Opinión

25.Feb.2022 / 12:55 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

Por Freddy Gutiérrez

¡Un feliz día estimados camaradas! En otro artículo les comentaba sobre los lobbies –también llamados grupos de presión- y ahora se hace necesario destacar las diferencias entre esa forma de incidir en las decisiones políticas y lo que realmente son los movimientos sociales. Si por un lado, los lobbies surgen desde tiempos ancestrales como un medio para intentar influir en las decisiones de gobierno a favor de intereses particulares, basados en una excelente capacidad de negociación y de oratoria “como medios más o menos éticos, pero siempre legales y socialmente aceptados”; por otra parte, están los movimientos sociales que surgen o se conforman con la intención de satisfacer las necesidades de los pueblos y mejorar su realidad, mediante la participación ciudadana y suelen organizarse a partir de una problemática o un conflicto común que los afecta directa o indirectamente y les caracteriza particularmente éstos que mantienen sus vínculos a través del tiempo.

Sin embargo, conviene destacar que, los movimientos sociales, muchas veces, nacen producto de las crisis o donde sea necesario producir un cambio, e incluso también para detener alguna acción que pudiera producir daños colaterales o de manera directa. Sintetizando, podríamos decir que los lobbies accionan impulsados por dinero o por intereses políticos, teniendo llegada más o menos directa con las esferas de poder, en tanto que, los movimientos sociales pueden surgir naturalmente en cualquier lugar donde existan injusticias, desigualdades o se requiera algún cambio social en beneficio de las masas (teniendo que esforzarse bastante para ser tomados en cuenta).

Al respecto, un profesor de la Universidad Complutense de Madrid (Valentín Martínez-Otero) nos dice en su artículo: Movimientos sociales y transformación de la sociedad, que: “se hace necesario un análisis profundo del papel que juegan –los movimientos sociales- en las actuales democracias”, ¡Ajá! Y ¿Por qué? Pues porque justamente son estos movimientos los que hacen una justa y precisa “denuncia de las presiones económicas y de las desigualdades sociales y laborales: incitaciones al consumismo, marginación, abusos burocráticos, etc.”, es decir, que son quienes hacen un llamado de atención sobre las consecuencias que afectan a quienes no tienen un acceso igualitario a la conformación del sistema global implementado, llamado capitalismo; asimismo, son los que: “desafían a las elites o a las autoridades, generalmente en aspectos culturales o políticos”; en suma, se trata de movimientos que poseen ideas fuerza y que busca recordar los tan vilipendiados valores humanísticos, tales como: “dignidad, igualdad, autonomía, sensibilidad, libertad, alteridad”, entre otros. De ahí su importancia para intentar mantener vigente lo que realmente implica vivir en una democracia.

No obstante, hay que decir que, tanto los lobbies como los movimientos sociales también tienen puntos en común. Por ejemplo, ambos pueden aplicar la estrategia de poner de su lado a la opinión pública para lograr cambios favorables a sus causas u objetivos. El lobby puede conseguir sus fines por medio de la política o el dinero y los movimientos sociales a base de investigación, relaciones, la historia, argumentos o testimonios de personas afectadas.

Asimismo, es importante aclarar que, el término opinión pública actualmente continúa siendo empleado de manera errónea al denominarse como singular, ya que no existe una sola opinión pública -aunque es lo que nos han hecho creer-. Resulta que, lo que se suele llamar “el público” siempre ha sido variopinto y diverso en sí mismo desde que el mundo es mundo pues está conformado por muchas personas con grados de conocimiento y aprendizajes distintos ¡ni que decir de los niveles socioeconómicos! por tanto, estos públicos arrojan múltiples expresiones culturales, maneras de pensar, sentir y por supuesto de hablar, escribir

y actuar, según sus contextos de vida bien particulares -más aún con la llegada de la globalización-. De esta manera, -y habiendo estudiado un poco el modo en que operan los lobbies dentro de los medios de comunicación-, me puse a reflexionar sobre: ¿Cómo podría existir una sola opinión pública?

Es por ello que, a fin de comprender un poco mejor la complejidad de los públicos -y para evitar la trampa de solo dar conceptualizaciones- revisé la revista mexicana Opinión Pública, No. 23, lo que dijo sobre las condiciones históricas del primer concepto de opinión pública, el Coordinador del Comité Técnico de la Red de Políticas Públicas de la Universidad de Guadalajara (México), Luis Aguilar (2017): “…el mundo político de la modernidad cambió radicalmente con la aparición de las masas desposeídas, plebeyas y analfabetas, provocando radicales transformaciones sociales, políticas y estatales. Dejar de lado, en fin, que también los medios y las formas de opinión se modificaron profundamente al desarrollarse la prensa y la edición en empresas profesionales (capitalistas o no) y al aparecer los medios y las formas audiovisuales de “comunicación de masas”, dando inicio a procesos de producción informativa y literaria relacionados primordialmente con el mercado y no ya solamente con el Estado. Es obvio que un tratamiento sociológico o politológico de la opinión pública no puede ser a menos de que explique este proceso histórico de transformación de las relaciones sociales y políticas, que alteró las bases de la relación originaria entre la opinión pública y el Estado”.

