como variables conexas. Al referirse a Jorge Rodríguez como importante operador político, «quien ha ido a hablar hasta con el diablo», Maduro insistió en promover un diálogo transversal, refiriéndose a la seriedad que, como problema político, tiene la fragmentación y disgregación de la oposición y el desplazamiento de gran parte de ella a la agenda injerencista externa.

El sentido de diálogo destacado por Maduro es de amplio espectro, pues instruyó además al ministro Aristóbulo Istúriz a convocar a las fuerzas sociales comuneras y sociales para presentar propuestas a su gobierno.

Volviendo al tema de la gestión, Maduro habló sobre la necesidad de seguir fortaleciendo los mecanismos de protección social y las políticas sociales nucleadas alrededor del Carnet de la Patria como instrumento, haciendo mención de los CLAP y las «ferias del campo» como mecanismos que deben eficientarse. Nos obstante, se refirió a los desmanes en el terreno de los factores especulativos, instando a los gobernadores y alcaldes a desplegarse en el terreno «en un gobierno de calle permanente y local» para atender la necesidad de «adecentar la economía». La gente es colocada en primera línea, tanto de los ataques como en la creación vanguardista de los mecanismos para superar las adversidades.

En su discurso, nada lineal pero bastante explícito en las referencias a la gestión pública, señaló las fallas en Barrio Nuevo Barrio Tricolor, al cual se refirió como política social decaída o «casi inexistente».

Más allá de esas referencias específicas, vale destacar de su intervención el tono de sentido de emergencia que debe imponerse en la visión operativa del Gobierno. Evocando otros momentos de la gestión del Comandante Chávez, el Presidente reelecto destacó que las metodologías de gobierno debían someterse a revisión. Sobre el de «gobierno de calle» fue crítico hacia su propia figura, no obstante, aclaró que no es, parafraseando a Chávez, «el alcalde de Venezuela», agregando: «¿Quién va a ayudar al pueblo a resolver sus problemas? ¿Supermán? ¿SuperNico? ¿Quién? Sólo el pueblo salva al pueblo, ¿pero quién acompaña a ese pueblo? ¿Quién ayuda a organizarlo, a apoyarlo?».

De cara al ámbito externo

El Presidente, en su mensaje, hizo algunos señalamientos importantes, básicamente unas alertas a saber. En primer lugar, habló del impacto de las nuevas sanciones emitidas por la Administración Trump el lunes 21 de mayo. «No vengo a engañar a nadie», señaló Maduro, al referirse al «severo» daño que harán estas nuevas medidas a la capacidad de financiamiento y sistemas de compras internacionales del país.

Es oportuno recordar que, el pasado lunes, Donald Trump emitió medidas concretas para afectar los sistemas de pago favorables a Venezuela, el sistema de procura de PDVSA, y también estableció un veto a la enajenación o transferencia de activos venezolanos en el extranjero, una medida de congelación que podría derivar en facilitar condiciones de embargo de activos como los de CITGO Petroleum Corporation, filial de PDVSA en EEUU.

En segundo lugar, Maduro alertó sobre la posibilidad de una arremetida de tipo bélica en la frontera con Colombia. Una acción que, según Maduro, Juan Manuel Santos dejaría en manos de su sucesor, un «acto de provocación, una situación de carácter bélico», que podría escalar como elemento en la ruta de asedio externo contra Venezuela. En ese sentido, instruyó al ministro de Defensa Vladimir Padrino López a elevar los niveles de inteligencia y apresto operacional para prevenir esta posible arremetida. Maduro agregó, dirigiéndose al gobierno colombiano, que «sabemos más de lo que decimos, sabemos más de lo que ellos creen que sabemos».

Una conclusión

La relevancia y trascendencia de los eventos duros de asedio que signan la vida venezolana, en esencia, van a caracterizar la gestión del gobierno chavista desde este momento. Incluso, ha sido así en los últimos años.

No obstante, para Maduro y el directorio del gobierno, la victoria electoral del 20 de mayo ha sido un importante paso más para garantizar un espacio de gobernabilidad y posición política, pero no de garantía de la construcción de un estado de estabilidad total. Pues las amenazas que han llevado a Venezuela a la trama actual permanecen, y muchos elementos apuntan a que puedan elevarse. Maduro lo ha dejado muy claro.

La capacidad de maniobra que ha adquirido el chavismo en estas instancias relanza el sentido de «resistir y avanzar» frente a innumerables presiones, «pero las vamos a superar, así será», así lo enfatizó el Presidente.

Por lo tanto, su tonalidad de emergencia parece un llamado que el chavismo debe entender como una alerta, no sólo por las circunstancias actuales, sino por las que podrían devenir, sin fatalismos, más bien con un enfoque que ha caracterizado al chavismo en casi dos décadas: el de estar hecho a la medida de las circunstancias.

Un llamado que agrupa incluso las expectativas de un amplio espectro de la sociedad venezolana: revertir las afrentas que nos empujan al colapso y superar las adversidades.

 

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