Opinión

22.Abr.2022 / 07:48 pm / Haga un comentario

Foto: Referencial

-Continuando con Levitsky y Ziblatt-

¡Buen día estimados camaradas! Cómo les comenté en el artículo anterior, me encuentro leyendo el libro Cómo mueren las democracias de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, lo que me ha permitido entender algunas cosas y llevar hasta ustedes estas reflexiones.

En el otro artículo les refería que el sistema “democrático” estadounidense se basa en consensos entre élites, y que, a veces, uno de esos grupos no quiere acatarlos ocasionando intensos roces entre ellos, donde, quienes se ven mayormente afectados siempre son los que menos recursos tienen; uno de los orígenes de estas acciones fue la guerra civil que se dio entre el Norte y el Sur de EEUU, la cual tuvo lugar entre los años 1861-1865 y quienes pagaron “los platos rotos” fueron los ex esclavos (pues ya se había abolido la esclavitud). En este artículo expondré otro caso que me faltó comentar, de un pasado más reciente, que involucra a un personaje empresario-político y ex presidente de EEUU que ostenta un copioso cabello de color amarillo y un pronunciado copete, bastante conocido por todos.

Sobre este desequilibrio existente entre las élites norteamericanas, se puede observar como el consenso se ha visto sobrepasado por las acciones de Donald Trump durante su administración, lo cual ha debilitado los “guardarrieles” de la democracia -mencionados por Levitsky y Ziblatt en su libro; cabe destacar que, el término guardarrieles se refiere a una barrera de protección destinada a impedir que los vehículos se salgan de la vía y, al respecto, es empleado por los autores de una forma metafórica. Pero la administración Trump es solo el último capítulo de un proceso que se inició en las últimas décadas del siglo XX y explicaré a continuación.

Resulta que, a finales de la década de los 70, Newt Gingrich es electo a la cámara de representantes. Este personaje protagonizaría la revolución republicana, que acabaría con más de 40 años de mayoría demócrata en el Congreso; fue representante durante 20 años y presidio la Cámara de Representantes desde 1.995 hasta 1.999; de tendencia ultraconservadora, apoyado por movimientos y grupos ultra conservadores, hasta llegar al Tea Party en tiempos recientes. Desde su inicio en la cámara, asumió la política como una confrontación, en la cual debe derrotar -e incluso sacar del juego- a sus rivales políticos. Como Presidente de la Cámara de Representantes, causo muchas polémicas, además de mantener un constante enfrentamiento contra la administración demócrata de aquel momento (Bill Clinton).

El Tea Party (fiesta del té) es un movimiento conformado por agrupaciones locales de ciudadanos unidos contra la agenda de Barack Obama (la reforma sanitaria o el paquete de estímulo económico que él proponía) pues consideraban que podía “desnaturalizar el sistema económico de los EEUU, basado en el libre mercado, acercar el país al socialismo, y dejarlo en bancarrota”. Aunque se describe como un movimiento específicamente anti-Obama, existen opiniones diversas que alegan que, el Partido Republicano siempre ha sido un blanco tan importante como el ex presidente Obama y los demócratas, siendo la idea conservadora inicial del activismo cerrar la centralita del Congreso.

En fin, volviendo a Newt Gingrich, según Levitsky y Ziblatt, la irrupción de este personaje en la política, significó el inicio del incumplimiento, por parte del Partido Republicano, de las reglas no escritas, rompiendo el consenso; a su vez mencionaron que, las causas de que una persona con tan evidentes tendencias autoritarias, haya llegado a ocupar un importante papel de liderazgo dentro del partido, se debió a un debilitamiento dentro de la cúpula republicana, que se dejó seducir por el arrastre que en las bases de votantes tenía el discurso extremista de Gingrich. Por supuesto que, poco mencionan, por no decir que omiten por completo, el poderoso apoyo que éste tenía de parte de grupos económicos importantes, como el de los hermanos Koch, que son propietarios de un importante conglomerado de industrias con interés en el petróleo, productos químicos, empresas energéticas, petroquímica y medios de comunicación, lo que deja en claro, los intereses que representaba y el por qué la cúpula republicana no hizo mucha resistencia a sus acciones.

Según el diario digital El Mundo.es, los hermanos Kosh, para el año 2010, “tenían la tercera fortuna de Estados Unidos, superados únicamente por Bill Gates y Warren Buffet”. Tras ellos se encontraba el grupo Cargill que facturaba más de 100.000 millones de dólares anuales. Por otro lado, el padre de éstos, “Fred Koch, inventó en 1927 un método eficiente para refinar el petróleo y obtener gasolina; construyó 15 refinerías para Stalin; al volver a EEUU, fundó Rock Island Oil & Refining; fue un detractor del ‘New Deal’ y denunció «la infiltración de comunistas» en los Partidos Demócrata y Republicano”.

Aunque parezca increíble, hasta ahora, Charles y David Kosh, permanecen ocultos en las sombras, según el diario: “tras los cristales ahumados de su cuartel general de Wichita, Kansas”.

Por demás, en el año 2010, Koch Industries, que contaba con 80.000 empleados, fue nombrada como “la décima compañía más contaminante de EEUU por el ‘Political Economic Research Institute’ de Massachusetts”. Y “la ‘Americans for Prosperity’ (la fundación creada en el 2004 por David Koch) la mencionan como el auténtico ‘motor’ de la revuelta del Tea Party”. ¿Cómo operan así? Muy fácil: “A través de una de sus ramificaciones ‘fantasma’, como: ‘United Patients Now’, donde este grupo organizó hasta 300 actos contra la reforma sanitaria de Obama y otros 80 eventos “populares” para boicotear la Ley del Clima”. Así, volvemos a apreciar cómo actúan los tentáculos de un pulpo llamado Corpocracia.