De lo anterior puede inferirse, como entonces, hay que hablar de diversas opiniones públicas. Esta sin duda, es una situación que origina problemas claro está, puesto que mientras más se intente segmentar a la población, más inteligentes tendrían que ser las estrategias políticas y comunicacionales empleadas para convencerles -a menos que se emplee la fuerza en sí misma- poniendo en peligro la ya tan malograda democracia, como hemos visto que ocurre en algunos países anglosajones –o entre los se encuentran alienados bajo estas influencias-. Así fue que, en su momento, surgieron movimientos sociales bastante conocidos tras un Malcom-X, otros que siguieron a un Nelson Mandela o a las mismísimas Panteras Negras (The Black Panters). De hecho, en el año 2020 les recuerdo como se avivó el movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan), ante el fatal y lamentable asesinato del afroamericano George Floyd, a manos de un policía blanco estadounidense (más bien a los pies del mismo, si recuerdan tal situación).

Por lo tanto, es preciso destacar que ni los lobbies, ni los movimientos sociales tendrían sentido sin un claro objetivo a conseguir: el poder. Esta es otra reflexión que me llevó a recordar el análisis de María García-Guadilla y Carlos Lagorio, quienes escribieron La cuestión del poder y los movimientos sociales: Reflexión pos-Foro Social Mundial Caracas 2006, y llamó mi atención su lectura pues comenzaban su artículo con la siguiente frase:
«Solo apuntando al poder pudiéramos comenzar a transformar el mundo. No lo podemos hacer con este foro ni con cien más. Sirven de ayuda, son imprescindibles, pero a eso hay que acompañarlo con una estrategia hacia el poder, si no, no tendría sentido». Hugo Chávez, enero 2006, Foro Social Mundial, Caracas).

El ex presidente Chávez siempre tuvo claro los alcances y límites del poder -y le hablaba claro a su pueblo-,

por eso su movimiento social llamado Revolución Bolivariana, si bien ha tenido sus inconvenientes, actualmente se mantiene sólido en Venezuela. Bien, ese foro tuvo como primera sede Porto Alegre, Brasil (2001) y el segundo fue en Caracas en enero (2006). En el artículo también se exponía la naturaleza y razón de ser del Foro Social Reflexión vs acción:
El Foro Social Mundial (FSM) nace como reacción al proceso de globalización, como espacio de reflexión y oposición al neoliberalismo, al dominio del mundo por el capital y a la destrucción del medio ambiente. Busca agrupar nuevas y viejas críticas desde los movimientos y organizaciones sociales sin pretensión de servir como centro de coordinación de lucha y acción política.

Lo que llamó mi atención sobre ese artículo, es que iniciaba bajo el alegato de no tomar posición por ninguna postura en específico, pero, al analizar el subtexto se centraba en si la presencia de Hugo Chávez en el foro no era politizar un foro donde su esencia era dialogar, reflexionar, realizar debates, articular propuestas hacia el impedimento de “la globalización del capital, las políticas neoliberales, el dominio de las corporaciones multinacionales, el deterioro del medio ambiente, el imperialismo y la discriminación social (género, raza, clase, cultura, etc.)”. Entonces me pregunté: ¿Acaso todo no es política? Y añadían que: “dentro del foro, la reflexión y el debate son de mayor importancia que la acción concertada y la coordinación de luchas específicas”. Aunque también intentaban “lanzar flores” citando a quienes apoyaban a la izquierda, como a Boron, quien expuso que “el resurgimiento de debates olvidados es testimonio de una nueva situación latinoamericana que brinda oportunidades concretas a los intereses de los movimientos sociales”, éste agregó:
Lo importante es preguntarse qué tiene de malo el renacimiento del pensamiento de izquierda de los setentas (…) si la reinstalación de temas como el estado, el poder, el imperialismo y el socialismo son obra de la izquierda setentista pues, ¡enhorabuena!, porque se trata de asuntos que jamás debían haber sido postergados y que, al hacerlo, lesionaron gravemente la capacidad de los movimientos contestatarios para luchar eficazmente contra sus enemigos.

