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9.Jun.2020 / 06:21 pm / Haga un comentario

Alfredo Carquez Saavedra 

“El Partido Socialista Obrero Español, con más de 125 años de historia, es una organización política de la clase trabajadora y de los hombres y mujeres que luchan contra todo tipo de explotación, aspirando a transformar la sociedad para convertirla en una sociedad libre, igualitaria, solidaria y en paz que lucha por el progreso de los pueblos”.

El párrafo de arriba forma parte de las bases ideológicas del PSOE. Sin embargo, a la luz de sus actuaciones para con la República Bolivariana de Venezuela, pareciera que esa organización bien lejos está de los postulados establecidos por su fundador, Pablo Iglesias Posse, a finales del Siglo XIX.

Que la España de José María Aznar (Partido Popular), genocida socio de George Bush en la invasión a Irak, participara en el golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez, el 11 de abril de 2002, no fue un acto de incoherencia. Que más se podría esperar de ese ruin personaje y de un partido heredero del franquismo.

Pero que a  pesar de las viejas promesas de décadas atrás y con la anuencia del PSOE España siga mantenido sus asientos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte y aun destaque tropas en naciones previamente invadidas, destruidas, desangradas y saqueadas por Estados Unidos, como sucede en la ya citada Irak y en Afganistán, deja mucho que desear si se contrasta la realidad con sus principios ideológicos.

El PSOE va a la deriva tanto en España como fuera de ella. Pareciera haber perdido la brújula. ¿No la tendrá en su bolsillo (privatizada y obviamente sin permiso) Felipe González?

De tanto coquetear con el sistema González, antiguo líder de ese partido, terminó enganchándolo con la derecha mundial. Este pujó en 1979 para domesticar su organización, dejar a un lado el marxismo y entregarlo al felipismo, en otras palabras, al sector financiero y empresarial, justo en los umbrales de la ofensiva del neoliberalismo. También fue cabeza (invisible para la justicia) de la política de exterminio de los paramilitares Grupos Antiterroristas de Liberación, estrategia tenebrosa que acumuló numerosas víctimas y casi ningún castigado. De su negativa herencia no se ha sobrepuesto el PSOE.

Tuvo que llegar la covid-19 para que en España se atreviera el gobierno “socialista” a suspender momentáneamente (no a prohibir) el desahucio, de decir, la echada a la calle de familias enteras (500 casos diarios, en promedio), situación que se ha hecho norma en la sociedad de la Madre Patria. Al parecer, los gobiernos del PSOE no han tenido tiempo de derogar o reformar una Ley de 1909 que permite tal aberración.

Y en medio de la crisis de la pandemia la japonesa Nissan y la estadounidense Alcoa, cierran y dejan sin empleo a miles de trabajadores españoles. Y no pasa nada más allá de los discursos. Por cierto, en España un patrono puede descontarle del salario a un empleado, el tiempo que este tarde en ir al baño o en tomarse un café.

El gobierno de Sánchez aplaude a Juan Guaidó y luego no sabe qué hacer con ese bacalao. Critica al Gobierno Bolivariano cuando se defiende de guarimbas, ataque y sabotajes y pide nuevas elecciones. Si hay una incursión armada por estas tierras, mutis en La Moncloa.

Pero sonríe y asienta ante la profunda cercanía del Reino de España con la teocracia saudí, monarquía sostenida por Washington, experta en violar derechos humanos de propios y extraños. El negocio milmillonario de las armas pesa más, que lo digan los niños del Yemen.

Y si de transparencia se trata, que nadie señale por corrupto al Rey jubilado, Juan Carlos de Borbón, el ungido por Francisco Franco. En ese caso Pedro Sánchez prefiere voltear la mirada, como sucedió hace poco con el caso de Corinna Larsen, la “amiga entrañable”     que recibió 65 millones de dólares del monarca asesino de elefantes, dinero, a su vez,  “regalado”por Arabia Saudita por algunos favores recibidos.

Con una conducta así, entonces no podría extrañarnos que el actual gobierno de España -que tanto se queja de las protestas, cacerolazos, guarimbas y desafueros de los seguidores del Partido Popular, Ciudadanos y del neofranquista VOX- se entienda tan bien con las sucursales criollas de esas agrupaciones, tales como Primero Justicia y Voluntad Popular.

Al PSOE le sobra la S de Socialista y la O de Obrero, aquí propongo que se llame Partido Español y listo: problema de identidad resuelto. Eso podría ayudar a disminuir el grado de esquizofrenia política que deben padecer a lo interno sus dirigentes, cada vez que uno de sus ministros pone la torta al recibir y fotografiarse con Guaidó o al tratar de defender, sin mucha convicción, al aspirante a Pinochet que tienen hospedado en su  embajada aquí, en Caracas.

 

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