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20.Ene.2010 / 04:00 am / Haga un comentario

Lleno de innumerables condiciones intelectuales, el joven José Martí, nacido en La Habana, Cuba en 1853, decidió, en primer momento, dedicarse por completo a su formación y educación. A muy temprana edad, se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio de la guerra de los Diez Años y el encarcelamiento por ser mentor, inició su actividad revolucionaria: publicó una gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco después, una revista, La Patria Libre, que contenía su poema «Abdalá».

A los diecisiete años José Martí fue condenado a seis de cárcel por su pertenencia a grupos independentistas. Realizó trabajos forzados en el penal hasta que su mal estado de salud le valió el indulto.

Fue deportado posteriormente a España, donde publicó su primera obra de importancia, el drama Adúltera. Inició en Madrid estudios de derecho y se licenció en derecho y filosofía y letras por la Universidad de Zaragoza.

Durante sus años en España surgió en él un profundo afecto por el país, aunque nunca perdonó su política colonial. En su obra La República Española ante la Revolución Cubana reclamaba a la metrópoli que hiciera un acto de contrición y reconociese los errores cometidos en Cuba.

Tras viajar durante tres años por Europa y América, José Martí acabó por instalarse en México. Allí se casó con la cubana Carmen Sayes Bazán y, poco después, gracias a la paz de Zanjón, que daba por concluida la guerra de los Diez Años, se trasladó a Cuba. Deportado de nuevo por las autoridades cubanas, temerosas ante su pasado revolucionario, se afincó en Nueva York y se dedicó por completo a la actividad política y literaria.

Desde su residencia en el exilio, José Martí se afanó en la organización de un nuevo proceso revolucionario en Cuba, y en 1892 fundó el Partido Revolucionario Cubano y la revista Patria. Se convirtió entonces en el máximo adalid de la lucha por la independencia de su país.

Dos años más tarde, tras entrevistarse con el generalísimo Máximo Gómez, logró poner en marcha un proceso de independencia. Pese al embargo de sus barcos por parte de las autoridades estadounidenses, pudo partir al frente de un pequeño contingente hacia Cuba.

Fue abatido por las tropas realistas cuando contaba cuarenta y dos años. Martí es, junto a Bolívar y San Martín, uno de los principales protagonistas del proceso de emancipación de Hispanoamérica.

La obra literaria de José Martí

Entre sus obras dramáticas destacan Adúltera (1873), Amor con amor se paga (1875) y Asala. También fundó una revista para niños, La Edad de Oro, en la que aparecieron los cuentos Bebé y el señor Don Pomposo, Nené traviesa y La muñeca negra, y colaboró con diversas publicaciones de distintos países, como La Revista Venezolana, la Opinión Nacional de Caracas, La Nación de Buenos Aires o la Revista Universal de México.

Durante su destierro en España publicó

"En A mis hermanos muertos el 27 de noviembre (1872), publicado durante su destierro en España, Martí dedica sus versos a los estudiantes muertos en una masacre acaecida en aquella fecha.

Su única novela, Amistad funesta, también llamada Lucía Jérez y firmada con el pseudónimo de Adelaida Ral, fue publicada por entregas en el diario El latino-Americano entre mayo y septiembre de 1885; aunque en su argumento predomina el tema amoroso, en esta obra de final trágico también aparecen elementos sociales".

Cronista y crítico excepcional, hizo de muchos de sus textos auténticos ensayos, algunos de carácter revolucionario como El presidio político en Cuba (1871) -de gran fuerza lírica-, El Manifiesto de Montecristi o su Diario de campaña. Sus Obras completas (1963-1965) constan de 25 volúmenes.

Martí admiró a Bolívar inmensamente

Como apuntara el maestro Gustavo Escobar Valenzuela: para Martí el héroe por excelencia, el arquetipo de hombre americano es Bolívar, al que nos lo presenta según la realidad que su circunstancia le reclama. Un Bolívar que sin ser legendario ni fabuloso, es guía para la acción, que requiere la tarea incompleta de forjar una América totalmente libre, al tiempo que se enfrenta a la imagen distorsionada que sobre el Libertador dieron muchos de los contemporáneos.

Ciertamente de todos los héroes de la que llamara Nuestra América a quién más admira Martí es a Bolívar. A ciento cincuenta y siete se elevan las menciones directas al Libertador en las Obras Completas siendo la personalidad más mencionada.

Por cierto, la primera mención conocida en su obra escrita data de 1875 y fue hecha en México cuando refiriéndose al gran venezolano lo llamara "el héroe que en las llanuras del mediodía fatigaba con la carrera su caballo, y su cerebro con el peso de los pueblos surgidos a su altiva voluntad, potentes y desenvueltos de miseria".conocida como su testamento literario. Sin embargo, me atrevería a afirmar que esta no fue la última oportunidad que le dedicara un pensamiento, como no fue tampoco el último homenaje que le tributó.

Estoy convencido que allá en los campos de Cuba Libre, a caballo, cuando irradiaba felicidad por estar al fin, todos los días en peligro de entregar la vida en el combate, más de una vez tuvo que recordar al "Astro humanado", ante cuya estatua, con fervor de hijo agradecido, derramara lágrimas, cuando recién llegado a Caracas, "sin quitarse el polvo del camino", le rindiera emocionado tributo.
Martí también llama a Bolívar "padre de los pueblos", "hombre solar".

En el relato mencionado anteriormente "Tres héroes", cerca de treinta palabras bastan para ofrecer la imagen de El Libertador: "Era pequeño de cuerpo. Los ojos le relampagueaban y las palabras se le salían de los labios. Parecía como si estuviera esperando siempre la hora de montar a caballo".

"César temía a los hombres de poco cuerpo", y a continuación menciona a Hamilton, Thiers, Céspedes y a Bolívar. En junio de 1887 en el Partido Liberal escribe: "Davides han hecho más que Goliates […] Bolívar pesaba tanto como su espada".

Para Martí solo había "un medio de vivir después de muerto: haber sido un hombre de todos los tiempos o un hombre de su tiempo", por ello viven él y Bolívar.

 

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