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14.Sep.2016 / 09:00 am / Haga un comentario

Foto: Misión Verdad

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El ciclo revolucionario bolivariano, chavista, podría perderse, y con él, la oportunidad inédita del pueblo venezolano de escribir su propio destino. La reflexión parte de reconocer las circunstancias, para asumirlas y revertirlas.

Cada venezolano(a), cada persona identificada con el chavismo y su ciclo histórico, es corresponsable del momento y del adeudo sistemático, generacional, de anteponer nuestro proyecto de país de una vez por todas, frente a todas las circunstancias estructurales y sobrevenidas que lo han adversado y hasta lo han impedido en ciclos largos de nuestro tiempo. La apuesta venezolana al bolivarianismo no es cualquier apuesta, es la lucha a brazo partido por nuestro derecho al destino, a la reivindicación política y total de un ideal nacional, de derechos y garantías por la igualdad y justicia social pregonada y practicada.

Estos avatares nos han colocado a los chavistas en muchas posiciones que muchos no entendimos. Nos lega una responsabilidad. Nos coloca en una trinchera. La revolución nos convocó primeramente a asumir una postura personal frente a la dinámica política, poco a poco nos fue agrupando en causas superiores, nos concentró en un gran colectivo nacional y la característica de los eventos, las amenazas y los horrendos enemigos nos colocaron en una enorme trinchera multiversa.

En la trinchera

.-Todos en la trinchera sufrimos los embates del mismo lodo. Todos estamos expuestos a las mismas amenazas, aunque con responsabilidades distintas. Todos somos blanco del fuego enemigo. A nuestro lado caen algunos y otros se levantan lamiendo sus heridas. La política, la historia y las encrucijadas del poder no son una cosa hermosa, idílica y bonita. Tan duras son las circunstancias que algunos salen del lodo y desertan, mientras otros, que han sufrido la misma tragedia, permanecen claros en su rol.

.-La trinchera que llamamos «chavismo» fue convocada por las circunstancias. Para ganar terreno, el chavismo ha tenido que luchar contra formidables enemigos internos y externos. Ningún palmo de terreno ha sido ganado por el chavismo de manera fácil. El ideal se convirtió en lucha y con ella vinieron las dificultades y la calamidad, el daño, propiciado por el enemigo y a veces hasta por gente dentro del mismo chavismo. Pero nadie dijo que sería fácil, nadie dijo que sería bonito. Así que no hay promesas incumplidas, a todos se nos advirtió del lío en el que estaríamos metidos por ponerle la mano a los destinos del país.

.-Quienes han desertado de las trincheras lo han hecho inconformes por lo que han visto y han vivido en ella. Se muestran insatisfechos por la dirección en los rangos superiores, se han irritado con las desviaciones y malos ejemplos de algunos de sus propios compañeros. Se han agotado por las duras condiciones en el fango. Algunos han tenido miedo. Otros asumieron que la vía más fácil es no creer en nada y huir, esperando que la realidad de los eventos no los alcance. Algunos se fueron de la trinchera al no encontrar en ella cuotas de beneficio particular. Otros desertaron al lado contrario y se pusieron al lado de sus antiguos verdugos. Es legítima la inconformidad, pero el abismo entre ella y desertar es inmenso.

.-En la trinchera hemos visto actuaciones ejemplarizantes de quienes todavía diezmados por las circunstancias no ceden, no renuncian, no se cansan, no se rinden. El pueblo profundo, el pueblo sabio, el que se forjó al calor de las circunstancias, es la línea de vanguardia y la resistencia más férrea contra la regresión histórica. Su ejemplo es incuestionable. Esta es la gente que está determinada a no desertar jamás, aun con la inconformidad a cuestas si esta se les viene encima. Su claridad política y sentido de conocimiento del momento histórico nos aleccionan. En ellos se aprecia la lógica de los sobrevivientes, de quienes nunca tuvieron un destino y ahora lo quieren. Ese pueblo que sigue firme entiende que no lucha por prebendas o privilegios, lucha por derechos, por garantías, por conquistas y terreno ganado. Lucha por su derecho a la vida, por su derecho a ser parte de algo importante, por su derecho a formar parte de la clase política y social que asumió las riendas de Venezuela.

Sobre desertores(as) y el compromiso

.-El decepcionado, el inconforme, el molesto y desilusionado, no es en la guerra histórica de Venezuela, el enemigo. Tampoco el que deserta, aunque algunos de ellos se vayan a las filas al servicio del enemigo. El enemigo medular del proyecto venezolano de país es el viejo modelo, el modelo histórico, político, económico y sociocultural que nos envió al atolladero en beneficio de las rancias élites que rigieron siempre. El modelo es el enemigo que da parto a los engendros con los que el pueblo bueno de Venezuela está lidiando desde hace mucho. El entreguismo, la inequidad, la corrupción, la impunidad, el burocratismo, el desprecio al otro, esos son los flagelos. Son todo ello y toda la parafernalia de serviles a la vieja cultura, a lo mal hecho, al atraso y la mediocridad.

