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20.Sep.2015 / 11:28 am / Haga un comentario

Foto: Archivo

Por: Pablo Siris Seade

A pesar de la andanada de noticias que han llenado hasta el absurdo los medios de todo el mundo en relación a la condena del venezolano Leopoldo López, pocas personas serían capaces de contestar a algunas sencillas preguntas: ¿quién es es señor? ¿qué hace? ¿por qué lo metieron preso? Trataremos de responder a esas preguntas, que por sencillas son muy importantes.

Un hijo de la oligarquía

Leopoldo Eduardo López Mendoza nació en Caracas el 29 de abril de 1971. Es hijo de Leopoldo López Gil y Antonieta Mendoza. Pertenece a una de las familias más acaudaladas de la oligarquía venezolana desde los tiempos de la colonia. Su primaria y secundaria la cursó en el exclusivísimo Colegio Santiago de León (en referencia al santo patrono de Caracas).

A partir de 1989 se mudó a Estados Unidos, donde estudió el segundo ciclo de secundaria en The Hun School of Princeton, New Jersey; luego estudió Economía en el Kenyon College, en Gambier, Ohio, y finalmente realizó una maestría de Políticas Públicas en laKennedy School of Government de la Universidad de Harvard, Cambridge, Massachusetts, becado por la estatal venezolana Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, casualmente presidida en ese momento por su padre.

Su madre es hija de Eduardo Mendoza Goiticoa, quien fue ministro de Agricultura del gobierno de Rómulo Betancourt, y sobrina de Eugenio Mendoza Goiticoa, considerado el hombre más rico del país en esa época. Fue ministro de Fomento durante el mandato del gobierno del General Medina Angarita y de la Junta Militar de 1958. Su tío abuelo fue Rafael Ernesto López Ortega, ministro de Educación durante la presidencia del general Eleazar López Contreras.

Si le parece que Mendoza le suena, sí le suena. Son los dueños de las Empresas Polar (cervezas, otras bebidas y alimentos) y de medio país. Entre sus marcas están las principales harinas de maíz, margarina, aceites y otros productos de la cesta básica. Sus vinculaciones con el poder desde hace decenios, son también casuales.

Al volver de Princeton, Ohio y Massachusetts, Leopoldo se integró a la organización ultrarradical Tradición Familia y Propiedad (TFP, también los hay en el sur del continente). Fue fundador del partido de extrema derecha Primero Justicia (PJ), que anteriormente era una asociación civil financiada con fondos de la estatal Petróleo de Venezuela S.A. (PDVSA), cuando su madre ocupaba -por supuesto, casualmente- el cargo de Gerente de Asuntos Públicos en esa industria.

A ver si nos entendemos: la madre le daba a la asociación civil que había fundado el nene los cheques de PDVSA (por supuesto que no de ella) para sostener la organización y luego transformarla en partido político.

El Instituto Republicano Internacional (IRI, dependiente del Partido Republicano de Estados Unidos), también financió y asesoró la transformación de PJ en partido político. Como imaginarán, PJ no nació pobre. Plata del petróleo y del partido de gobierno de los Estados Unidos. El contacto con esa organización -y presumiblemente con otras dedicadas a la inteligencia- los hizo durante su estadía previa en el norte.

Mientras tanto, Leopoldo trabajaba en PDVSA, en la misma sede de la corporación estatal que su madre (las casualidades a veces son realmente increíbles) y formaba el partido que lo llevaría a ganar las elecciones de alcalde del municipio Chacao (este de Caracas, el más rico del país; esto ya no parece ser casual).

Leopoldo López fue alcalde de Chacao entre 2000 y 2008. Desde ese cargo participó en el golpe de Estado de abril de 2002 contra el gobierno del presidente Hugo Chávez, siendo uno de los firmantes del “Decreto Carmona” en el que se abolieron todas las instituciones, la separación de poderes, se removieron las autoridades de los estados y municipios y se derogó toda norma que entrara “en contradicción con el presente decreto”.

Durante el golpe estuvo involucrado en el arresto ilegal y violento del entonces ministro de Interior y Justicia, Ramón Rodríguez Chacín, así como en el intento de asalto a la Embajada de Cuba en Caracas. En 2007 fue amnistiado de estos delitos por parte del presidente Hugo Chávez.

Debido a serias irregularidades administrativas encontradas durante su gestión en la alcaldía de Chacao y por el asuntito de PDVSA, la Contraloría General de la República dictó una medida de sanción en su contra, inhabilitándolo a optar a cualquier cargo público hasta 2017.

Complicado el hombre

A pesar de que fue fundador de PJ e integrante de su Junta Directiva, en 2006, Leopoldo se separó del partido a inicios de 2007.

En ese mes, pasa a formar parte de Un Nuevo Tiempo (UNT), el partido que había formado Manuel Rosales (el ex gobernador del estado Zulia que luego compitió con Chávez en las elecciones presidenciales de 2006). Allí lo designaron vicepresidente de Participación Ciudadana y Redes Populares. En septiembre de 2009 los malos de UNT expulsan a Leopoldo, “porque los partidos tradicionales no permiten el surgimiento de nuevos liderazgos”.

