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13.Jun.2022 / 12:45 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por Geraldina Colotti

Han pasado dos años desde el secuestro y deportación a Estados Unidos del diplomático venezolano Alex Saab. Dos años en los que ha crecido la solidaridad y la indignación ante la soberbia con la que Washington se ha burlado del derecho internacional, creando un peligroso precedente. Pisotear la inmunidad de un diplomático, acreditado como embajador plenipotenciario de Venezuela en África, no es realmente un acto corriente. Estados Unidos se permitió hacerlo en el contexto del cerco internacional a Venezuela, que Saab intentó romper importando alimentos y medicinas a pesar de las medidas coercitivas unilaterales impuestas por EE.UU.

Empresario de origen palestino, Saab ha ayudado a Venezuela a construir una estrategia de supervivencia, suministrando a su propio riesgo el contenido de las bolsas de alimentos (los Clap) con las que el Gobierno bolivariano ha tratado de hacer frente a la crisis creada por la drástica caída de los ingresos. Aprovechando la subordinación del gobierno de Cabo Verde, indiferente a los pronunciamientos de los organismos internacionales, pero muy atento a los deseos de Washington, durante una escala para repostar, la CIA obligó al diplomático a bajar del avión y lo llevó en una prisión.

Allí, a pesar de su condición de diplomático, fue aislado y torturado, y finalmente deportado a Estados Unidos, a pesar de que aún no había concluido el proceso de apelación iniciado por la defensa. Un secuestro como los realizados por Estados Unidos contra los «combatientes enemigos» después del 11 de septiembre.

Desde su deportación, Saab se encuentra en una prisión de Florida. Inicialmente fue acusado de lavado de dinero, corrupción y otros 8 delitos. Todos han caducado excepto el de «conspiración». La audiencia para el reconocimiento del estatus diplomático, que pondría fin a la aberración jurídica, es sin embargo pospuesta constantemente. El último aplazamiento es para el mes de agosto.

Mientras tanto, la campaña sucia no se detiene, tanto hacia Saab como hacia su familia. Hace unos meses se filtró desde Estados Unidos la (falsa) noticia de que el diplomático hacía declaraciones en contra del gobierno de Maduro. La defensa negó y el gobierno bolivariano renovó los pedidos a Estados Unidos para su liberación, rompiendo las conversaciones con la oposición que se estaban dando en México: Saab, dijo Maduro, también es jefe de delegación en el diálogo de paz con la oposición maniobrada por Washington.

La esposa del diplomático, Camilla Fabri, con quien tuvo dos hijos, es italiana y ahora vive en Venezuela, desde donde anima el movimiento por la liberación de Alex.

Y ahora, también en Europa (en Italia, en Francia, pero también en algunos países de Europa del Este), se está organizando el movimiento Free Alex Saab.

Resumen Latinoamericano

 

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