Opinión / Richard Canan

26.Dic.2014 / 02:36 pm / Haga un comentario

En un mundo lleno de guerras y conflictos, que poco se escribe y reflexiona sobre la Paz. Parece como un tema secundario o lejano en la agenda de los grandes medios y de los opinadores de oficio. El término Paz proviene del latín pax, pacis y tiene un extraordinario significado (RAE), basado en sublimes valores inherentes a la raza humana: “Situación y relación mutua de quienes no están en guerra; Pública tranquilidad y quietud de los Estados, en contraposición a la guerra o a la turbulencia; Tratado o convenio que se concuerda entre los gobernantes para poner fin a una guerra; Sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras, especialmente en las familias, en contraposición a las disensiones, riñas y pleitos; Reconciliación, vuelta a la amistad o a la concordia; Virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, opuestos a la turbación y las pasiones”.

La Paz siempre tiene un sentido positivo. Individual o colectivamente expresa y representa el equilibrio, la estabilidad, la tranquilidad y la calma. Al interior de una sociedad, la Paz social representa el entendimiento y la convivencia entre sus individuos (el Contrato Social de Rousseau). Desde el punto de vista de las relaciones entre países, se aspira siempre que los conflictos, diferencias y disputas se resuelvan de forma no violenta, en base al diálogo y la mediación.

Sin embargo, mantener la Paz ha sido una tarea difícil. Su consecución y su sostenimiento en el tiempo ha transitado un largo camino, con tropiezos y horrores. Como individuos, como sociedad y como raza humana (con las ínfulas de superiores que nos creemos) a duras penas hemos empezado a tratar de respetarnos, entendernos y tratar las diferencias bajo el imperio de las ideas y no de la coacción, de las agresiones y de las armas.

Las guerras continúan y son indetenibles. Muy a pesar de que estamos en pleno siglo XXI, un período supuestamente “postiluminado”, acontecido por las innovaciones tecnológicas y la interconexión mundial (una nueva Gran Biblioteca de Alejandría al alcance de un clic), con enormes y extraordinarios avances en las ciencias, en los derechos humanos, sociales y políticos. Como nunca antes disponemos de información en tiempo real, pudiendo ver y escrutar desde el ADN del interior del cuerpo humano, hasta un alfiler en cualquier parte del mundo, gracias a la enorme red de satélites geoestacionarios. Podemos ver, en vivo y directo, cualquier acontecimiento o suceso mundial, mostrándonos la riqueza de la diversidad de cultural, religiosa y artística de los habitantes del mundo. Estos son logros excepcionales, de los cuales también se aprovechan los “perros de la guerra”, ellos controlan los hilos del poder, generando y estimulando el odio y la violencia.

No hemos podido erradicar del ADN humano el egoísmo, las ambiciones, las miserias, el odio y el irrespeto hacia los otros. Las miserias humanas subyugan la voluntad del bien, la solidaridad y la convivencia en armonía y paz. Autodenominados líderes mundiales han impuesto sus ambiciones de poder, sus intereses políticos o las de poderosas corporaciones guerreristas, atizando el odio y promoviendo las guerras y las divisiones entre los pueblos.

Este ADN violento está inoculado dentro de las logias guerreristas de países como Estados Unidos e Israel, que por su gracia, su intervención directa o por “asesoría”, con su financiamiento, suministro de armas y mercenarios, han llenado de sangre y horror a países como Libia, Afganistán, Siria, Palestina, Irak, Malí, Somalia, Sudán del Sur, la República Centroafricana y Ucrania, por solo mencionar los conflictos y horrores de la última década.

En nuestro país no hemos estado exentos del ADN violento. El imperialismo norteamericano con la ayuda y connivencia de la extrema derecha criolla (Voluntad Popular y Primero Justicia) han intentado, una y otra vez, asaltar el poder por vías violentas, copiando las recetas de las Revoluciones de Colores. El fascismo ha intentado de todo, desde golpes de Estado a acciones terroristas. Sus obstinados intentos por restaurar sus privilegios los ha hecho violar la Constitución y las leyes. Esta gente miserable, sin alma y sin escrúpulos, ha intentado llevarnos al peor de todos los conflictos, a una Guerra Civil, la muerte entre hermanos, entre vecinos, entre un mismo pueblo.

Gracias a la Dirección Política de la Revolución Bolivariana y a nuestro pueblo, resistimos con inteligencia, paciencia, coraje y gallardía todos los embates y ataques de los grupos fascistas. Cerramos 2014 en Paz, con tranquilidad y estabilidad. Esto es un extraordinario triunfo, una victoria del pueblo mayoritario que dio una contundente lección de Paz a los violentos.

Debemos convertir el tema de la Paz en agenda cotidiana, en práctica diaria, en actos de fe, superación y liberación. Llevemos en el corazón las palabras de esperanza, amor y alegría de estos extraordinarios hombres de Paz:

Facundo Cabral (cantautor y poeta, mensajero mundial de la Paz de la UNESCO): “Si las armas fueran necesarias naceríamos con ellas”; “Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida”; “El conquistador por cuidar su conquista, se convierte en esclavo de lo que conquistó”; “La sociedad humana esta tan mal por las fechorías de los malos, como por el silencio cómplice de los buenos”.

Jiddu Krishnamurti (pensador y maestro filosófico y espiritual, Medalla de la Paz de la ONU): “Lo decisivo para traer paz al mundo es vuestra conducta diaria”; “Esperar que un sistema cambie la sociedad es eludir la cuestión, porque ningún sistema puede transformar al hombre; siempre es el hombre quien transforma el sistema, como se ve en la historia. Mientras yo, en mi relación con los demás, no me comprenda a mí mismo, seré el causante del caos, de la desdicha, de la destrucción, del miedo y de la brutalidad”; “Tan sólo en la paz podemos madurar, crecer, funcionar. Y no puede haber paz si existe cualquier clase de conflicto, consciente o inconsciente”.

Mahatma Gandhi (pensador pacifista y líder nacionalista Hindú): “Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego”; “La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia”; “La verdad es el objetivo, el amor el medio para llegar a ella”; “No hay camino hacia la paz, la paz es el camino”; “Hay suficiente agua para la vida humana pero no para la codicia humana”.

Madre Teresa de Calcuta (monja fundadora de la congregación de las Misioneras de la Caridad, Premio Nobel de la Paz): “El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”; “La paz comienza con una sonrisa”; “Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más”; “No basta con que digamos: Yo amo a Dios pero no amo a mi prójimo. San Juan dice que somos mentirosos si afirmamos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo”.

Martin Luther King (líder por los derechos civiles, Premio Nobel de la Paz): “La verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión: es la presencia de justicia”; “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”; “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”.

Nelson Mandela (líder surafricano, luchador contra el Apartheid, Premio Nobel de la Paz): “Nuestra mejor arma, la que el enemigo nunca podrá resistir, es la paz»; “No dejemos nunca que las futuras generaciones nos digan que la indiferencia, el cinismo o el egoísmo nos hicieron fracasar en cumplir los ideales humanistas que condensa el Premio Nobel de la Paz”; “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión”.

Malcolm X (activista estadounidense defensor de los derechos de los afroamericanos): “Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”; “No puedes separar la paz de la libertad, porque nadie puede estar en paz, a no ser que tenga su libertad”.

Richard Canan

Sociólogo

@richardcanan

 

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