Sobre lo anterior se dijo que “mientras algunos participantes se preocupaban por las posibles implicaciones [esencia del foro], otros celebraron la creciente asociación entre el FSM y gobiernos latinoamericanos como el del presidente Chávez”. Uno de los que celebraba parecía ser, Borón, quien alegó también que: “La ascensión a la presidencia de varios países latinoamericanos de gobiernos críticos al neoliberalismo parecía motivar tales celebraciones ya que… el salto de la «protesta a la propuesta» remite nuevamente a una discusión sobre el poder”:
Si los movimientos reunidos en Caracas comenzaron a discutir temas como las estrategias de poder; el imperialismo y los esquemas de integración regional; y la naturaleza y desempeño de los gobiernos de izquierda en América Latina (Cuba, Venezuela y Bolivia) o de la capitulante «centro-izquierda» (cada vez más inclinada hacia el primer término de la ecuación), esto constituye una muy buena noticia. La instalación de esos temas en la agenda de los movimientos revela una promisoria maduración de las fuerzas sociales en consonancia con la evolución experimentada por la coyuntura política latinoamericana desde la primera edición del

FSM, en Porto Alegre, en enero del 2001. Si en aquel momento el neoliberalismo campeaba casi sin contrapesos –con la excepción de Cuba y las incertidumbres que signaban los primeros momentos de la revolución bolivariana– la situación actual es radicalmente distinta… Ocurre que aquellos movimientos y fuerzas sociales antes no eran una opción de poder real; ahora sí, y un cambio de tal envergadura no podía dejar de reflejarse en la temática discutida en el Foro.

Visto lo anterior, puede analizarse como el trasfondo del debate ha sido -y continúa siendo que acciones se pueden ejercer o no ante la búsqueda del poder-, una fuerzas que permanecen en pugna y por las que me estoy dedicando a leer entre líneas para ustedes. Ante esto, autores como García-Guadilla y Lagorio dijeron que:
En consecuencia, en algunas de las discusiones del foro se tendió a priorizar la acción sobre la reflexión. Este desplazamiento de enfoque es el resultado de la coyuntura política y de la realidad de las sociedades latinoamericanas donde varios gobiernos nacionales han dado un viraje hacia la izquierda. De esta manera, el poder volvió a la mesa como tema de discusión por razones pragmáticas.

A modo de reflexión, intentando entender ¿para quienes podría ser un problema llevar a la acción lo conversado en un foro? vino a mi mente aquella frase que dijo, nuestro Libertador Simón Bolívar en su discurso ante la Sociedad Patriótica: “ES QUE, ¿TRESCIENTOS AÑOS DE CALMA NO BASTAN?”. ¿Cuántos diálogos no se quedan solo en palabras lanzadas al viento?
Por ello, yo agregaría: ¿vamos a seguir “conversando y reflexionando” en lugar de hacer, de concretar, de lograr, sabiendo ya cómo hacer las cosas? ¿Seguiremos admitiendo que sean los lobbies internacionales y locales quienes manejen el poder a su antojo, en lugar de aprovechar cada momento posible que tengamos para accionar en favor de nuestros pueblos? Pienso que de eso se trata la verdadera política: hacer. Un profesor me dijo una vez que “la política, es sumamente importante pues es lo que mueve al mundo”. ¡A moverlo entonces!

A modo de comparación con mi posición, tomé la siguiente reflexión de García-Guadilla y Lagorio sobre lo que ellos llamaban convenientemente “relaciones de poder” – distanciándolo del poder en sí mismo-:
¿Cuál es el poder de los movimientos sociales en Venezuela?, diríamos que éste se encuentra en la capacidad de influenciar los procesos de toma de decisiones y que esta capacidad parece estar directamente relacionada con su cercanía o distancia del gobierno nacional. De ello se desprende la interrogante sobre su autonomía, pues, en Venezuela los movimientos sociales se manejan dentro de diferentes contextos o escenarios, los cuales, dependiendo de su origen, identidades y cercanía del poder, incluyen la posibilidad de establecer bien sea relaciones de cooptación o de autonomía.

Ante semejante dicotomía y con el fin de evitar caer en meras contestaciones a los autores, me preguntaba: ¿quién podría olvidar que cualquier privilegio para Venezuela, en la Cuarta República, tenía que ser aprobado -no por “relaciones de poder venezolano”- sino que, todo debía ser aprobado por los EEUU? Y que, durante la época de la colonia toda aprobación necesariamente pasaba ¡por España! Ante tal disociación, me preguntaba: ¿Con quién

les habría gustado que funcionaran las relaciones de poder de nuestro país, sino es dentro del mismo? ¿Con Narnia? ¿Con el país de Nunca-Jamás? ¿Con algún Metaverso?

Entonces, a modo de conclusión, podría inferir que lo que genera escozor para unos, admiración en otros y cautela por terceros es, que siempre están viendo qué se inventan para terminar con el sólido y unificado movimiento de la Revolución Bolivariana-. Porque, por primera vez en nuestra historia existe algo de autonomía en Venezuela, que ciertos interesados no han logrado deshacer ni siquiera con el tremendo séquito de lobbies que tienen a su favor. ¿Quién de acuerdo conmigo? ¡Hasta un próximo artículo.

 

 

 

 

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