En 2009 López presentó el movimiento Voluntad Popular, del que ha sido su principal dirigente desde ese momento.

“La Salida”

Luego de una movilización bastante esmirriada, el 2 de febrero de 2014 Leopoldo decía: “Hoy le dimos a todos los venezolanos un mensaje claro, la organización y la calle son la clave para la salida de este Estado delincuente que desangra a nuestro país. No podemos tolerar más inseguridad, escasez y pelazón (pobreza), mucho menos toleraremos seis años más de este drama que vivimos. ¡Basta ya de tanta corrupción e ineficiencia! Hoy el pueblo alza su consciencia y empieza a construir la salida de este Gobierno”.

Lo que podría parecer un recurso retórico de un político un poco hablador de más, se comprobó que formaba parte de un plan para efectivamente forzar la renuncia del presidente Nicolás Maduro, que había ganado las elecciones presidenciales apenas unos meses antes, en abril de 2013, y que tiene por delante un período de gobierno que culmina en 2019.

El plan denominado “La Salida” había sido presentado por Leopoldo López en Miami, Estados Unidos (cuando no) en octubre de 2013 junto a representantes de la Fundación Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex), que representa al ala de derecha más radical de los emigrados venezolanos.

El 23 de enero de 2014, Leopoldo López junto a la ex diputada Maria Corina Machado anunciaron la activación de “La Salida” como un plan que consistía en una serie de acciones que iban escalando y que culminaba con la caída del gobierno.

Inspirado en las tesis de Gene Sharp y de los golpes blandos y las revoluciones de colores, López intentó -eso sí, junto a otros dirigentes de la derecha más radical- generar acciones de calle que provocaran sucesos violentos y que produjeran respuestas de parte de sectores militares que pudieran vacilar ante los embates combinados de acciones violentas de calle, guerra económica, embates mediáticos y vi$ita$ de amigos provenientes del norte.

El 12 de febrero, cuando en Venezuela se conmemoraba el bicentenario de la Batalla de la Victoria y Día de la Juventud, junto a algunos cientos de manifestantes de su organización, López se desplazó a la sede del Ministerio Público en Caracas para reclamarle a la Fiscal General de la República que retirara los cargos en contra de otros manifestantes que en el estado Táchira (en la frontera con Colombia; también le suena, sí) habían destruido la residencia oficial del gobernador, donde tienen su sede las misiones sociales (salud, educación, vivienda, alimentación, entre otras) para ese estado.

La manifestación rápidamente se tornó violenta y los activistas destrozaron la planta baja de la sede del Ministerio Público, mientras incendiaban la biblioteca de esa institución y seis camionetas que se encontraban estacionadas en las adyacencias que pertenecían al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas. Durante esos disturbios, murieron dos hombres, unos de ellos veterano militante revolucionario y el otro un joven estudiante opositor.

Leopoldo López se entregó a las autoridades el 18 de febrero de 2014, tras ser requerido por el Ministerio Público por fomentar estos hechos de violencia. Ante la acusación presentada, el Poder Judicial ordenó el pase a juicio de Leopoldo López por los hechos de violencia registrados el 12 de febrero.

Las acciones propiciadas e iniciadas por Leopoldo López en el marco de “La Salida” a partir de ese 12 de febrero, produjeron 43 muertes (once de ellos funcionarios de seguridad), más de 870 heridos, miles de personas que vieron afectadas su vida normal, así como la violación del derecho al libre tránsito en vías principales de la capital y otras ciudades.

En esas guarimbas, como se les denominó, se asistió a acciones terroristas como los disparos de francotiradores desde las azoteas de edificios, colocación de guayas (alambres) atravesados en las vías a la altura del cuello de una persona sentada en una moto, derrames intencionales de aceite en las vías, así como otras acciones violentas que incluyeron el incendio de la guardería de los hijos de las y los funcionarios del Ministerio del Poder Popular para la Vivienda, que afortunadamente no arrojó víctimas.

La sentencia

Durante las 72 audiencias que cubrieron 57 semanas, los fiscales demostraron ampliamente ante el tribunal que López cometió los delitos de daños e incendio en calidad de determinador, instigación pública en grado de autoría y asociación para delinquir.

Durante las audiencias se demostró que los pronunciamientos realizados por López incitaron a sus seguidores a generar violencia y desconocer al Gobierno y a las instituciones del Estado.

Los fiscales dejaron en evidencia la instigación que López tuvo sobre sus partidarios, “acción que desató la euforia negativa en sus simpatizantes y que conllevó al ataque contra la sede principal del organismo garante de la legalidad” (el Ministerio Público).

La jueza actuante condenó en primera instancia a López a 13 años, nueve meses, siete días y 12 horas de prisión por estos delitos. A partir de ahora corren los plazos y las jurisdicciones de alzada, ante las cuales López podrá apelar la sentencia, en respeto a las mismas normas que él intentó quebrantar.

 

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