Opinión

21.Mar.2021 / 09:46 am / Haga un comentario

Foto: Referencial

POR: José Garcés

Sabemos de los muchos estragos que está causando el Covid a nivel planetario. Sabemos de las complicaciones físicas que genera y sabemos que puede causar hasta la muerte. Lo que no sabemos muchos de este virus es el componente psicológico que lo acompaña. Apenas sospechamos que tenemos Covid se desatan miles de fantasías catastróficas que están guardadas en nuestra mente y que nos laceran en lo más profundo de nuestra alma.

Cuando somos atacados por nuestra mente de esta forma tan inmisericorde, no podemos conciliar el sueño y de cuando en cuando sentimos sofocación y nos falta la respiración. Este ataque de pánico lo confundimos con la sintomatología más publicitada del Covid que es justamente la dificultad respiratoria. Así, vamos sufriendo de ansiedad y ataques de pánico teniendo las fantasías más espeluznantes que se nos puedan ocurrir con respecto a nuestro destino.

En este momento es bueno señalar las diferencias entre miedo y ansiedad: El Miedo es una preocupación presente ante un peligro real. La Ansiedad, en cambio, es una preocupación futura ante un peligro eventual.

Si yo estoy escribiendo esto en mi computadora y veo que el monitor se asoma una serpiente venenosa, salgo corriendo. Es decir, tengo una preocupación presente y el peligro es real.

A un sabio monje budista Zen le preguntaron: Maestro, ¿Cómo aborda usted el miedo? Y el monje contestó: “Yo con el Miedo concuerdo”. Es decir, si tengo una serpiente en la mesa donde estoy escribiendo, ¿Para qué voy a pelear con una serpiente? Yo con el miedo concuerdo: ¡Salgo corriendo!

Por su parte, con la Ansiedad es la mente la que toma preponderancia. Santa Teresita de Jesús llamaba a la mente desbocada la “loca de la casa”. Siempre el peligro en la ansiedad es futuro y eventual, note que todas las construcciones gramaticales que denotan Ansiedad comienzan con las partículas “y sí…”

Cuando caemos en las redes de la ansiedad comenzamos con el diálogo interno torturante: “Y sí pasa esto”, “y sí pasa lo otro”; entonces lo que debemos hacer es tranquilizar a la “loca de la casa” (la mente) y la meditación puede servirnos maravillosamente para este fin. Es decir, no engancharse con los pensamientos que nos causan ansiedad y que son los preferidos de la mente.

No hay nada mejor para enseñarnos cómo es la mente de la ansiedad que la mente de una madre cuando su hijo adolescente sale un viernes en la noche a una fiesta. ¡Hay que ver la cantidad de pensamientos que le llegan a la cabeza! y hasta que no llega el muchacho no duerme. Entonces uno le pide a la madre: señora, por favor, anote todo lo que le pase por la cabeza. Cuando llegue el muchacho en la madrugada, usted se va a parar y va a abrir la puerta de su cuarto y lo va a ver durmiendo, y va a contrastar todo lo que escribió, con la realidad. Por ejemplo, va a leer lo que escribió:

1Que lo tengo que ir a buscar en la emergencia del hospital. Entonces deje de leer y vea a su hijo durmiendo, 2 que para qué le compré ese celular. Entonces deje de leer y mire a su hijo durmiendo tranquilo con su celular, 3 que lo tengo que ir a reconocer a la morgue. Entonces deje de leer y vea a su hijo durmiendo… Se va a asombrar de la cantidad de cosas que la mente le pone a pensar y Ud. misma se va a decir: ¡Caramba! ¿Yo soy capaz de pensar todo eso?

De ahí que debamos tener dos estrategias para mantener la ecuanimidad. Para el miedo: Yo con el miedo concuerdo; y pa la ansiedad: tranquilizar a la loca de la casa (la mente).

Si hacemos una lista de las preocupaciones que tenemos nos vamos a dar cuenta que la gran mayoría son ansiedad y solo un pequeño porcentaje realmente es miedo.

Yo les sugiero que hagan ese ejercicio: hagan una lista de qué cosas les causa miedo (verdaderamente miedo) y qué cosas le causan ansiedad. Y entonces aborden cada uno como se deben abordar.

En el caso del Covid les sugiero que identifiquen a qué cosas le tienen miedo y qué cosas les generan ansiedad. A las cosas que le tienen miedo no las repriman, simplemente abórdenlas concordando con ellas. Si el miedo es al contagio, entonces deben cumplirse con las medidas de bioseguridad.

Si por el contrario es la mente la que causa estragos en nosotros, sí es la mente la que nos atormenta imaginando toda clase de fantasías catastróficas, entonces debemos “bajarle dos” a la imaginación, y para esto la meditación puede sernos de gran ayuda, ya que con la ella controlamos la mente. Por ejemplo, trate de no atiborrarse de informaciones y videos acerca del Covid. Muchas veces la mente nos acerca de forma morbosa a repasar una y otra vez las informaciones sobre muertes y desmanes que causa el Covid. En vez de eso infórmese acerca de qué cosas puede hacer para aprovechar el tiempo que pasa en su casa.

Si su preocupación es que cree que pueda estar contagiado, entonces vaya a un centro de salud a hacerse la prueba. Si lo que no quiere es estar aislado, pues le comparto un secreto: en el aislamiento y la soledad es donde se dan los mayores y más enriquecedores descubrimientos acerca de uno mismo. No le tenga miedo a encontrarse con sí mismo, algo muy bueno va a salir de allí. Antonio Machado escribía: “Converso con el hombre que siempre va conmigo/ Quien habla solo espera hablar a Dios un día/ Mi soliloquio es plática con ese buen amigo/ Que me enseñó el secreto de la filantropía”

Le sugiero que vaya anotando cada preocupación, es importante que las escriba para que las vea fuera de su cabeza, y no se queden en la mente que es donde hacen más daño. Una vez escritas esas preocupaciones que la mortifican, proceda a calificarlas y a abordarlas según sea el caso: Si es miedo, concordamos con el miedo. Si es ansiedad le bajamos dos a la “Loca de la casa”.

No se trata de restarle importancia a la peligrosidad del Coronavirus, de lo que se trata es de no amargarnos la vida mientras dura la lucha contra la pandemia. Es como dicen en mi pueblo: ¡Ni tan calvo ni con dos pelucas!

 

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