Opinión
POR: Geovanni Peña
Después de las horas aciagas, crueles para la sociedad venezolana, nos vino el trece. Ese día confluyeron como ríos de aguas vivas las gloriosas fuerzas armadas y el siempre heroico pueblo. El 13 de abril de 2002 fue una suerte de torrente caudaloso de hombres y mujeres que se concentraron para, con bravura revolucionaria, embestir a unos oligarcas que habían, por horas, asirse del poder en Miraflores.
La víspera del trece fue calamitosa y oscuras. Las perversidades demoníacas del imperio norteamericano habían construido un caldo peligroso para sacar del poder al comandante Hugo Chávez Frías. Un caldo dónde los factores oligárquicos, juntos a los medios de comunicación que se bajaron los pantalones, intoxicaron a muchos venezolanos contra el gobierno bolivariano.
Sin embargo, lo que no estaba escrito en esa horrible película era que el final no tuvo los resultados que el imperio y los apatridas esperaban. La unidad perfecta: pueblo y fuerzas armadas lograron sacar de Miraflores a los golpistas y levantar nuevamente las banderas de la esperanza de la edificación de independencia y autodeterminación.
El rol de nuestro presidente Nicolás Maduro fue determinante. Sus movimientos, su organización, sus contactos, su voz alzada y valiente ayudó a amalgamar una fuerza social que avivó los ánimos a muchos. La postura gallarda de Nicolás Maduro encendió en muchos la llama de esa prueba de fuego para la lealtad, la indoblegabilidad de la conciencia revolucionaria de cada militante progresista. Hoy 22 años después, el presidente Nicolás Maduro continúa demostrando su talante valiente, pero también de amor por un pueblo que continúa batallando con los ataques del imperio con sus políticas chantajistas como las medidas coercitivas unilaterales y bloqueos financieros.
En el año 1989 el pueblo salió a las calles y fue masacrado por Carlos Andrés Pérez; en el 19992, las fuerzas armadas insurgieron contra el gobierno hambreador y tampoco pudieron contra los nefastos políticos de otrora.
Pero el 13 de abril de 2002 el pueblo y las fuerzas armadas lograron la victoria popular perfecta de naturaleza y esencia revolucionaria para ese momento y para siempre.