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1.Dic.2016 / 09:52 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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La organización intenta modular el mercado petrolero, apalancándose en su musculo de producción de un tercio de la producción mundial de crudo. El esfuerzo se orienta en hacer reflotar el precio del crudo, pero además, retomar la gobernanza de los países productores en un «mercado» fuertemente intervenido por factores especulativos que han sometido los precios a dramáticos altibajos y a un ciclo prolongado y peligroso de alta volatilidad. Es así que desde mediados de 2014 y hasta ahora, la OPEP, por falta de consensos, no había impuesto su peso.

El cambio de situación generado desde este acuerdo implica la salida de circulación de 1 millón 200 mil barriles al día por parte de los miembros de la organización. Adicional a esa meta, países fuera de la OPEP como Rusia, Kazajistán, Azerbaiyán, entre otros, sacarán de circulación unos 600 mil barriles/día.

Rusia, por sí sola, hará un aporte de reducción de 300 mil barriles. La medida tendrá el ejecútese desde enero de 2017 y, pese a eso, los efectos en los precios comienzan a sentirse. Los marcadores Brent y WTI aumentaron en un 8% sus cotizaciones al conocerse el «humo blanco» en Viena, sede de la organización y lugar de la cumbre.

Los actores y factores de liderazgo

Una reducción combinada de 1,8 millones de barriles/día por parte de países de la OPEP y de los que no integran el grupo representa casi un 2 por ciento del bombeo mundial y ayudaría al mercado a limpiar un exceso de existencias (principalmente generadas desde la fiebre del fracking en EEUU), que llevó a los precios a hundirse en los últimos años.

El acuerdo es considerado «histórico» por varias razones. Primeramente, incorpora a países fuera de la OPEP. La última vez que Rusia participó en un acuerdo similar fue en el año 2001. Otra cuestión a saber es el rol de Arabia Saudita en hacer un esfuerzo significativo en reducir por sí sola casi 500 mil barriles/día y por otro lado Rusia, que sacrifica unos nada despreciables 300 mil.

Arabia Saudita dio vuelta de hoja a intransigencias que hace poco dieron al traste con la cumbre de Doha para generar el acuerdo que ya se ha consumado. Rusia, por su parte, ha sido bastante diligente en incorporar a países no-OPEP a la iniciativa. Dicho de otra manera, las articulaciones entre grandes países productores dentro y fuera del cártel ha sido lo bastante «sui generis», inédita.

Venezuela también ha tenido un rol altamente activo en esta iniciativa. A sólo horas de la cita en Viena, Eulogio Del Pino se encontraba en Moscú afinando métodos para generar los consensos de reducción, que han sido de hecho la piedra de tranca que finalmente ha sido superada. Las sucesivas giras de Del Pino y las que también ha efectuado el presidente Maduro, colocaron a Venezuela en rol de protagonista generador y patrocinador de los acuerdos.

Esa proactividad le sirvió a Venezuela para recibir al Secretario General de la OPEP Mohammed Barkindo, quien en una visita de trabajo subrayó el esfuerzo de Venezuela en intermediar frente a diferencias intestinas en la organización. Venezuela sigue gozando de un liderazgo genuino dentro de la organización, que se ha consolidado desde el advenimiento de la agenda exterior bolivariana.

Las reacciones previas y posteriores al acuerdo dan cuenta de su gran importancia. «Si este acuerdo se lleva a cabo, sería enorme. Se quita mucho petróleo del mercado y se obtiene la participación rusa», dijo Gary Ross previo a la cita. Ross es un un veterano observador de la OPEP y fundador de la consultora Pira.

«La OPEP demostró a los escépticos que no está muerta. La medida acelerará el re-equilibrio del mercado y erosionará el exceso de oferta mundial de petróleo», dijo Amrita Sen, de la consultora Energy Aspects. Ambos analistas han sido citados por la agencia Reuters.

El contexto de esta decisión es clave y eso también la hace histórica. La organización no solo salvaguarda el derecho a un «precio justo» del crudo para los países miembros. El impacto del acuerdo va más allá, al punto de que la ruptura al peligroso y prolongado ciclo actual de precios bajos, le da un espaldarazo a las economías emergentes y en vías en desarrollo que dependen de los marcadores de materias primas.

