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13.Feb.2019 / 10:29 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

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De acuerdo al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la ayuda humanitaria se brinda a cualquier población víctima de desplazamientos causados por desastres naturales, guerras o conflictos armados, para garantizar su acceso a servicios básicos como atención médica, alimentación y refugio.

Sin embargo, algunos países han enfrentado fuertes consecuencias tras ser aplicados en su territorio «operativos humanitarios» por parte del Gobierno de Estados Unidos (EE.UU) y países aliados.

En 1993 el Pentágono invocó la herramienta de «ayuda humanitaria» sobre la República Federal de Somalia. El país ubicado en el llamado Cuerno de África enfrentaba desde inicios de la década de 1990 una de las peores hambrunas de la historia de la humanidad.

Estas condiciones propiciadas por los dictámenes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en materia política, económica y monetaria sobre el gobierno del dictador Mohamed Siad Barre, aliado de petroleras estadounidenses, sirvieron de justificación para que Estados Unidos pusiera en marcha una operación denominada «Restaurar la esperanza».

Dicha operación contó con el respaldo del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quien autorizó a los países miembros a hacer uso de «todos los medios necesarios para establecer tan pronto como sea posible un clima seguro para las operaciones de ayuda humanitaria», reseña el medio español, El País.

De acuerdo a Misión Verdad, la crisis sanitaria en el país africano se multiplicó con la llegada de una tropa que contaba con al menos 30.000 marines, la ayuda humanitaria fue sólo un camuflaje para la militarización de sus recursos.

En 1999 la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) -donde figura Estados Unidos- bombardeó Belgrado, señalando que el gobierno de la antigua Yugoslavia (en aquel entonces integrada por Serbia y Montenegro) había emprendido un genocidio a los kosovares, sumiendo al país en una «catástrofe humanitaria».

78 días de bombardeos obligaron la salida del poder del serbio Slobodan Milosevic, además unas 2.500 personas fallecieron y otras 10.000 resultaron heridas, de acuerdo a cifras publicadas por la web Sputnik.

La guerra en Yugoslavia, «un país que jamás amenazó a ninguna nación extranjera», fue «un ensayo general» para EE.UU y la OTAN a la hora de practicar sus cambios de régimen, expresó al respecto el periodista Adam Garrie del medio alternativo británico Off-Guardian.

Dos años más tarde, tras el ataque a las Torres Gemelas, en Nueva York, el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush señaló a Irak como un objetivo en la «Guerra contra el terrorismo».

Durante el primer semestre de 2003 los ejércitos de Estados Unidos, Reino Unido, España, Australia y Polonia invadieron el territorio iraquí.

La invasión fue justificada desde dos frentes: primero, EE.UU y sus aliados mantuvieron un duro embargo económico y financiero que generó condiciones precarias en el abastecimiento medicinal y alimentario, pero la guinda del pastel mediático fue la denuncia de que el entonces líder iraquí, Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva pertenecientes a un programa de armas nucleares, químicas y biológicas. De acuerdo a RT, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) y el Servicio de Inteligencia Secreto británico (MI6) conocían que tales denuncias eran falsas.

De acuerdo con un estudio realizado por la revista médica Plos Medicine, la guerra y la ocupación en Irak se cobraron la vida de al menos 500 mil iraquíes entre el 2003 y el 2011, más del 60% de las muertes reportadas entre estos años fueron resultado directo de tiroteos, bombardeos, ataques aéreos u otras formas de violencia. El resto fue provocado por el colapso del sistema de sanidad y de las infraestructuras que mantenían los servicios públicos (agua potable, alimentación, gestión de residuos y energía eléctrica).

El verdadero objetivo de esta acción militar era lograr obtener el control de los recursos petroleros de la nación árabe y expandir la posición geoestratégica de EE.UU en el Medio Oriente.

En 2010 la excusa de «ayuda humanitaria» sirvió nuevamente al país norteamericano para volver a militarizar la isla de Haití. Ese año un terremoto devastó la isla caribeña dejando 222.570 fallecidos; 1,5 millones de personas en la indigencia, y pérdidas materiales por al menos 7.900 millones de dólares, reseñó Telesur.

La «intervención humanitaria» emprendida por EE.UU y la ONU instaló en la isla la misión MINUSTAH con más de 7.000 soldados y policías, la «ayuda» se convirtió en un negocio lucrativo con las donaciones humanitarias.

El exfuncionario del Estado de Haití, Klaus Eberwein, señaló que un gran fraude envolvía a la Fundación Clinton, responsable de recoger las donaciones otorgadas por donantes internacionales con el propósito de ayudar directamente a los haitianos y reconstruir infraestructuras vitales para la nación.

De acuerdo a Eberwein el 0,6 por ciento de las donaciones otorgadas terminó en manos de organizaciones haitianas; 9,6 por ciento terminó en manos del Gobierno de Haití y el 89,9 por ciento restante (aproximadamente 5.400 millones de dólares) fue recibido por organizaciones no haitianas. El ex funcionario fue asesinado antes de hacer la denuncia ante el senado, añade Telesur.

Por otra parte, se denunciaron cientos de abusos criminales por parte de los cuerpos de seguridad foráneos; en tanto que la ONU recibió una demanda legal del pueblo, pues sufrieron por una epidemia de cólera por la que responsabilizaron a la organización.

Un año más tarde los medios volvieron a tomar la batuta, en 2011 una oleada de noticias falsas acusó al gobierno de Muammar Gadafi de atentar contra la población, otorgando a Libia la etiqueta de «crisis humanitaria» con la intención de potenciar la «necesidad» de intervención.

Distintas Organizaciones no gubernamentales (ONG) como la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la Liga Libia para los Derechos Humanos (LLDH) afirmaban que Gadafi estaba matando a su propia gente, y más de 70 ONGs se hicieron eco de la necesidad de suspender a Libia del Consejo de Derechos Humanos.

Las acusaciones tuvieron el efecto deseado, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó las resoluciones 1970 y 1973 en donde autorizó una zona de exclusión aérea en Libia que Estados Unidos usó para bombardear.

De acuerdo a cifras presentadas por Telesur, como consecuencia de la «intervención humanitaria» en Libia, más de 20 mil personas murieron y al menos 350 mil se convirtieron en refugiados, además, grupos terroristas tomaron posesión de las principales regiones de la nación.

El objetivo real de la intervención era tomar posesión de sus reservas de petróleo, y privatizar la industria petrolera del país.

AVN

 

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