15.Jul.2011 / 06:28 pm / 1 Comentario

El Grupo de Trabajo del Foro de Sao Paulo, reunido en Caracas, Capital de la República Bolivariana de Venezuela, el 4 de julio de 2011, en ocasión del bicentenario de la Declaración de Independencia del imperio español por parte del pueblo venezolano, manifiesta:

Hace doscientos años los pueblos de América Latina y el Caribe, en su mayoría luego de cruentas y desgastadoras guerras, consiguieron su independencia y libertad frente a los imperios que les colonizaron y expoliaron para sustentar su acumulación originaria de capital.

Una larga travesía histórica en su conformación republicana nos llevó a luchas contra el esclavismo, por la democracia, la justicia y la libertad. Pero la lucha siguió y sigue, contra las oligarquías y grupos dominantes, contra las nuevas dependencias económicas, democracias restringidas y desigualdades.

En la década de los sesenta, setenta y ochenta del siglo XX los factores dominantes, en clara combinación con el imperialismo norteamericano, apelaron a dictaduras militares para detener el avance del movimiento popular, progresista y socialista en América Latina y el Caribe.

República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Chile, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, entre otros, son testimonio de una larga noche de violación de los derechos humanos y el cercenamiento de los derechos democráticos. Nuestro continente fue testigo de invasiones militares por parte de EEUU a Cuba y Puerto Rico en 1898, en República Dominicana en 1916 y 1965, Isla de Granada en 1983, República de Panamá en 1989, Nicaragua en 1855, 1912 y 1926, y la descarada agresión mediante la llamada “guerra de baja intensidad” en ese país durante el periodo 1979-90, así mismo, el respaldo a gobiernos reaccionarios y fascistas en Centroamérica.

América Latina se convierte en el principal laboratorio social y económico del neoliberalismo durante las décadas ochenta y noventa del siglo XX.

Un continente cuyas principales economías, México, Brasil, Argentina y Venezuela, se caracterizaban por un altísimo nivel de deuda externa que acumuló, al final del siglo XX, una cifra superior a los 800 mil millones de dólares, fue tierra virgen para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) impusiera sus programas de ajuste macroeconómico cuyo sustento básico era el libre accionar de las fuerzas del mercado, obligando a un retiro forzoso del Estado en su tarea de regular o controlar la vida económica.

Se derivaba la idea de la apertura comercial de las naciones como requisito de la globalización para acceder a las supuestas bondades del mercado mundial. La política fiscal de austeridad y recorte del gasto social, la política monetaria y cambiaria de libre accionar de las tasas de interés y los tipos de cambio, la política de desregulación del mercado laboral para afectar conquistas de los trabajadores, entre otras, marcan el desenvolvimiento de las dos décadas perdidas de América Latina al reforzarse sus niveles de endeudamiento externo, reducción de su capacidad industrial nacional y alcanzar un nivel de pobreza y miseria en más del 40% de sus familias.

Aquella experiencia neoliberal nefasta socialmente, que hecho raíces en el pensamiento ilustrado y en instituciones de nuestra América, con la entrada del siglo XXI, esta siendo progresivamente superada.

Las victorias en elecciones presidenciales, empezando con Hugo Chávez en 1998 y siendo la más reciente la de Ollanta Humala en 2011, expresan el rechazo al neoliberalismo y la fortaleza política de las fuerzas populares, democráticas, nacionalistas y de izquierda.

Los gobiernos progresistas, populares y de izquierda instalan, en países como Cuba, Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador y Paraguay, políticas gubernamentales que buscan el desarrollo económico y social, inclusión social y de disminución de la deuda externa que han dado resultados desde la perspectiva de reducción de la pobreza y las desigualdades, en lo relativo al acceso a la salud y la educación de las grandes mayorías; así como la profundización de la democracia participativa, en un sentido participativo y revolucionario.

Desde estas nuevas posiciones de poder político nos hemos planteado como objetivo el desmontaje del modelo neoliberal y la construcción de una alternativa que responda a las demandas inmediatas e históricas de nuestros pueblos, así como los del Sur-Sur. La redistribución del ingreso, la democratización de la comunicación, la profundización de los derechos democráticos de participación e inclusión social, la lucha por igualdad y equidad de genero, la protección del medio ambiente, la defensa de la soberanía nacional y la integración y unión de los pueblos de América Latina y el Caribe, así como de la paz en la región, constituyen banderas comunes e indeclinables de las fuerzas de izquierda en el continente.

