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18.Oct.2020 / 01:27 pm / Haga un comentario

Lo primero que debe decirse de esta nueva genialidad del presidente de Narnia es que se trata de una muestra de que ni él mismo se cree sus cuentos. Hasta hace poco el tipo se veía seguro de sí mismo, especialmente cada vez que recitaba el mantra dictado desde Washington. Con esa destreza en el arte de la mentira negó todo sin que le temblara la voz: incursiones, contrataciones de mercenarios, fotos en trochas con paracos uribistas del Matarife (perdonen la redundancia), desfalcos al tesoro nacional e inversiones con dinero malhabido en España y quién sabe dónde más.

Entonces, si todo iba tan bien. ¿Para qué consultarle al “pueblo” algo que se supone estaba más que aprobado por el 99,99 por ciento de los venezolanos con pasaporte narniano? ¿Por qué volver a pedir el respaldo de la “comunidad internacional”, grupo de países que, para los eurocéntricos y amantes del “sueño americano” de la derecha extrema criolla, se reduce a la Europa neocolonialista y al Estados Unidos de siempre y sus protectorados del continente como Canadá, Colombia o Perú?

Algunos periodistas antichavistas han alertado que en esa propuesta del mago de los negocios a costa del erario público, hay –otra vez y como acostumbra– un lucro bien calculado. No sería nada raro, pues ya sabemos que los del G4 no dan puntada sin dedal.

Otro asunto curioso es que para esta “jugada maestra” ha sido “designado”, por el jefe de la nada, un comité organizador que -por su composición- recuerda a todas y cada de las acciones que llevó a la muerte política a la Coordinadora Democrática, primero; y a la Mesa de la Unidad Democrática, después, para luego llegar al mundo espectral en el que se mueve la oposición hoy día, espacio fantasmal en el que los supuestos dirigentes que la guían se disputan dólares y euros asignados por sus patrones del exterior.

En el comité antes citado hay un poco de todo lo fracasado: representantes del antiguo, complaciente y corrupto poder judicial de la IV República; exministros del segundo mandato del presidente Carlos Andrés Pérez, líderes del derrotado paro petrolero, defensores de las guarimbas, y miembros menores de la oligarquía caraqueña.

Al leer todos esos nombres, no pude evitar recordar la lista de los firmantes del Decreto de Pedro Carmona Estanga aquel 12 de abril de 2002.

Alfredo Carquez Saavedra

 

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