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8.Oct.2020 / 10:05 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

Alfredo Carquez Saavedra

Donald Trump es tan pero tan mentiroso que ha terminado por opacar, en el arte de no decirle la verdad a los cuidadanos estadounidenses y al planeta entero, a algunos de sus colegas contemporáneos, como Barack Obama o George Bush, o de décadas pasadas, como Richard Nixon o Lyndon Johnson.

Es cierto que Trump bate registros históricos en esa conducta compulsiva de parecerse a Pinocho. Según The Washington Post, diario que ha dedicado espacio a contarle sus embustes, el mandatario mencionado llevaba hasta hace poco la bicoca de 20 mil chapuzas en su primer período (y parece que único, según las encuestas) , algo así como 5 mil atentados en contra de la verdad por año y de 13,6 falsedades por día.

Sin embargo, se hace necesario señalar otros casos importantes del pasado. Obama, el presidente más mercadeado por la industria política publicitaria gringa, mintió, con su cara estudiada de yo no fui, cuando en 2015 firmó aquella orden ejecutiva en la que declaró a la República Bolivariana de Venezuela como una “amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional y la política exterior de su país. Pero además, el expresidente, quien había prometido en su campaña acabar con las guerras de Bush, resulta que no solamente las mantuvo (Afganistan, Irak, Siria), sino que las agravó. Y el colmo es que aun así le dieron un cada vez más desprestigiado Premio Nobel de la Paz.

El caso del mencionado Bush, es un clásico de la historia del terrorismo imperial. Mintió casi mil veces solo para justificar la invasión genocida a Irak en 2003, hecho en el que José María Aznar, expresidente de España y Tony Blair, primer ministro de Gran Bretaña, se mancharon las manos y la conciencia de sangre.

Johnson y Nixon se lucieron engañando a sus gobernados con el desarrollo de otra guerra, la de Vietnam. Y el segundo, además, se vio obligado a dejar el cargo al ser develadas todas las marramucias por él ordenadas para tratar de que no trascendiera la verdad relacionada con el famoso y escandaloso caso Watergate.

Todo esto debería servirle de aprendizaje (algo así como una moraleja) a la oposición venezolana, especialmente a la de extrema derecha guaidoneana. Pero como ese sector está encabezada por un amante del fraude, entonces no hay nada que hacer. Estos han terminado por creer no solamente sus propias mentiras sino también las de su patrón, Donald Trump.

Por cierto, el este personaje volvió a hacer de las suyas una vez más con o el supuesto contagio de Covid-19 o con la supuesta y casi milagrosa recuperación en apenas tres días. No se sabe a ciencia cierta si el emperador de las mentiras estuvo enfermo o si, peor aun, se dio de alta el mismo sin esperar curarse. Ahora Trump, además de ser un riego para la Humanidad, se ha convertido en un posible portador incontrolable del coronavirus.

Este último show puede ser una estrategia publicitaria desesperada, pues a menos de un mes de las elecciones todas las encuestadoras muestran un futuro poco promisorio para el hombre del copete amarillo.

alfredo.carquez@gmail.com

 

 

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