Postulamos que la integración es hoy algo superior a una “perfecta unión aduanera”, es también el sueño latinoamericano por el desarrollo pleno que pueda superar la pobreza y la exclusión social extendidas que laceran la vida de más de 200 millones de mujeres y hombres de la Patria Grande, es la posibilidad de una nueva arquitectura financiera propia ajena a los viejos mecanismos de financiación expoliantes de nuestras economías que adelantaron el FMI y el Banco Mundial (BM), es la convicción generalizada que la democracia sustantiva depende de la construcción de sociedades más equitativas, justas e igualitarias y sostenibles, que puedan ser liberadas de cualquier forma de xenofobia, racismo, colonialismo y de todo signo de discriminación e injusticia, sólo para ser sociedades profundamente humanas y, es el único camino para que el Sur sea escuchado y pueda existir plenamente en el concierto de naciones.

La integración es el eslabón aún no concretado para vencer el aislamiento y la versión imperialista de la globalización: un nuevo gran bloque social, económico y político, en el que más de 580 millones de hombres y mujeres se empinan como seres humanos para vivir a plenitud y con una mejor calidad de vida: ¡América Latina!

La integración es el desafío para enfrentar las fuerzas transnacionales que buscan espacios a la acumulación y la ganancia sin importarle la progresiva destrucción del ambiente, que ha colocado a la especie humana al borde de una crisis que cuestiona su existencia en el planeta como civilización.

La integración y unión de los pueblos latinoamericanos y caribeños es solo posible admitiendo y conviviendo con la diversidad y pluralidad de nuestros pueblos y dirigentes y con la participación plena en la ciudadanía, incluso en los procesos de integración. Así la conceptualizamos, así la asumimos y la divulgamos en nuestra práctica. Y así avanzamos, entre luchas y victorias.

La integración es aun más necesaria en este momento en que la crisis mundial se agrava, como confirman las informaciones provenientes de EEUU, Europa y Japón. La profundización de la crisis hace con que las fuerzas de la reacción mundial y el imperialismo actúan de manera cada vez mas agresiva, tornando aun más necesarios que nunca los procesos de integración, como una de las garantías para que nuestro continente tenga una identidad, fuerza y peso específico con capacidad de influencia en el mundo actual.

Las potencialidades económicas, sociales, culturales y políticas de América Latina y el Caribe le permitirían, en un acelerado proceso de integración inédito, ser el nuevo, necesario y pujante bloque planetario.

Sólo así su voz será escuchada y podrá acceder al mercado mundial, compitiendo en calidad, ventajas y precios sobre la base del desarrollo de la productividad y de la tecnología, la complementación industrial y el avance en el sector primario exportador, integrando sus mercados nacionales aprovechando los principios de las economías de escala y de especialización, estimándose que, en un plazo de dos décadas, podrá América Latina y el Caribe igualar y al mismo tiempo superar el Producto Interno Bruto (PIB) de muchas potencias, facilitándose estar en condiciones de superar las desigualdades e inequidades que explican la ancha franja de hombres y mujeres, jóvenes, niños y ancianos en situación de pobreza, ya que la cooperación, la solidaridad y el reconocimiento de las asimetrías serían principios rectores, colocando lo social, es decir, lo humano, como una prioridad para reducir la desigual distribución del ingreso y de la tierra, garantizar el acceso a la educación, la salud, el crédito y cerrar la brecha digital con el norte.

Sólo en la integración es posible pensar y avanzar en una nueva arquitectura financiera regional propia, que permita utilizar el flujo de nuestros excedentes en la financiación del desarrollo y el quebrantamiento de las desigualdades del crecimiento regional, sin recurrir a condicionamientos políticos o económicos a los que nos obligó el FMI para acceder a los préstamos del Banco Mundial o del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el siglo pasado y, en ese contexto, valorar macroeconomicamente, en el largo plazo, una unión económica con una moneda única latinoamericana. Por lo que es urgente en la agenda integracionista concretar el Banco del Sur, un Fondo de Reservas Latinoamericano y Caribeño y profundizar en los mecanismos monetarios/comerciales liberadores que el MERCOSUR y el ALBA adelantan para no utilizar las divisas en el comercio interregional.