Estas economías (muchas no petroleras) se han visto ralentizadas y al borde de la recesión por este ciclo de bajos precios, causa además de una desaceleración de algunas economías de tamaño intermedio; cuestión delicada en un contexto económico como el actual, signado por la crisis que revienta en 2008 y que no termina de superarse.

El acuerdo ciertamente termina con la fiesta de precios bajos para las economías industrializadas que han hecho un agasajo. Pero también es cierto que el ciclo actual de precios bajos ha comprometido seriamente las inversiones a futuro. Los grandes yacimientos de crudo que no han madurado a plenitud dependen de precios altos por tratarse de crudos no convencionales o en lugares no convencionales.

La Faja petrolífera del Orinoco, las reservas bituminosas de Canadá, la cuenca del Mar Caspio y las explotaciones costa afuera en todo el mundo, son inversiones que dependen de precios altos. A los niveles pauperizados de precios se comprometía el equilibrio del mercado al mediano plazo.

Aunque las grandes economías del mundo crecen hoy muy lentamente, siguen creciendo y la demanda de petróleo también asciende. En sólo unos años, el déficit de suministro por las inversiones que se han visto limitadas habría disparado el precio del crudo a niveles inconcebibles, afectando a los países consumidores y encareciendo las energías, las materias primas, los combustibles livianos y en consecuencia generando un impacto sustantivo en los precios internacionales de los alimentos (por nombrar solo un ejemplo).

Es decir, la OPEP está conteniendo un posible desastre en la economía mundial al mediano plazo que habría sido consecuencia del pobrísimo precio actual del crudo.

¿Qué significa esto para Venezuela?

Podría parecer obvio pero igualmente debe recalcarse: la noticia es bastante positiva para la economía venezolana. Pero, ojo, no es cuestión para cantar victoria. Las estimaciones de mayor consenso prevén que el crudo pueda alcanzar un techo o estabilizarse alrededor de los 65 dólares por barril a finales del primer trimestre del próximo año.

El precio de 100 dólares por barril es virtualmente imposible en la actualidad. Esto indica que la economía venezolana se seguirá desenvolviendo en niveles de ingreso petrolero muy por debajo de los niveles de años anteriores, si esa predicción en el precio resulta acertada.

El precio del crudo alrededor de los 65 $/barril tiene otros riesgos. Por un lado, puede detonar la reapertura en muchos campos de fracking en EEUU que cerraron por ser financieramente inviables al caer el precio a los niveles actuales.

De hecho, los mercaderes del fracking en EEUU han ganado un fuerte aliado. Donald Trump desde hace años se ha declarado a favor del fracking, y en su campaña dijo que como Presidente acelerará la política iniciada por Obama en raspar hasta la última gota de reservas en ese país.

El reto para los países OPEP y no OPEP será, ahora, el cumplimiento de los acuerdos, entendiendo que los sacrificios en producción son espacio para que países no incorporados al acuerdo adquieran mayores cuotas de mercado. Incluso se lidia con el peligro de que países integrantes del acuerdo lo violenten para no perder cuotas de mercado. La organización realizará un encuentro el 25 de mayo de 2017 para supervisar el acuerdo y podría extenderlo por seis meses.

Venezuela debe entender que este resultado buscado, aunque es favorable y alentador, no debe distraer la política económica que debe orientarse cada vez con más cohesión y consistencia en una diversificación de la matriz exportadora.

Los tiempos de inestabilidad petrolera seguirán persistiendo. He ahí que aunado a lo que será un aumento del ingreso petrolero (gracias a este acuerdo), deben sopesarse los nuevos ingresos en minería, la sustitución de importaciones, el aumento de las exportaciones no petroleras, que, junto a medidas de reperfilamiento de deuda, pueden sin duda conjugarse en un escenario más favorable en lo económico para Venezuela, para el año 2017.

Por: Franco Vielma

Misión Verdad

 

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