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21.Abr.2021 / 10:08 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

José Garcés

El proyecto de Ley de las ciudades comunales nos causa placer a algunos, curiosidad a otros y temor a otros más. El temor que causa en algunos es debido a la mala imagen que se ha tejido en torno al término “Comuna”.

La palabra “Política” proviene de la voz griega “polis” que se refiere a la reunión de ciudadanos en asamblea. Es decir, los griegos se reunían en el Ágora que era un lugar público y abierto para discutir sus problemas.

La noción de “Política” así vista, es sin lugar a dudas mucho más edificante que la que hemos retorcido entre todos. Hay personas que a toda voz advierten: “yo no me meto en política”, porque hemos confundido política con partidismo político, y éste último lo aupamos con todas las fuerzas de la emoción y el fanatismo, y pocas veces con sentido crítico.

Otro error conceptual muy frecuente es la sentencia: “es que la política es muy sucia”, y esto es realmente lamentable. Cuando se entiende que la verdadera “política” es la reunión de los ciudadanos en asamblea no hay lugar para lo sucio o despreciable. Estas prácticas solo toman lugar cuando se inscriben en la defensa malsana de un partido político.

Estas dos concepciones de la política han degenerado su noción original y han hecho que la gente se aparte de ella. En realidad es un error separarse de la política porque tarde o temprano vamos a tener que dialogar para resolver los problemas de nuestra comunidad. Así sea en una junta de condominio, vamos a tener que dar nuestra opinión y esa es justamente la esencia de la política, es decir, la reunión de ciudadanos en asamblea. La noción de “Comuna” nace de las polis griega y de la ineludible naturaleza del hombre de convivir con el prójimo, por eso Platón decía que el ser humano es un animal “político”, para referir su carácter gregario. Después los adecos retorcieron la frase.

Para que la reunión de los ciudadanos sea productiva, hace falta algunos principios. Y vamos a comenzar por la misma palabra “reunión”, que viene de re-unión, es decir volver a unir. Y se refiere a volver a unir algo que previamente estaba unido pero ahora está separado. Lanzo la pregunta al lector: ¿Qué será aquello que estaba reunido pero ahora está separado?

Llama la atención que la palabra “reunión” tiene la misma significación que la palabra “religión”. Esta última viene del latín re-ligare, que quiere decir volver a ligar o (como ya sabemos) volver a unir. Y de nuevo la pregunta, esta vez referida la noción de religión: ¿Qué será aquello que estaba reunido pero ahora está separado?

Y sí, avezado lector, lo que usted está pensando es lo correcto. Religión se refiere a volver a unir al ser humano consigo mismo y con los otros seres humanos. Por eso todos los maestros de las grandes religiones hablan de amor, que es la fuerza que puede unir al ser humano consigo mismo y con los demás. Por eso “religión” y “reunión” son conceptos paralelos y complementarios. Es necesaria la reunión para que pueda llevarse a cabo la religión. Asimismo, es necesario la reunión para que pueda ejecutarse la polis y la comuna. Note asimismo que la Revolución Bolivariana se basa en la reunión. El carácter colectivo de las revoluciones es innegable. Observe la cantidad de grupos que han surgido a la luz de la organización del pueblo para la construcción de la revolución. Dése cuenta de la gran cantidad de consejos comunales, mesas técnicas de agua, círculos bolivarianos, cooperativas, colectivos y asociaciones que han surgido en los últimos 20 años.

Podemos decir asimismo que la reunión es el camino a la liberación, por el contrario el individualismo legitima la dominación. Dicho de otra forma, el colectivo es el paso previo a la superación humana; la soledad es la esclavitud.

Ya con estos conceptos podemos seguir armando la ecuación: para la revolución y la superación de las cadenas que nos ha impuesto el capitalismo necesitamos la reunión y el colectivo, que apuntan al socialismo. El capitalismo de igual forma se empeña en mantener la dominación a través de la soledad y el individualismo.