.-El chavismo surge como antítesis a las viejas formas de alienación. El chavismo ha sido una alternativa histórica, precisamente por proponerse a hacer las cosas de manera diferente, por su disposición a transformar la realidad nacional, nuestra sociedad, nuestro destino. En el chavismo yace la única fuerza verdadera, profunda, que realmente se ha dispuesto a transformar Venezuela para legarnos un proyecto nacional, de identidad y de venezolanidad perdurable. Eso no quiere decir que los flagelos culturales no persistan o que se superen por decreto con una vuelta de hoja. La Venezuela parida en el chavismo es una Venezuela que hay que luchar, es una Venezuela que hay que pelear a sangre, sudor y fuego. En medio de esas circunstancias estamos. Y es aquí donde algunos tiran las armas y se van.

.-Los venezolanos que se llaman a sí mismos de «buena voluntad», que «quieren lo mejor para Venezuela», personas comunes que sólo quieren que las cosas vayan bien, estamos divididos en la fórmula, en la visión de país. Los hay quienes creen (hasta ingenuamente) que en la derecha venezolana está la posibilidad de que todo sea distinto y bueno, de manera inmediata, como si no hubiésemos hecho ese tránsito alguna vez. Por otro lado estamos quienes en el chavismo creemos que hay la orientación correcta pese a los errores, las desviaciones y los flagelos de «lo mal hecho» que todavía persisten. Sabemos que el camino es largo y duro. Dentro de este grupo de chavistas han surgido los desencantados, quienes se han decepcionado, dado que la política, la realidad y las circunstancias no son lo que ellos(as) esperan. Olvidan un principio elemental de la política y la sociedad: no podemos esperar que ellas sean lo que nosotros queremos que sea. Ella es y será lo que nosotros logremos que sea.

.-El problema es que nos hemos asumido como actores individuales en medio de una marejada de gente. El viejo modelo nos hizo creer que somos entidades aisladas y esto ha inhibido nuestro sentido de responsabilidad social. Nos hizo perder de vista el hecho de que para que una sociedad «sea buena», los buenos debemos prevalecer en ella, actuando e imponiendo nuestra buena voluntad, cambiando las cosas desde adentro, como elementos activos de la transformación. Ser más y mejores es una de las claves. No ceder espacios, luchar duro desde adentro y contra todo lo malo son principios vitales.

.-Quienes desertan, muchas veces son señalados, y es que la sanción moral de quienes permanecen en la trinchera es una cuestión inevitable. Pero detrás del que deserta hay una realidad mucho más dura: no hemos logrado hacer saber a cada persona buena (que se decepciona) la corresponsabilidad que tiene en ser agente de transformación social. No les hemos hecho saber la importancia que tiene que ellos(as) permanezcan dentro, luchando desde el fango, si es que verdaderamente quieren algo bueno para todos(as). La gente todavía desconoce el poder que tiene para transformar la realidad y allí se consuma la tragedia del individualismo y el aislamiento.

.-La gente desperdigada, aislada, desmovilizada y desmoralizada, es el triunfo de los agentes de lo viejo. Es el triunfo del viejo modelo y sus beneficiarios. El deber entonces de quienes creemos en una revolución profunda, duradera, transformadora de la realidad venezolana, es seguir empujando en la dirección revolucionaria pese a todos los desmanes, errores y desviaciones que encontremos en las circunstancias y en nuestras propias filas. Nada se construye si no usamos cada ladrillo que pueda servir. Nada logramos si dejamos que el de al lado se vaya. Un proyecto de cambio de sociedad sólo es políticamente viable si es mayoritario, multiverso, riguroso y perseverante.

El deber nuestro de cada día

.-Hacerle saber al bueno, al honesto, al perseverante, al desinteresado, al camarada que lucha y que cree, lo importante que es, la responsabilidad que tiene y la importancia del compromiso que hemos asumido, pues no es una cuestión para nosotros, es una cuestión para el futuro.

.-El chavismo tiene su identidad, su marca de origen, y esa marca es la de transformar las cosas. Por lo tanto, lo urgente es hacer las cosas bien, de manera diferente, con creatividad y coherencia revolucionaria. Esto concierne mucho a la dirigencia, pero todos(as) en cada uno de nuestros espacios somos importantes para tales fines.

.-Las soluciones en la recomposición de la fuerza chavista no son soluciones exclusivas de la dirigencia en el Gobierno. No es una cosa que ellos deben generar y nosotros esperar como maná que cae del cielo. Nos conciernen a todos(as). Consideremos la posibilidad de conjugarnos en un gran voluntariado nacional para la repolitización, reencuentro y fortalecimiento de nuestras fuerzas sociales. Abordemos con mayor eficacia política las mismas fuerzas que hoy luchan en los CLAP, en las instancias organizadas, en movimientos sociales, en partidos y en los espacios de la cosa pública. Alrededor del Congreso de la Patria hay tareas que nos convocan y una de ellas podría ser la construcción de tareas de abordaje directo (¿un 1×3? Genuino, focalizado ¿podría ser?) a cada seguidor, simpatizante y/o militante molesto(a), desencantado(a), desmovilizado(a) y hasta descarriado(a). Los necesitamos.

.-La revolución debe revitalizarse en todas sus formas y espacios. Hay que advertir, no se trata de una reorganización con miras a próximos eventos electorales por importantes que estos sean. Superemos esa lógica simplona por un instante. Asumamos que para que la transformación social sea consistente, duradera, profunda, debe ser inmensamente mayoritaria y debe conjugar a las grandes mayorías nacionales, haciendo las cosas de otra manera, persistiendo en nuestro afán de no dejar perder la historia.

Por: Franco Vielma

Misión Verdad

 

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