En todo caso, lo importantes es que, con este comienzo, de manera paulatina y constante, los republicanos asumieron políticas de confrontación con las administraciones demócratas que sucedieron a la presidencia de Ronald Reagan, llegando incluso a obstruir potestades del presidente -que estaban contempladas en los concesos- como derechos incuestionables del jefe de Estado, reconocidos por ambos partidos. Ejemplo de esto fue, la constante obstrucción del Senado a la designación por parte de Obama de los Jueces Federales y en última instancia, a cubrir una vacante en la Corte Suprema, siendo esto un derecho constitucional del presidente y que, según las reglas no escritas, el Senado debía ratificar -sin importar que partido tuviese la mayoría de la cámara-.

Entonces, es en este estado de polarización, que llega a la presidencia Donald Trump, se profundiza el rompimiento del consenso y se ven sobrepasados los “guardarrieles de la democracia”. Además, el llamado de alerta que hacen Levitsky y Ziblatt, llega al punto de comparar a Trump con los catalogados por ellos como gobernantes “autoritarios”: Hugo Chávez, Rafael Correa, e incluso con Adolfo Hitler o Mussolini, una comparación inusitada y fuera de toda proporción histórica, donde incluso, avanzaron hasta aplicarle el filtro de “comportamiento autoritario”; les recuerdo sus 4 indicadores propuestos por los autores:
Rechazo (o débil aceptación) de las reglas democráticas del juego.

Negación de la legitimidad de los adversarios políticos.

Tolerancia o fomento de la violencia.

Predisposición a restringir las libertades civiles de la oposición, incluidos los medios de comunicación.

Es preciso resaltar que, el arrastre político de Trump, es atribuido, a su discurso extremista y xenófobo, dirigido a los que constituyen la base republicana: trabajadores blancos de bajas y medianas rentas, con pocas oportunidades de crecimiento o acceso a servicios de salud y/o educación universitaria. Asimismo, se vuelve a mostrar sólo la punta del iceberg, ignorando de manera deliberada el resto que está por debajo de la superficie del agua: el apoyo de los poderosos lobbies económicos y políticos, que son el verdadero motor de la acción política norteamericana actual.

El atribuirle la ruptura de los consensos, a la exclusión racial que ha derivado en una falta de apoyo por parte del pueblo estadounidense a las instituciones democráticas, atrayéndolo al extremismo y populismo representado por políticos como Donald Trump, no es más que ocultar la verdad evidente que subyace por debajo esa “crisis de la democracia norteamericana”, siendo la causa real, la confrontación entre las élites económicas que buscan el dominio total de la política y la economía.

Es preciso recordar que, el “Lobbismo” ha venido sucediendo prácticamente desde el fin de la mencionada guerra civil, siendo el principal motor de la acción política en EEUU, su control sobre la clase dirigente ha sido casi absoluto, no existe Senador, Representante o Presidente, que no tenga influencia en su discurso y política, por parte de algún grupo de poder económico o lobby que le financie su carrera política; incluso van más allá, porque no solo dan aportes económicos a las campañas electorales, sino, también financian institutos, grupos de estudio, tanques de pensamiento y grupos de acción política, que ejercen una poderosa influencia a la hora de la toma de decisiones en el Ejecutivo o la promulgación de leyes en el Legislativo.

El crecimiento de los lobbies ha sido tan desmesurado y la expansión de sus intereses ha abarcado tantos espacios, que la confrontación de las élites que están detrás de ellos por el dominio total es inevitable. La realidad es que: la élite que apoya a los republicanos, está en confrontación con la élite que apoya a los demócratas, lo que ha sido algo cíclico dentro de la política estadounidense -prácticamente desde su fundación-, luego de la guerra civil.

Asimismo, lo particular de la actual confrontación es que, en primer lugar, ocurrió en el ámbito interno del partido republicano -que comenzó con Gingrich- y que, ha encontrado su punto culminante en el actual accionar por parte de Trump y sus partidarios, que tenían como objetivo lograr el control del partido, prácticamente después del evento del asalto al Capitolio estadounidense del 06 de enero de 2021 y la salida de Trump de la presidencia.
Esa facción que está detrás de Trump, es la más reaccionaria y ultra conservadora que se ha visto en la política norteamericana y que está ganando la confrontación interna, tomando un completo control del partido republicano. Ahora, esa maquinaria económica dirige su mirada a su rival natural -el partido demócrata- y se puede decir que un momento clave serán las elecciones de medio mandato que se realizarán el próximo noviembre de 2022 y que puede marcar el fin de la mayoría demócrata tanto en la cámara de representantes como en el Senado. No nos queda más que estar bien atentos a los cambios.

Pero, de ocurrir esto, no cabe duda, que estaremos frente a uno de los más terribles capítulos de confrontación política en Estados Unidos, con una polarización tal vez más extrema que la vivida durante la guerra civil cuyas consecuencias son impredecibles, además de que, repercutirán a nivel global.

¡Hasta el próximo artículo!

Por Freddy J. Gutiérrez González

 

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