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Por: Eduardo Piñate R.
Contra los pronósticos negativos y los malos augurios de la ultraderecha venezolana (desde Voluntad Popular, Primero Justicia, AD y otros, hasta la Conferencia Epíscopal y Fedecamaras) e internacional (encabezada por la élite gobernante en los EEUU), el proceso de diálogo abierto hace poco más de un mes entre el gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro y varios partidos de oposición, ya tiene resultados tangibles y concretos.
A la declaración sobre los seis puntos, en la cual todos los participantes estuvieron de acuerdo en la condena al bloqueo y las medidas coercitivas unilaterales del gobierno de EEUU y otros contra Venezuela y la ratificación de la soberanía de Venezuela sobre el Esequibo, así como dilucidar esta controversia a través del Acuerdo de Ginebra de 1966; siguieron la liberación de varios presos reclamados por las oposiciones y la vuelta de los parlamentarios del Bloque de la Patria a la Asamblea Nacional en desacato. Aún sin salir del desacato abrió la posibilidad de ir a la renovación del CNE a través del consenso entre varias fuerzas políticas, del gobierno y la oposición, posibilidad negada hasta ahora por una ultraderecha fascista que confundió -y confunde aun- diálogo con rendición.
Mientras esa ultraderecha, apoyada por el gobierno estadounidense, la élite derechista de la UE, y un grupo de Lima venido a menos, anuncia nuevas fechas para -ahora si- derrocar a Maduro, nosotros avanzamos con el diálogo político con un sector importante de la oposición, obtenemos todos los días pequeñas victorias económicas y productivas, los pueblos del continente están en las calles contra los paquetes neoliberales impuestos por el FMI y las fuerzas progresistas ganan las elecciones en Argentina, que se une a la de López Obrador en México y el uribismo es derrotado contundentemente en Ginebra, 3 de noviembre de 2019