Por otra parte la re-unión es la operacionalización del amor. Esto es, el amor se vuelve operaciones concretas a través de la reunión. Los que se aman quieren estar juntos (reunidos) los que se odian quieren estar separados, y hablando de llevar a operaciones un concepto tan abstracto como el amor, aparecen las ciudades comunales, que además son la células fundamentales de la sociedad socialista

El Proyecto de Ley de las Ciudades Comunales declara en su exposición de motivos al “sistema de agregación comunal, como apuesta para prefigurar una sociedad impregnada de una nueva espiritualidad socialista capaz de superar la decadencia capitalista”. Es decir, se apuesta a la reunión para derrotar la soledad y sus males. Por ejemplo, ya sabemos que la delincuencia es hija del capitalismo. Al darle más importancia al dinero que al ser humano, el capitalismo ha fomentado la delincuencia en la cual los participantes en la sociedad copian los patrones de conducta de las clases dominantes. El Presidente Mao explicaba: “Las ideas dominantes en la sociedad son las ideas de la clase dominante”, de manera tal que si revisamos una sola conducta definitoria del capitalismo como lo es la delincuencia, nos encontramos que con las ciudades comunales basadas en la reunión puede darse una solución a este mal.

En realidad los males del capitalismo son los males de la soledad. El miedo, la inseguridad, la angustia producida por la competencia son todas generadas por el individualismo como forma aberrada de relación en la sociedad.

En la misma exposición de motivos del proyecto de ley en cuestión se proclama: “Las Ciudades Comunales están llamadas a ser epicentros de revolución cultural, de configuración de una nueva ética socialista más allá de los valores destructivos del capitalismo”. Piense la cantidad de habitantes que tiene el planeta tierra, son cerca de 7 mil millones. Si creemos en lo que nos dicen los valores del capitalismo en donde “primero yo, segundo yo, tercero yo y, si sobra, yo”, inevitablemente concluiremos que cada ser humano tiene que competir con otros miles de millones de semejantes. La competencia es la esencia del capitalismo y este mete en la cabeza de cada persona ideas como esta: “Tengo que sacar las mejores notas porque tengo que ser el mejor de mi curso y así sobresalir”. De igual forma, ideas como: “Tengo que tener un carro elegante para sobresalir, yo no puedo ser un pendejo”, solamente favorecen a los grandes fabricantes de vehículos y cincelan en la mente de las personas la idea de competencia, de sobresalir y ser reconocido. Por eso es necesaria una revolución cultural y la construcción de una ética socialista superior moralmente al capitalismo decadente.

Una nueva ética en la que no tengamos que competir unos contra otros y entendamos que la solución a los problemas de todos los ciudadanos se haya en la polis, en la reunión, y en las herramientas para lograrlas: comunicación y tolerancia.

En síntesis, las ciudades comunales representan el sueño de todo revolucionario que ha tomado conciencia de que en el capitalismo el hombre ha sido devaluado a una condición subhumana. Por eso el Che decía que el “verdadero revolucionario está movido por grandes sentimientos de amor”, porque se necesita amar mucho para querer que toda la humanidad sea feliz. Ya el Dalai Lama lo decía: “No hay salvación individual”. Todo lo que hacemos repercute en los demás porque estamos interconectados, en palabras del maestro Thay: inter-somos. Por eso el individualismo no tiene cabida en una sociedad sana. El creer que las cosas que hacemos nos compete a nosotros y a nadie más es ignorancia y un error gigantesco, ya que estamos unidos por una red inextricable que hace que con nuestra conducta impactemos a los demás en esta interconexión en la que sin darnos cuenta vivimos. Esta interconexión ocurre más fluidamente cuando en nuestros corazones anida ese sentimiento que favorece la reunión, el amor, y justamente del amor es que vinieron a hablarnos los grandes maestros de la humanidad, y que luego sus enseñanzas fueron convertidas en religión

Así pues, reunión, religión, amor, interconexión, comuna, socialismo, comunicación y tolerancia, son los ingredientes de las ciudades comunales. Por primera vez vemos operacionalizado un concepto que nos estuvo rondando en la cabeza a los que quisimos tomar el cielo por asalto. Hago énfasis, fue el cielo lo que quisimos tomar.

 

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