El primer gran paso histórico en la dirección de una era de integración y unión, lo dieron nuestros líderes, gobiernos, movimientos sociales y partidos, en la reunión de Mar del Plata, Argentina, en 2005, cuando derrotaron la propuesta norteamericana (Bush) del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Desde ese momento, América Latina y el Caribe viven una transición hacia su unión política y económica. Los esfuerzos de integración y cooperación desarrollados por instancias como MERCOSUR, ALBA y UNASUR constituyen verdaderos hitos en el proceso de unión continental.

Especial énfasis merece la decisión de los gobiernos latinoamericanos y caribeños de crear una organización propia de los estados nacionales de América Latina y el Caribe, a partir de una visión opuesta a la del panamericanismo o lo que es igual, el colaboracionismo con el imperialismo norteamericano que marcó la trayectoria de la OEA.

La constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), intenta ser el segundo gran paso de ribetes históricos del desafío integracionista y unionista.

El Foro de Sao Paulo saluda con entusiasmo y está comprometido con este esfuerzo trascendente en la vida de nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños. El ideal de unión de nuestros libertadores del siglo XIX y la solidaridad internacional de nuestros pueblos en los combates por la justicia, la libertad, la igualdad y el desarrollo cobran fuerza inusitada en este tiempo histórico. Un cambio de época aparece en la aurora del continente.

Las fuerzas populares, progresistas, de izquierda y socialistas de América Latina y el Caribe no les fallaremos a nuestros pueblos, en especial las juventudes, adolescentes y niñez, con quienes luchamos juntos y que nos sucederán en las luchas por nuestra plena independencia.

En igual sentido, las organizaciones presentes en el Foro de Sao Paulo, comprometidas con la causa de la descolonización, autodeterminación e independencia, unidad e integración de nuestros pueblos, ratificamos el acuerdo del XVII Encuentro celebrado en Managua, Nicaragua, los días 18 al 20 de mayo de 2011, mediante el cual se solicita a los partidos hermanos que constituyen gobierno en América Latina y el Caribe, gestiones ante sus respectivas Cancillerías que aseguren la participación de una delegación del pueblo de Puerto Rico, en su lucha por su autodeterminación e independencia, como observadores en la reunión cumbre de jefes de Estado y de Gobierno convocada para constituir la CELAC. Apoyamos al pueblo y gobierno de Argentina en su lucha pacífica por la descolonización de las Islas Malvinas.

Manifestamos al pueblo cubano nuestra solidaridad y solicitamos a los gobiernos progresistas de la región que se comprometan con la lucha contra el bloqueo económico a Cuba y con la causa de la liberación de los 5 héroes detenidos en EUA. La Revolución Cubana, que antecede y inspira este proceso de cambios en nuestro continente, hoy actualiza y perfecciona el socialismo en Cuba.

También nos planteamos la ampliación de los esfuerzos solidarios con Haití, en el sentido de contribuir para el fortalecimiento de la soberanía nacional y de la cooperación para el desarrollo económico y social de este país hermano.

En la República Bolivariana de Venezuela, patria del gran Simón Bolívar, soñador anfictiónico, y a doscientos años de la independencia de nuestros pueblos, se reúne la América Latina y el Caribe con su legado en suspenso que regresa: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo en una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre si y con el todo. (…) Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración…” (Libertador Simón Bolívar. Carta de Jamaica. 1815).

En esta época dichosa, los partidos del Foro de Sao Paulo cumpliremos nuestra labor, de manera que la integración se haga entre los gobiernos y entre los pueblos.

En Caracas, a los 4 días de julio de 2011, Bicentenario de la independencia de Venezuela.

Grupo de Trabajo del Foro de Sao Paulo

PARA NOSOTROS, LA PATRIA ES LA AMERICA

 

Comentarios

16.Jul.2011 07:47 am
Luis Francisco Hernandez (Carabobo) dijo:

La integracion es,el blindaje concreto contra el avance imperialista

 

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